lunes, 14 de febrero de 2011

Hay demasiado en juego en los puertos de Rosario

Escupir al cielo ya se ha vuelto casi una costumbre, aunque sea poco recomendable. Hasta por una cuestión de cábala y como para que el viento de cola de la economía siga soplando se debería discontinuar el ejercicio que se viene practicando desde hace unos años.




Esta semana no fue la excepción. En lugar de festejar y aprovechar al máximo las bendiciones que caen de "arriba" como pueden ser los altos precios internacionales de nuestros productos o las lluvias de esta semana, el frente interno vivió con suma preocupación el bloqueo de las terminales portuarias de Rosario. Teniendo en cuenta que se está atravesando un ciclo seco debido al fenómeno climático La Niña, las lluvias registradas en buena parte de la región pampeana fueron un regalo invalorable. Se distribuyeron en un rango que va de los 30 a los 250 milímetros, estas últimas provocaron inundaciones en Morteros, Córdoba.



Es cierto que el agua caída llega tarde para el maíz, que sufrió la seca en su período crítico a principios de enero, pero es útil para recargar de humedad el perfil de suelo para que la soja pueda seguir batallando en lo que resta del ciclo con más posibilidades de obtener buenos rindes. La Bolsa de Comercio de Rosario estimó la cosecha de maíz en 19,7 millones de toneladas, bastante lejos de los cálculos privados que a principio de la campaña hablaban de 25 millones de toneladas.



El rinde promedio estimado es de 66 quintales por hectárea, casi al medio de los 80 quintales de la campaña pasada y de los 55 quintales de la cosecha 2008/2009. En cuanto al margen, se ubica en el frágil y limitado espacio entre la renta y el quebranto. "Con estas lluvias hay otro escenario para las reservas forrajeras del año. Traen un gran alivio", comentaba por su parte un estresado tambero santafecino.



Sin embargo y como si funcionara por estos días un antídoto que transforma cualquier síntoma de despreocupación en un desvarío pasajero, el beneficio climático tuvo su contrapartida negativa.



Esta semana, con el liderazgo de Hugo Moyano el poder sindical efectúo un ensayo muy peligroso. Comprobó que si se lo propusiera no le sería demasiado difícil provocarle un infarto a la economía argentina.



Así como la Plaza de Mayo es el centro del poder político, las terminales portuarias de Rosario son el equivalente del poder exportador de la Argentina. De allí se exporta el 90% de la soja, aceite y subproductos, y de sus puertos salieron 60 millones de los 73 millones de toneladas de granos exportadas el año pasado. Este polo exportador está concentrado en, relativamente, pocos kilómetros y depende de muy pocas rutas de acceso. Es un área demasiado sensible de la economía argentina y cualquier golpe que se pegue allí es por definición un golpe bajo.



Durante ocho días la arteria por la que fluyen los dólares de las exportaciones estuvo bloqueada por el conflicto gremial y aunque no figuró en ningún parte médico, nuestro país sufrió una isquemia con pérdidas calculadas en 56 millones de dólares.



El piquete provocó que 110.000 toneladas diarias de soja se dejaran de moler y cuarenta y dos barcos, a los que les corre "un reloj de taxi" de miles de dólares de costo por día, no pudieron ingresar en los muelles. Esto sin tomar en cuenta la incuantificable pérdida de prestigio en el comercio internacional.



Por ahora el conflicto entró en un paréntesis luego de una tardía conciliación obligatoria dictada por el Ministerio de Trabajo y el discurso cargado de críticas a los sindicalistas de la presidenta Cristina Kirchner.



¿Qué puede llegar a ocurrir si la puja sindical reaparece en escena en abril o en mayo, en los meses de plena cosecha? Por de pronto: un caos. Sólo hay que tener en cuenta que a las terminales rosarinas entran 10.000 camiones por día. Es el tráfico de estos días pero multiplicado por diez.



Pero si por esa época se produjera un conflicto gremial prolongado no sería otra que la economía argentina la que sufriría un gran aprieto. Si bien es un escenario poco probable, a partir del bloqueo de las terminales portuarias de esta semana pasa a ser posible.



El complejo sojero aportaría este año algo más de 21.000 millones de dólares, divisas que le permiten al Banco Central manejar la cotización del dólar. Con un 30% de inflación, el dato no es menor. Rogelio Pontón, director de Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario, define al complejo sojero como la gran herramienta antiinflacionaria con la que cuenta nuestra economía. Y vale agregar que en gran medida también es responsable del superávit en la balanza comercial.



En los puertos de Rosario hay demasiadas cosas en juego peligrosamente dispuestas en muy pocos kilómetros cuadrados.

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