viernes, 14 de diciembre de 2012


Chau “7D”: la “cadena del desánimo” por ahora sigue y la batalla épica K puede derivar en una crisis política

Fue tal la expectativa generada en la previa que ahora, tras el fallo de la justicia a favor del Grupo Clarín, el Ejecutivo puede sufrir un efecto boomerang. Costará rearmar el discurso. De todos modos, no debe subestimarse su capacidad de recuperación. ¿Hasta dónde está dispuesta a llegar Cristina?
“Ya se acaba y no hay tutía, ya se acaba/ Ya se acaban los dueños de la verdad/ Ya se acaba el monopolio, ya se acaba/ Nuevos tiempos vienen con pluralidad”.
Estos versos, cantados sobre una melodía festiva, de aires murgueros, han venido sonando en las últimas semanas en los actos oficialistas y fueron llevados a Internet.
Son fruto de la creatividad de estudiantes de la Universidad de La Plata, uno de los bastiones de lamilitancia K.
Y marcan, con más claridad que cualquier análisis político, el arma de doble filo que tiene el kirchnerismo en su pelea contra el multimedios Clarín.
En efecto, generó tal expectativa sobre un cambio radical en el mapa mediático argentino que puede llegar avolverse en su contra en el caso de que, como todo indica, el 7D termine siendo un viernes común y corriente.
La extensión de la medida cautelar que protege al multimedios Clarín hasta que haya un fallo sobre la cuestión de fondo (es decir, si es constitucional o no que una ley obligue a “desinvertir”) supone un duro golpe para el kirchnerismo, que ya preparaba el ambiente para otra “cruzada épica”.
Para colmo, en un intento de darle más contenido simbólico a la fecha, el Gobierno había organizado para este fin de semana un gran festejo masivo.
El objetivo era el de reeditar el clima de celebración popular que se vivió en mayo de 2010, en ocasión del bicentenario. El motivo oficial de la convocatoria está vinculado con el día de los derechos humanos que, además, coincide con el 29° aniversario del regreso a la democracia.
Pero la fiesta corre serio riesgo de aguarse. Y no por pronóstico de lluvia: todos saben que ello es una mera excusa y que, para la militancia kirchnerista, el único motivo real de festejo sería la victoria sobre la“corporación mediática”.
Lo había expresado con elocuencia Ernesto Laclau, el intelectual preferido del kirchnerismo, que teoriza sobre laconveniencia política de exacerbar las divisiones internas de la sociedad argentina.
“El 7D tiene que ser una victoria resonante. No podemos permitir que tanto esfuerzo y tantos avances terminen con una derrota”, sintetizaba Laclau durante una charla ante militantes K reunidos en la sede Presidente Néstor Kirchner de la Universidad de La Plata.
El evento, titulado “Hacia un escenario democrático de la comunicación: batallas y hegemonías”, contó con la presencia de Florencia Saintout, la controvertida decana de Ciencias de la Comunicación que distinguió con el premio a la libertad de expresión a los presidentes Hugo Chávez y Rafael Correa.
Después de semejante expectativa generada por el 7D, ¿cómo se le explica al núcleo duro de la militancia quehoy no será el final de la “cadena ilegal del desánimo y el temor”?
Será una tarea difícil e ingrata, aunque no puede decirse que lo que ocurrió fuera algo que el Gobierno no hubiera previsto como un escenario posible.
De hecho, el nerviosismo de los funcionarios K, que han subido los decibeles de la polémica -al punto de comparar a la justicia con el “partido militar” de décadas pasadas- parece indicar que se temía esta medida a favor de Clarín.
El propio ministro de Justicia, Julio Alak, había mencionado explícitamente esta posibilidad, a la que había calificado como un “alzamiento” de los jueces (una declaración que le valió un inmediato pedido de juicio político en el Congreso).
Un 7D como Cristina “no soñó”
Lo cierto es que hoy es el 7D y el clima que se vive en el Gobierno dista de ser festivo.
Más bien, ya se percibe un intento de victimización que recuerda a los peores días del conflicto coj el campo, cuando se hablaba de un “clima destituyente”.
Al respecto, es elocuente la primera reacción de Martín Sabbatella, titular del Afsca, para quien el fallo que favorece al multimedios “demuestra que teníamos razón cuando dijimos que los jueces que viajan a Miami financiados por Clarín terminan convertidos en su equipo jurídico”.
A la vez, lamentó que “la justicia argentina no esté preparada para pelear con las corporaciones porque gran parte está colonizada por esas mismas corporaciones”.
Las palabras del funcionario dejaron en claro que hay desazón pero no sorpresa.
Y ahora habrá que adoptar una estrategia de contraataque que no todos consideran fácil de realizar.
Así lo define, con su habitual estilo corrosivo, el analista Jorge Asís: “Cristinismo ridiculizado por su sobreactuación. Para salir a la calle, Alak tendrá que disfrazarse de torero. Kunkel, de dama antigua”.
La pregunta del momento, en consecuencia, es qué tan lejos está dispuesta a llegar Cristina Kirchner en su cruzada contra el principal grupo mediático del país.
Descartado el plan A del Gobierno, ahora puede optar entre:
  • Esperar pacientemente que ocurra el fallo definitivo sobre el cuestionamiento a la constitucionalidad de la ley.
