lunes, 1 de agosto de 2011

Pesca: Un recurso en peligro


El problema de la sobreexplotación de la pesquería viene siendo advertido desde hace años por diversas entidades. Así, la FAO ha indicado que no se deben capturar más de 100 millones de toneladas de las especies actualmente explotadas, so riesgo de causar daños irreparables en los caladeros. Los que la división de la ONU para la Agricultura y la Alimentación controla llegan a 280, de los cuales menos del 10 por ciento pueden considerarse como moderadamente o subexplotados.
EN LAS últimas décadas, la extracción mundial ha ido en ascenso. Así, en 1940, se capturaban anualmente poco más de 20 millones de Tm, cifra que llegó a los 100 millones, en 1990. A partir de allí, se mantuvo o bien disminuyó, aunque no por controles en la explotación, sino que la sobrecarga, la contaminación o la afectación de ecosistemas derivada de la intervención humana motivó el menor rendimiento de los pesqueros.
   
Nuestro país no está al margen de la sobreexplotación; es así que, mientras el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP) recomienda un tope de 360 mil toneladas anuales de extracción de la merluza, oficialmente, la captura máxima permitida es de 395.000 Tm; sin embargo, sólo en 1996 se capturaron 590 mil toneladas. En ese momento, la biomasa de merluza en el Mar Argentino había decrecido, en un lapso de diez años, de 2.400.000 a 1.800.000 toneladas, registrándose, además, la disminución en la existencia de peces de tallas aptas para la comercialización. Paralelamente, se registró un incesante incremento en la cantidad de barcos dedicados a su captura, habiendo doblado su número en el transcurso de cinco años. Aunque con una particularidad: Se incrementó al doble el período en que dichas embarcaciones deben permanecer en alta mar, para poder completar sus bodegas.
   
LA subsecretaría de Pesca y Acuicultura anunció, en su momento, la creación de un sistema integrado de control a través de cámaras de video y del registro de información en tiempo real a bordo de los buques que componen la flota pesquera. Dicha supervisión, según se dijo, pasaría a constituirse en una herramienta fundamental para la regularización de la captura ictícola, pues permitiría un control eficaz de las artes de pesca utilizadas y de las capturas de cada buque en cada lance efectuado, pudiendo detectar si se cometen infracciones a la normativa pesquera a bordo de los mismos.
   
Según se dijo en su momento, en un lapso acotado, todo buque pesquero con permiso de pesca vigente debería contar con equipos de filmación incorporados y, a través de estos, filmar sus lances y registrar toda la operatoria que transcurra a bordo, así como sus operaciones de descarga en muelle. Transcurrido dicho plazo, no se autorizaría el despacho a la pesca de aquellos buques que no cumplieran con las previsiones de la medida dispuesta, y mientras no se regularizase el funcionamiento adecuado del equipo en forma comprobada.
   
UNA medida, la comentada, digna de ser recibida con plácemes, por sus implicancias conservacionistas, aunque, a meses de su anuncio, no ha habido noticias sobre su implementación práctica, como tampoco de la adhesión o no de las provincias del litoral marítimo a la normativa mencionada.

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