jueves, 6 de diciembre de 2012

 

 
Una política perjudica tanto al consumidor como al productor
 
En 2005, el kilo de trigo valía $ 0,4 y un kilo de pan $ 2,5. Hoy por un kilo de trigo se paga $ 1 y el kilo de pan vale $ 10.
En 2005, el kilo de novillo valía $ 2.36, y el kilo de nalga para milanesa $ 10.24. Hoy un kilo de novillo se paga 8.416, y el kilo de nalga vale $ 44.62.
La implementación, por parte del Gobierno de políticas que falazmente suponían cuidar la mesa de los argentinos hizo que, paradójicamente, sean los consumidores quienes hoy enfrenten estrepitosos aumentos de los precios de la carne y del pan en el mostrador. A la vez, el consumo de carne por habitante por año descendió 11 kilos respecto del máximo alcanzado en 2008.
La intervención gubernamental en el mercado de la carne comenzó en 2005, con la fijación del peso mínimo de faena y continuó con el aumento de los derechos de exportación, con la intervención a los mercados concentradores a través de la implementación de precios máximos, así como con el cierre de las exportaciones.

Esa sucesión de medidas resultó en una menor oferta de carne en el largo plazo, al punto que el stock bovino se redujo en un 20%. Hoy hay, además, 125 frigoríficos cerrados, 12 mil trabajadores de la carne en la calle y las exportaciones cayeron 77% respecto del año 2005. Perdimos 40 mercados externos de los 70 a los que la Argentina exportaba en 2005. Hoy los precios del ganado cayeron un 20% en términos nominales respecto de 2011, a lo que se le debe sumar el efecto negativo de la inflación.
En el caso del trigo, esta campaña registró la menor área sembrada en 110 años, cuando se araba a caballo, con una cobertura total de 3,6 millones de hectáreas. El cierre de las exportaciones anuló la competencia por el cereal y el productor enfrentó precios de remate por el fruto de su esfuerzo. De esta forma, se desincentivó la siembra de trigo con graves consecuencias para las economías del interior, al registrarse menos ventas de insumos y semillas, una menor pasada de sembradoras, cosechadoras, fumigadoras, fertilizantes y de todos los servicios asociados al cultivo, así como menos movimiento de camiones.
Coincidimos con el objetivo de cuidar la mesa de los argentinos. Pero, para esto, debemos producir más. Y, la producción necesita una política agropecuaria de largo plazo, con reglas de juego claras y estables.
Tanto para la ganadería como para la producción de trigo, es primordial que se eliminen los Registros de Operaciones de Exportación (ROEs) y las retenciones.
Sólo así se generarán las condiciones necesarias y el atractivo suficiente para volver a invertir en la actividad. Sólo así el campo podrá expresar todo su potencial y recuperar el espacio que perdió en el mercado internacional, fomentando a la vez el arraigo y el bienestar en las comunidades del interior. Sólo así se podrá cumplir con el fundamental objetivo de cuidar la mesa de los argentinos. En serio.

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