Por primera vez, un organismo del Estado nacional certifica lo que es un secreto a voces entre productores y ambientalistas. Según informes oficiales, el 60% de los alimentos que llegan al Mercado Central de Buenos Aires tienen restos de agroquímicos. “La sospecha es que muchos mercados del país tienen estos niveles tóxicos”, advierte el periodista que sacó a la luz el informe.
Los datos son oficiales. Forman parte de un detallado relevamiento que el Senasa, organismo sanitario estatal encargado de la fiscalización y certificación de los productos y subproductos de origen animal y vegetal, realizó entre 2011 y 2013 en los mercados centrales de Buenos Aires, La Plata y Mar del Plata. El 63% de los controles realizados en frutas, verduras y hortalizas detectaron la presencia de residuos de agroquímicos.
Los detalles del informe, asustan. Casi el 98% de las partidas de peras ofertadas dieron positivo en 20 variedades de insecticidas y fungicidas. El 93% de las muestras de apio tenían restos de 16 agroquímicos. El 91% de las mandarinas comercializadas contenían 15 tóxicos. Y en el 85% de las manzanas había 22 tipos de químicos, el valor máximo encontrado.
De un total de 27 frutas, verduras y producciones similares relevadas solo 4 variedades dieron cero en contaminación: cebolla, batata, yerba mate y almendras. “Es el primer pronunciamiento oficial del Estado argentino sobre la contaminación de los alimentos que consumimos. Literalmente nos estamos envenenando”, denuncia el periodista Patricio Eleisegui, quien sacó a la luz el revelador informe.
Eleisagui trabaja desde hace años la problemática ambiental relacionada a los agroquímicos. Escribió el libro “Envenenados”, en donde detalló con fuentes y datos los efectos más nefastos del uso indiscriminado de los pesticidas. “Estamos frente a una bomba química que nos extermina en silencio”, concluyó al terminar su investigación.
La semana pasada, la ONG Naturaleza de Derechos logró lo que parecía imposible, que el Senasa entregase los resultados de los operativos realizados en los principales mercados centrales del país. Fue luego de una ardua batalla judicial debido a que las autoridades del organismo se negaron a entregar la información de forma voluntaria.
La ONG contactó a Eleisagui para enviarles las planillas y los documentos oficiales. “Los resultados revelan que el Estado argentino sabe que prácticamente el total de las frutas y verduras que se comercializan en el país se encuentra de alguna forma contaminado con agroquímicos”, explica el periodista.
Los documentos también contienen datos del 2013 al 2016, aunque con una información más acotada. En el segundo muestreo solo se notificaron los alimentos contaminados por encima de los Límites Máximos de Residuos (LMR) que fija la normativa vigente en Argentina.
Los resultados, no obstante, fueron igual de alarmantes. El 50% de las muestras de pimientos revelaron una concentración de tóxicos que viola las pautas legales. En el caso de la frutilla, el 41,6% de las unidades analizadas entre 2014 y 2016 arrojaron una contaminación superior a lo fijado por los LMR: 17 restos de distintos agroquímicos.
“Los pesticidas que aparecen en las manzanas están prohibidos en Europa porque extinguieron a las abejas. En el caso de la rúcula se detectó un pesticida que se conoce como DDT que está prohibido en Argentina desde 1990. Todo es escandaloso”, le explica Eleisagui a Rosarioplus.com
Lo que Senasa no informa, señala el periodista, es qué pasó con toda esa mercadería contaminada, si fue decomisada o si fue largada a la venta. Tampoco detalla si esas frutas y verduras fueron utilizadas por empresas como materia prima de sus productos.
“Coca Cola, por ejemplo, deberá responder qué tipo de fruta está utilizando para sus aguas saborizadas. Destapa una olla muy grande. Es dramático el nivel de químicos que se han encontrado”, agrega indignado.
Lo “valioso” del informe es que “traslada la discusión” a los cascos urbanos, desentendidos de la problemática ante la falsa creencia que el problema lo tienen los pueblos linderos a los campos. “Esta información interpela a los consumidores. Tenemos que saber que lo que se compra en las verdulerías viene con estos químicos. Hay que evaluar otras alternativas de compras, por ejemplo las huertas orgánicas”.
En la década del 90, Argentina utilizaba 5 millones de litros de agroquímicos por año. En 2016, la cifra trepó a los 300 millones. “Estamos hablando de dos décadas de envenanamiento”, concluye Eleisagui.
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