martes, 30 de julio de 2013

Tensión con Brasil: Cristina desoyó un pedido de Dilma por cierre de importaciones

Cristina no permitió que se abran las importaciones a un grupo de pequeños y medianos industriales que le había solicitado Dilma, a pesar de que eran sólo U$S300 millones. La presidenta brasileña necesita ese gesto para descomprimir la presión de la influyente Federación Industrial de San Pablo. Lejos de eso, las barreras se intensificarían en el segundo semestre.
La relación bilateral entre Argentina y Brasil está pasando por su peor momento, después de que Cristina se negara a negociar con Dilma la apertura de unos U$S300 millones en importaciones que reclamaba la Federación de Industriales de San Pablo, conformada en su mayoría por pequeños y medianos empresarios.
Y es que ni siquiera los escarpines de cuero que el papa Francisco le regaló a la presidenta en su visita a Río de Janeiro pasan las trabas al comercio que impuso Guillermo Moreno. “La situación ahora para exportar a Argentina es un poco más difícil por la ley. Una persona que nos compra calzado tiene que exportar a otro país un monto parecido. Entonces es complicado exportar”, dijo Ricardo Brito, director comercial de la empresa brasileña Pimpolho al diario Clarín.
Esta es la marca de las botitas que Francisco le entregó a Cristina para su nieto Néstor Iván.
Lo cierto es que el Secretario de Comercio Interior le está dando muchos dolores de cabeza a la presidenta de Brasil. Moreno trabó casi indiscriminadamente los productos e insumos que se traen desde el otro lado de la frontera, incluyendo insumos para hospitales.
La Federación de Industriales de San Pablo, tiene un gran poder de lobby en el Parlamento brasileño y eso complicó a Rousseff, que tuvo que canalizar las presiones que recibía desde el sector. Dilma le explicó personalmente a Cristina este inconveniente político y le pidió casi como un favor personal que le libere esas importaciones.
Pero Cristina hizo caso omiso al pedido, amplificando así la furia de su par brasilera, quien ya se había enojado mucho cuando Guillermo Moreno insultó a una funcionaria importante en una reunión bilateral. Y es que el Secretario de Comercio, que carece de noción alguna de diplomacia, se comporta en el exterior de la misma manera prepotente en la que lo hace con funcionarios y empresarios argentinos.
Tras ese incidente, pidió que el secretario de Comercio Interior no volviera a participar de las reuniones bilaterales.
Semestre sin “fiesta”
“A la Federación también le molesta que la Argentina sea impredecible, porque tienen momentos en donde sus productos pueden pasar y al mes siguente ya no”, consideró Lorenzo Sigaut Gravina, de Ecolatina.
Esta segunda mitad del año que se inicia no parece muy auspiciosa, porque durante los primeros seis meses el superávit comercial no llegó a los U$S5.000 millones, y Moreno quiere cerrar el año en U$S10.000 millones.
“Conseguir otros U$S5.000 millones en la segunda mitad del año no es fácil, porque las exportaciones suelen concentrarse en el segundo trimestre”, explicó a LPO Mauricio Claverí, de la consultora Abeceb. “Si no llegaste en el primero, difícil que puedas hacerlo en el segundo”, reforzó.
Sigaut sumó otro componente preocupante al análisis: “la demanda de autos por parte de Brasil se moderaría un poco, según los indicadores que muestran cierto estancamiento”, sostuvo.
A fines del año pasado, Moreno les había prometido a los importadores que en el 2013 los permisos irían en línea con los últimos meses del 2012, cuando las restricciones empezaron a aflojar. Luego, más cerca de las elecciones, la liberación iba a ser total: su objetivo era crear una “fiesta” de consumo, según les había dicho a empresarios del sector, que adelantó LPO.
Sin embargo, nada de eso se cumplió. El año empezó y el Secretario se dedicó por completo a los controles de precios. En abril y mayo el grifo se abrió para algunos productos y las importaciones volvieron a crecer, más que nada en el sector automotriz y el energético. Pero en junio todo indica que el grifo volvió a cerrarse.
“Las restricciones van a seguir, pero todavía no se sabe si con mayor o menor intensidad, porque hay factores contrapuestos”, aseguró Claverí.
“En un año electoral es complicado dificultar la operación de las empresas, que necesitan hacerse de insumos en el exterior”, consideró el analista. Y amplió: “en muchos casos tienen los stocks casi agotados, al límite, y a veces hasta se pone en riesgo la producción por falta de insumos”.
Si Moreno decide cerrar el grifo por completo, podría jugarle en contra en los resultados de octubre.
Esta situación es la que viene denunciando el gerente de la Cámara de Importadores de la Argentina (Cira) Miguel Ponce, desde su programa de radio. Ponce le había contado a este medio que por las trabas del Secretario las economías regionales estaban pasando un momento delicado, y por eso muchas de ellas no tenían otra opción que adelantar vacaciones o cortar horas extra.
Pero en definitiva, ¿por qué Moreno no cumplió?
Claverí dio las razones. “La cosecha al final no fue tan buena como se esperaba el año pasado, hubo más exportaciones de poroto y harina de soja, pero cayeron las de biodiesel, hubo problemas con el trigo y empeoró el déficit energético”, afirmó el especialista en Comercio Internacional.
Buenos negocios
“Salvo el sector automotriz, el resto de los sectores sigue con restricciones fuertes, porque Brasil era proveedor de insumos industriales y ahí era donde había que poner el foco”, acotó Claverí.
La situación es tan delicada que motivó una intervención directa de los principales empresarios de Brasil con intereses en la Argentina que están tratando de “contener” a su Presidenta para que no reaccione a los desplantes de Cristina.
Mantuvieron la cabeza fría y mentalidad pragmática: afirman que se trata de un gobierno “de locos”, pero que está de salida. Sólo hay que esperar un año y medio para que la situación empiece a normalizarse, por lo que no valdría la pena poner en riesgo la relación con alguna reacción destemplada, razonan.
Y es que para Brasil el vínculo con la Argentina es estratégico, porque involucra miles de millones de dólares en negocios muy rentables, a pesar de que el gobierno les prohíba girar girar la plata.
Basta citar el caso es el de Odebrecht, la constructora que el año pasado facturó en estas pampas la friolera de 2000 millones de dólares.

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