sábado, 29 de noviembre de 2014

El seguimiento del forraje permite corregir ineficiencias


Tres tambos participaron en un programa de trazabilidad de maíz.
El ensayo incluyó a tres establecimientos, dos en la provincia de Córdoba y otro en Buenos Aires.
En Colonia Vignaud (departamento San Justo), la evaluación fue de un híbrido de maíz para silo (Dow A-120) que se sembró el 5 de enero pasado sobre un lote que había tenido como cultivo antecesor al trigo. Se logró una población de 60 plantas por metro cuadrado con muy buen estado del cultivo. Una vez picado, su destino fue la confección de un silo bolsa.
El ensayo bonaerense se efectuó en Pehuajó. Sobre un lote que había tenido cebada para silo se sembró el 16 de diciembre del año pasado el híbrido de maíz BMR 126HX, que se destinó a silo bolsa.
En un establecimiento ubicado Calchín (departamento Río Segundo) se efectuó la tercera evaluación. Ahí se siguió de cerca la siembra, cosecha y picado del hibrido Duo MBR 126HX. Fue sembrado el 7 de enero y se lograron 60 plantas por metro cuadrado. Su destino fue la confección de un silo búnker.
La única condición que tuvieron que cumplir los establecimientos era que en el picado se utilizara una máquina Claas, sólo por una cuestión de regulación de máquinas.
Las empresas participantes en el ensayo tuvieron a su cargo el análisis de cada uno de los eslabones de la cadena de producción. A nivel de cultivo, el aporte fue realizado por el semillero Forratec; al momento del picado del maíz, la empresa Claas fue la encargada de monitorear las tareas y para la confección y el almacenaje de la materia verde en los silos intervino la empresa Hansen.
La altura de corte de los maíces varió entre 22 y 35 centímetros en los tres ensayos; la longitud del corte fue de entre 12,5 y 16 milímetros, mientras que el quebrado del grano osciló entre dos y tres milímetros.

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