lunes, 1 de julio de 2013

El bloqueo de Rusia a las exportaciones cárnicas españolas

Miguel Huerta afirma que este problema con Rusia ha puesto de manifiesto nuevamente la dicotomía entre las administraciones volcadas en la agilización del comercio, por un lado y las autorida­des sanitarias, que ni creen ni comparten las inquietudes y preocupaciones del sector, por otro.

El bloqueo por parte de Rusia, Bielorrusia y Kazajistán a las exportaciones cárni­cas españolas ha causado una gran preocupación, no ya en la industria cárnica sino en toda la cadena de valor del porcino.
No es preciso recordar que somos el primer sector industrial alimentario exportador, y que con sectores ganaderos tan desarrollados, como en el caso del sector porcino, líderes a nivel mundial, nuestra producción es claramente excedentaria, y por ello la exportación es tanto una necesidad como una oportunidad de desarrollo y generación de riqueza.
Sabemos que este bloqueo, que se suma a medidas similares que Rusia ya ha aplicado a otros de sus principales países suministradores, no tiene su base en la calidad y seguridad de nuestras instalaciones y productos, que son de primer orden, sino que responde a razo­nes proteccionistas de su ganadería e industrias, más expuestas a la competencia exterior desde que ese país se incorporó a la Organización Mundial de Comercio.
Pero la consecuencia es que puede alterar profundamente el mercado de la carne de porcino en España y afectar a muchas empresas que han venido dirigiendo sus exporta­ciones a ese destino, y que pueden verse avocadas a la pérdida de puestos de trabajo y de actividad económica de manera irreversible.
Necesitamos estructuras administrativas eficientes
Este problema con Rusia ha puesto de manifiesto, por enésima vez, la dicotomía entre administraciones volcadas en la agilización del comercio y otras, como son las autorida­des sanitarias, que ni creen ni comparten las inquietudes y preocupaciones del sector. Y sin embargo, por celos competenciales y necesidad de justificación, demandan enérgica­mente competencias que luego ni ejercen ni ejecutan.
Por ello tenemos que insistir una vez más en que nuestro país necesita un cambio urgente del modelo de gestión de la Administración para el comercio exterior.
Hay que reflexionar en profundidad sobre el drama que vive España por la dispersión de competencias entre sanidad y agricultura, que no tiene parangón en ningún país civilizado de nuestro entorno. Esto no puede mantenerse, y menos multiplicado por 17 comunidades autónomas. Es un caos, agravado por el anacronismo del modelo español de inspección de carnes que rompe pilares de la legislación de la Unión Europea como el enfoque in­tegral “de la granja a la mesa” y el principio de responsabilidad de los operadores de la cadena alimentaria.
Por ello, para impulsar el comercio exterior es prioritaria la unificación de competencias en un único departamento con el enfoque económico que demanda la exportación, que se implemente mayor agilidad y coordinación administrativa y que se desarrolle una decidida involucración de los servicios oficiales de las comunidades autónomas.
En los mercados exteriores no sólo competimos con empresas y operadores, sino también con administraciones y modelos de gestión unificados de otros países, con altos índices de eficiencia en el apoyo a sus empresas. Nos jugamos muchísimo en esos mercados, y no coyunturalmente, y cuanto antes modifiquemos nuestro modelo, evitemos duplicida­des, eliminemos estructuras duplicadas o innecesarias, mejor nos irá.
Miguel HuertaSecretario de la Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España (ANICE) y Cose­cretario de la Confederación de Organizaciones empresariales del Sector Cárnico de España (Confecarne).

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