  • Avanzar en su plan de licitación de medios, bajo el argumento de la corrupción judicial, arriesgándose a una postura con reminiscencias chavistas.
En principio, la primera opción parece la más probable, aunque a esta altura resulta arriesgado descartar cualquier hipótesis.
Y el motivo, según los analistas, es que el Ejecutivo actúa con la lógica de quien no tiene nada que perder.
Ninguno de los dos tienen problemas de ir a la colisión”, afirma Sergio Berensztein, director de la consultora Poliarquía, sintetizando el clima con el que ambos contendientes llegaron a la fecha clave.
Retomando la iniciativa
En el caso de Clarín, parece clara la fundamentación para su postura de rechazar la posibilidad de desinvertir.
Por un lado, ello afecta su negocio comercial. Y, por otra parte, la confrontación con un gobierno cuestionado puede llegar a prestigiar a ese medio, que ahora aparece ligado a la defensa de las libertades.
Una encuesta de la Universidad de Belgrano indica que buena parte de la sociedad percibe a Clarín como laverdadera oposición que preocupa al Gobierno (tiene casi un 40% de menciones, seguido muy de lejos por Mauricio Macri con el 14%).
En el caso de la Presidenta, los analistas coinciden respecto de por qué Cristina Kirchner ha tensado la situación a este extremo. Y la explicación es sencilla: siente que tiene poco que perder y mucho por ganar.
Esa ha sido, después de todo, la estrategia política que le ha dado resultado al kirchnerismo durante una década en el poder. En cada situación de debilidad política (y este momento lo es, a juzgar por las encuestas de imagen presidencial), ha redoblado la apuesta para retomar la iniciativa.
“Ellos entienden que es importante, como señal para opositores y para la propia militancia, demostrar que no dejan que les impongan desde afuera la agenda política, sino que mantienen la iniciativa”, señala el politólogo Rosendo Fraga.
Y agrega que “esto ocurrió luego de la derrota en el conflicto con el campo o en la caída electoral en laslegislativas de 2009″.
Recuerda que, en ambas situaciones, el kirchnerismo se recuperó de una situación de debilidad, sobre la base de grandes golpes de impacto, como fueron en ese entonces la reestatización del sistema jubilatorio y el debate por la Ley de Medios.
Según Fraga, es secundario el hecho de que aquellas iniciativas, como la actual embestida contra Clarín, puedan generar resistencia por parte de un sector grande de la población.
Lo importante, en cambio, es demostrar que recupera el protagonismo y vuelve a ocupar el centro de la escena.
Luego de los dos “cacerolazos” masivos y del paro general convocado por Hugo Moyano, dicha ostentación de iniciativa resulta de máxima urgencia para los estrategas kirchneristas.
Claro que no es una estrategia exenta de riesgos. Sobre todo cuando se apuesta al “todo o nada”.
“Después de la expectativa que creó, más le vale al Gobierno que ocurra algo importante el 7D. A esta altura, lamilitancia espera que invadan el edificio de Cablevisión con los ‘marines’. Y si finalmente no pasa nada, no séde qué se van a disfrazar. Va a costar reelaborar el discurso para justificarse”, argumentaba en días previos el analista Jorge Giacobbe.
Y esa observación apunta al verdadero fondo del asunto: el gran temor kirchnerista es que, como todo indica que ocurrirá, no se note ningún cambio importante.
De hecho, ya antes de la extensión de la cautelar, se preveía un escenario que no conformaría a la militancia K.
Es decir, como llegó a sugerir el propio Sabbatella, que los dueños de un grupo de medios, en vez de vender, pusieran esos medios a nombre de distintas personas, aunque fueran parientes o testaferros de los actuales propietarios. Con eso ya estarían respetando el límite legal.
De hecho, es lo que han realizado varios multimedios afines al Gobierno, que sólo alteraron su estructura societaria, pero mantienen su verdadero poder.
La encuesta de la Universidad de Belgrano revela que apenas un 25% de la población creía que el 7D (en su versión original) traería una mayor diversidad de voces en los medios de comunicación.
A rearmar el “relato”
El gran interrogante es si el kirchnerismo podrá evitar el “efecto boomerang” y recuperarse de este traspié.
Por lo pronto, los antecedentes indican que no debe subestimarse su capacidad para emerger después de una derrota política.
Como consuelo, le queda la posibilidad de extremar uno de los puntos preferidos de su “relato”: culpar a Héctor Magnetto, principal ejecutivo de Clarín, ante cualquier situación complicada en lo económico o social.
Mientras tanto, las encuestas demuestran que la opinión pública no ve esta pelea por los medios de comunicación como una cuestión prioritaria. Lo cual deja flotando la sensación de que, como muchos sospechan, detrás de todo el ruido, lo que está ocurriendo es un debate anacrónico.
A fin de cuentas, el hecho político más importante del año (el masivo cacerolazo de ciudadanos enojados con el Gobierno) fue organizado desde las redes sociales.
Y los grandes medios, incluyendo a Clarín, recién se enteraron de la magnitud de la protesta cuando la genteestaba golpeando sus cacerolas en la calle.

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