lunes, 1 de diciembre de 2014

URUGUAY: El oncólogo que llegó a la política de la mano de su hermano preso


Nacido en Montevideo hace 74 años, Tabaré Vázquez fue alcalde de la capital y presidente entre 2005 y 2010.
Médico, dirigente de fútbol, intendente, presidente. Las distintas tareas que dibujaron el recorrido de la vida de Tabaré Vázquez le entregaron parte de lo que hoy es este político nacido en el barrio obrero de la Teja, en Montevideo, hace 74 años.
Hijo de un militante sindical petrolero en la empresa estatal Ancap, Tabaré vivió de chico los enfrentamientos que su padre tuvo a mitad de siglo pasado con el gobierno colorado de Martínez Trueba. A pesar de eso, no tuvo contacto político en el liceo ni en el bachillerato. Antes de recibirse de médico se casó con su novia, la militante católica María Auxiliadora Delgado, con quien tuvo tres hijos varones. Tabaré continuó su formación en Francia e Israel.
En los años 70, el menor de sus cuatro hermanos, Jorge, que era miembro de un grupo guerrillero anarquista uruguayo, el OPR 33, cayó preso. Fue producto de las visitas a la cárcel y su cercanía con un grupo de médicos del Partido Socialista que Tabaré se vinculó a ese partido, del cual luego llegó a integrar el Comité Central.
A finales de la década, el prestigioso oncólogo se convirtió en el presidente del modesto Club Progreso, con el que consigue el ascenso a Primera, le remodela el estadio y logra consagrarse campeón del fútbol uruguayo, en 1989 y obtiene la clasificación para la Libertadores.
Fue muchas veces candidato a la presidencia de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), pero siempre tuvo la oposición del entonces presidente Julio María Sanguinetti. Capitalizando su popularidad deportiva, el Frente Amplio le ofrece ser candidato a la intendencia de Montevideo. Las elecciones las gana quebrando una larga hegemonía colorada y se convierte en el primer gobernante de izquierda del país.
Al igual que Lula da Silva en Brasil, Tabaré debió esperar tres elecciones para ser presidente. En su primer intento, en 1994, salió tercero detrás de colorados y blancos, pero los tres candidatos sacaron algo más del 30% de lo votos. Cinco años más tarde, ganó la primera vuelta, aunque en segunda, Jorge Batlle le ganó con los votos del Partido Nacional.
En 2004, la tercera y vencida, ganó en primera vuelta pero tuvo que esperar más de una semana al conteo definitivo, que le entregó el 50,4% de los sufragios. De esta manera, el Frente ganaba en Uruguay tras 174 años de triunfos de los partidos tradicionales.
Respecto de la política de derechos humanos sobre los crímenes de la dictadura, su gobierno tuvo una política dual. Mientras provocó los informes de las tres Fuerzas Armadas –que llevaron a los primeros hallazgos de cadáveres y la información sobre secuestrados y detenidos– se opuso firmemente a la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado (o Ley de Amnistía), que permite la amnistía de los represores.
También Vázquez se mantuvo siempre estricto en su posición en contra del aborto. Esto lo llevó a batallar fuertemente con los sectores de izquierda de la coalición de gobierno. Cuando se debatió una iniciativa parlamentaria sobre el tema, les dijo a sus legisladores que estaba dispuesto a recorrer “todos los caminos constitucionales” para impedir que prosperase el proyecto de ley con el espinoso asunto.
A diferencia de José Mujica, el presidente electo no mantiene los mejores vínculos con Argentina. Cabe recordar que en su primer mandato se produjo la crisis por Botnia, cuando Néstor Kirchner era presidente en la Argentina. Ese conflicto nunca cicatrizó y a pesar de que luego con Mujica las relaciones fueron bastante más amables, en 2011 Tabaré reconoció que había pedido ayuda al entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ante la hipótesis de un enfrentamiento militar por las papeleras.
Vázquez no pudo presentarse en 2010 a una reelección inmediata debido a la prohibición expresa de la Constitución a los mandatos consecutivos y dedicó sus primeros meses fuera de la presidencia a descansar y a trabajar en una de sus obsesiones personales, la lucha contra el cáncer y el tabaquismo. Dejó la presidencia en manos de su “correligionario” Pepe Mujica con una popularidad del 80%, una cifra sin precedentes.

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