sábado, 6 de noviembre de 2010

Cría de truchas en la pampa húmeda

 

 

 

El productor agropecuario Luis Ruete Güemes incuba ovas y produce alevinos en doce tanques australianos en su establecimiento de Cañuelas; su destino final son los lagos del sur argentino

De tener un uso primordial como reservorios de agua, pasaron a ser utilizados como piletas de natación, en el mejor de los casos, cuando no quedaron totalmente obsoletos. Este es el aparente destino de los tanques australianos.

Sin embargo, hay quienes se rebelaron contra el poco uso que hoy se les da y supieron revivir su capacidad productiva a través de la acuicultura, que es el cultivo de todas aquellas especies de animales y vegetales relacionadas directa o indirectamente con el agua.

Uno de esos "rebeldes" es Luis Ruete Güemes, productor agropecuario de Cañuelas, quien, a través del uso de tanques australianos y el desarrollo de una sala de incubación, llegó a crear un eficiente sistema de producción acuícola en su campo. Este emprendimiento le valió el Premio a la Excelencia Agropecuaria LA NACION-Banco Galicia al Mejor Productor en la categoría Acuicultura en la edición 2009.

Los métodos usados por Ruete Güemes no sólo son económicamente rentables, sino también ecológicamente sustentables y recomendables, ya que al realizar la producción acuícola en tanques no hay riesgo de contaminar lagos o cuencas fluviales a partir de un mal manejo.

Su incursión en esta actividad comenzó cuando en 2002 vendió tierra (para relleno) para la construcción de la autopista Cañuelas-Monte. Entonces, a los dos grandes pozos que quedaron decidió transformarlos en lagos artificiales y sembrar truchas para que sus hijos, aficionados a la pesca, pudieran desarrollar allí las habilidades deportivas que hasta el momento realizaban en los lagos patagónicos. Pero el proyecto fue un fracaso porque las truchas enseguida se fueron a la parte más profunda de la laguna, no comían, no se reproducían, tampoco picaban. Finalmente murieron.

Pero Ruete Güemes, ya entusiasmado con la acuicultura y con la posibilidad de incorporar una nueva producción en su campo, donde hacía agricultura y ganadería, no se dio por vencido y quiso seguir desarrollando la actividad acuícola. Si no era en la laguna, sería en tanques australianos.

Hoy Laurihué, como el productor llamó al establecimiento acuícola en honor a su madre, Laura Güemes (Hue, además de ser la onomatopeya de Güemes, significa "lugar" en mapuche), cuenta con doce tanques australianos donde cría alevinos (estado previo a la adultez del pez), una sala de incubadoras con 20 bateas de cuatro metros por tres y 40 centímetros de profundidad para incubar las ovas.

Se usan equipos para enfriar el agua, que es de pozo. Se incuban a 7 grados hasta que nacen. Después se les va subiendo la temperatura hasta llegar a 18 grados.


Lo más difícil

Gracias al consejo que desde el principio le brindó Luis Compagnucci, asesor acuícola, Ruete Güemes puso a punto sus instalaciones para comenzar a criar ovas y vender alevinos. "Traje el equipamiento principalmente de los Estados Unidos y algo de Chile, acá no hay nada", comentó a RMN y advirtió: "Lo más difícil es la incubación". Sin embargo, no se dejó asustar y después del fracaso con la laguna compró 5000 ovas y las crió. Como tuvo un buen desempeño, se entusiasmó, y comenzó los trámites para importar ovas de los Estados Unidos. "Son mejores genéticamente: mientras que las truchas nacionales tardan un año para llegar a pesar 400 gramos, las norteamericanas requieren diez meses para pesar un kilo", aclaró.

Laurihué es hoy el único importador de ovas de trucha Arco Iris, ya que consiguió que el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) lo declarara libre de enfermedades. Por eso tiene la categoría de "cuarentena", que exige una serie de medidas sanitarias y una espera de 40 días entre cada camada de incubación.

Para quienes no pueden ni quieren alcanzar el nivel de Ruete Güemes, "los medios acuáticos del agro son varios", dijo Compagnucci. "Tanques australianos, jaulas en lagunas formadas en bajos naturales, aprovechamiento de agua desechada en los tambos" son algunos de los ejemplos que pueden servir para arrancar en la actividad, dijo el asesor.

Por ser accesible, no es menos rentable: potencialmente, en un tanque australiano se pueden criar entre 3 y 4 toneladas de pescado, cuyo valor oscila entre los 15 y 20 pesos el kilo, con una tasa interna de retorno de la inversión del 35%, aproximadamente.

En esta actividad, la logística es un capítulo aparte y también aquí Ruete Güemes tuvo que abrirse camino. Por suerte, Cañuelas está cerca de Ezeiza y no bien llegan las ovas en una caja de telgopor, son trasladadas rápidamente a su sala de incubación.

Tras 60 días, cuando está terminado el proceso de incubación y cría de los alevinos y están listos para el engorde, llega el momento de trasladarlos a destino, el sur argentino. Como no hay vehículos especiales para esta tarea, se usan camiones cisterna con los que se traslada la leche. "El camión pasa por un lavadero del Senasa, y se lo carga con agua fría y tanques de oxígeno." Durante el viaje, hay que frenar la marcha cada dos horas para chequear el nivel de oxígeno en el agua.

A pesar de los logros, en Laurihué siguen pensando cómo seguir haciendo crecer la producción acuícola. "Hoy hacemos sólo reproductores y alevinos. Sin embargo, para alcanzar volúmenes que el mercado requiere se necesita más extensión", dijo Compagnucci. Como en Laurihué no tienen espacio para hacer el engorde, Ruete Güemes está tratando de desarrollar esa actividad en algún embalse, algo que es muy frecuente en la Patagonia.

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