miércoles, 29 de mayo de 2013

CHILE: El 60 por ciento del agua de pozo que se usa en tambos está contaminada

 

 Ojos que no ven, corazón que no siente”, es el refrán que mejor le calza a los recursos hídricos subterráneos de Uruguay. El agua subterránea, entendida como una de las riquezas del país, representa el 28 por ciento del agua suministrada por OSE y es utilizada mayormente para consumo y riego. Pero ha sido históricamente desatendida. Tanto que no hay una norma que obligue a su monitoreo o que prohiba, por ejemplo, que los pozos negros o los depósitos de materia fecal de los tambos o corrales estén cerca de la fuente de agua. “El 60 por ciento de los pozos de los tambos tiene problemas de nitrato”, dijo a El Observador el experto en hidrogeología Jorge Montaño, presidente de la Asociación Latinoamericana de Hidrología Subterránea, respecto a uno de los villanos que no sólo ha deteriorado el río Santa Lucía. También bajo tierra ha ocasionado problemas de potabilidad.

El acuífero más importante del país no es el Guaraní sino el Mercedes debajo de los departamentos de Soriano, Río Negro y Paysandú. Allí están las tierras más fértiles del país. “Hubo un gran crecimiento que vino del otro lado del río Uruguay con un parque tecnológico muy desarrollado (en el uso de agroquímicos) y que también utiliza riego”, explicó. Con todo, “no lo hemos monitoreado ni hemos reglamentado cómo manejarlo”, afirmó. Ese argumento se aplica para todos los acuíferos. No se conoce con exactitud la calidad y la cantidad del agua subterránea.

Fuentes de contaminación
Parte de la culpa la tiene la naturaleza. Los suelos y las rocas le traspasan al agua partes de arsénico, flúor, hierro, manganeso y sulfatos que se han concentrado durante millones de años. El problema es que pueden afectar la salud humana.

Los acuíferos del litoral y de la zona sur “potencialmente pueden tener arsénico” por encima del límite permitido de dos partes por mil millones por litro. “A corto plazo OSE va a tener un desafío bastante grande para el tratamiento de este tipo de aguas”, indicó Montaño.
A su juicio, se deberá instalar una tecnología que permita su remoción (denominado sistemas de ósmosis inversa). El arsénico es un elemento cuya presencia mayor a 10 microgramos por litro de agua puede provocar cáncer en la vejiga, disfunción renal y hepática, lesiones en la piel, entre otros males. El experto también registró anomalías de flúor de 3 a 4 partes por millón por litro, encima de los rangos de potabilidad.

El hierro y el manganeso, por su parte, le dan al agua una coloración negra y mal olor. Según el experto, estos episodios son cada vez más frecuentes, en especial sobre el acuífero Chuy.

Los sulfatos pueden actuar como laxantes cuando se ingieren en cantidades que superan la capacidad del intestino para absolverlos (650 miligramos por litro en recién nacidos). Este problema se localiza en Cerro Largo por el tipo de suelo.

Pero la culpa del hombre es mayor. Las aguas subterráneas también registran altas cantidades de fósforo y nitrógeno aportadas por residuos industriales y domiciliarios sin tratamiento, uso de agroquímicos y la disolución de la bosta del ganado de tambos y feedlots. “En esos espacios reducidos están los contaminantes cerca del abastecimiento de agua, no solo para las vacas, sino también para los humanos”, señaló Montaño.

El pozo de agua es construido muy cerca del pozo negro o del depósito de materia fecal. “El 60 por ciento de los pozos de los tambos tiene problemas de nitrato”, apuntó. La filtración se produce en la mayoría de los casos porque es defectuoso el sellado sanitario de la perforación.
Para evitar esto, Montaño recomendó que el pozo debe estar colocado a por lo menos 10 metros de cualquier otra actividad y a más de 20 metros de una fuente de contaminación.

Un estudio de Montaño determinó que las vacas que toman agua cargada con nitrato requieren más medicamentos. Una ingesta cotidiana con más de 100 partes por millón de nitratos les causa problemas reproductivos.

Un perjuicio para los humanos, en especial para los bebés, es un trastorno respiratorio que conocido como “enfermedad azul”. Además, la comunidad científica estudia si altera una enzima del intestino, elevando el riesgo de cáncer.

Otro estudio de Montaño, publicado en 2006, registró concentraciones de nitratos de entre 50 y 300 partes por millón en pozos en la zona hortícola de Montevideo y en la cuenca lechera por lo que el agua ya no era potable.

“Tiene que haber la obligación de que en cada actividad significativa con respecto a aportes potenciales de contaminantes haya monitoreos para saber el estado y cómo evoluciona”, exhortó.

Recurso agotable
Uruguay enfrenta otro problema por no tener conocimiento de las reservas de aguas subterráneas: el desabastecimiento. Montaño explicó que ya hay disminución de los niveles de agua en tres zonas del país sobreexplotadas: Punta Espinillo (Montevideo) y zona del Hipódromo (norte) en Salto por la abundancia de pozos muy próximos; y en la zona costera, susceptible de ser contaminada por la entrada de agua salada. Punta del Este ya perdió el recurso por la intrusión de agua de mar al acuífero.

A esto se suma el riesgo de contaminación por derivados del petróleo. Montaño calificó como un debe del país la implementación de una normativa específica para la protección del agua contra derrames, goteos o explosiones que pueden ocurrir en refinerías, ductos, estaciones de servicio o almacenajes.

“Si no tenemos una reglamentación sobre cómo se debe monitorear y cómo remediar, es muy difícil detectar, y cuando se detecta, está todo contaminado por elementos que son sumamente tóxicos para el ser humano”, dijo.

Riesgo en el acuífero Guaraní

Un olvidado que también corre riesgo es el acuífero Guaraní, que comprende a Uruguay, Argentina, Brasil y Paraguay. En los últimos años comenzó a trabajarse en planes de contingencia para evitar su contaminación. En marzo de 2012 el Parlamento aprobó un tratado que aguarda la aprobación de Paraguay para que entre en vigencia. Daniel González, director Nacional del Agua, explicó que “hay problemas de la calidad del agua” en las zonas de recarga,
o pozos que están muy cerca de la superficie. Esto se debe a vertidos domésticos o de la actividad productiva.

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