domingo, 21 de julio de 2013

Roles invertidos

Si hasta no hace demasiado los datos de la realidad cotidiana eran considerados por el Gobierno como “sensaciones” (la inseguridad, la inflación, etc.), hoy parece que se invirtieron los roles, y la seguidilla de aseveraciones de distintos funcionarios, que machacaron en los últimos días, se parecen más a una “sensación”, que a un dato cierto [...]

Si hasta no hace demasiado los datos de la realidad cotidiana eran considerados por el Gobierno como “sensaciones” (la inseguridad, la inflación, etc.), hoy parece que se invirtieron los roles, y la seguidilla de aseveraciones de distintos funcionarios, que machacaron en los últimos días, se parecen más a una “sensación”, que a un dato cierto de la economía del país.
Así, en un lapso muy breve se escuchó que “el trigo va a alcanzar y es de buena calidad”, que “la exportación de maquinaria agrícola creció el 45% en 2012”, que la última cosecha “alcanzó un récord de 105 millones de toneladas”, y que “la inflación del último mes fue de 0,8%”, entre otras varias cuestiones, todas del mismo tenor.
El tema es que el entusiasmo oficial, no se condice para nada con la “térmica” de la gente. Es más, algunos de estos temas son directamente increíbles.
Pero, ¿por qué ocurre esto?, ¿es mero marketing político?, ¿es simple desconocimiento? ¿O es una irrefrenable necesidad de dar “buenas noticias” aunque estas sean “virtuales”, en los 20 días que restan hasta las elecciones primarias obligatorias (PASO)?
En todo caso, al menos en el campo, el escepticismo es la moneda más corriente. Se descree de todo –y todos–, y hay razones de sobra para que así sea. Por caso, la última promesa oficial sobre el fideicomiso para el trigo todavía no fue ni siquiera reglamentada. Y ese es solo uno de los temas de una larguísima lista que comenzó tempranamente, entre fines de 2004 y comienzos de 2005.
Por otra parte, al menos la gente del sector, sabe muy bien que la cosecha es, por lo menos, 10/12 millones de toneladas menor. Entre otras cosas porque no solo no existe el millón de hectáreas extra sembradas con maíz que apareció “de repente” (habrían llevado la superficie a 6 millones de hectáreas), sino que los propios informes oficiales antes del “ataque de optimismo”, indicaban que había casi 950.000 hectáreas “no cosechables”. Así las cosas, se necesitaría un rinde de 100 quintales por hectárea a nivel nacional para lograr superar los 30 millones de toneladas de los que habla Agricultura, y cualquiera que sea un poquito sensato sabe que semejantes rindes están reservados solo a los campos de punta.
También sería menor la cosecha de soja, y ahora comenzaron a “acomodar” los datos del trigo que lucían “exagerados”
Con el trigo pasa algo similar. Tal como se explicó en la nota anterior de Campo 2.0 (“Pan para hoy, hambre para mañana”), el cereal existente en el país no alcanzará para enganchar con la próxima cosecha en diciembre.Con una demanda mensual de la molinería de alrededor de 450.000 toneladas por mes, faltaría un mínimo de 1 millón de toneladas de excelente calidad, y en la Argentina no está. Ni el volumen ni la calidad.
Entonces, por derecha o por izquierda, se va tener que importar. Pero seguramente esa noticia (que se tratará de tapar de cualquier manera), se tiene que producir después de las PASO, y lo más alejada posible de las elecciones de octubre. Por logística, debería ser en algún momento de agosto o principios de septiembre.
Que la Argentina importe trigo es muy malo, sobre todo, para los políticos oficialistas en campaña. Por supuesto que sería mucho peor que no hubiera harina, y apareciera el fantasma de aquel famoso “pan negro”, de la época de Perón, y largas colas en las panaderías. En ese caso, el costo político sería muy superior.
Tampoco vale abundar sobre el índice oficial de inflación, porque, salvo niños muy pequeños que no manejen dinero, el resto de la población sabe de sobra que los aumentos son muy superiores a los que dicen los funcionarios.
Pero estas versiones almibaradas son peligrosas y conllevan graves derivaciones insospechadas, más allá del hecho en si mismo.
Es que hay cantidad de cuestiones que se dirimen por estas cifras (ficticias). Desde la indexación de contratos hasta equivalentes de acuerdos comerciales. Y esto sin mencionar a los mismos organismos y áreas oficiales, incluyendo hasta al Banco Central, que deben hacer sus previsiones, por ejemplo, de ingreso de divisas, escenario que cambia sustancialmente con 10/12 millones de toneladas más o menos, etc.
Pero esos ajustes seguramente quedarán para después de las elecciones. Más aún, es probable que terminen siendo responsabilidad del próximo gobierno que se tendrá que hacer cargo de las correcciones, abandonando las “sensaciones” para cambiarlas por datos duros, reales, aunque algunos ya van a ser incorregibles.

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