domingo, 9 de diciembre de 2012


Agua potable, plaguicidas y otros contaminantes

El agua de canilla que utilizamos a diario para nuestras necesidades alimentarias y aseo personal, no solo posee cloro y subproductos de la cloración, que demostraron ser potencialmente tóxicos para la salud humana, sino que, además, contiene una variedad de sustancias que son aún más peligrosas, tales como agrotóxicos, medicamentos veterinarios, productos farmacéuticos y cosméticos de uso personal, entre otros. Consecuencias de los disruptores endocrinos en la salud humana.
Dado que la producción de estos químicos continúa en aumento, parece ser que, por ahora, la única solución posible para evitarlas solo depende de cada uno de nosotros.
Los contaminantes llamados “antropogénicos”, aquellos producidos directa o indirectamente por las actividades humanas, se han dispersado ampliamente en el ambiente y están  “emergiendo” en las aguas superficiales y subterráneas como resultado de las emisiones industriales, la ineficiente disposición de residuos sólidos, los derrames accidentales, la aplicación indiscriminada de plaguicidas (herbicidas, pesticidas) en la agricultura, la recarga artificial del agua subterránea, la disposición en el suelo de lodos de las plantas de tratamiento de aguas residuales, y las actividades de consumo que incluyen la excreción de una amplia gama de productos químicos, tales como medicamentos y cosméticos.
Las evidencias
Todas estas fuentes de contaminación de las aguas han sido reconocidas como rutas potenciales importantes de eliminación del contaminante, y aquellas derivadas de las actividades de consumo representan uno de los grupos de mayor crecimiento.
Las actividades de consumo se reconocieron recientemente como una fuente potencialmente importantes de contaminación dispersa no controlada. Hasta marzo de 2004, casi 23 millones de sustancias orgánicas e inorgánicas (excepto secuencias biológicas tales como proteínas y nucleótidos) se indexaron en  el registro CAS, 2004, de la Sociedad Química Americana (“The American Chemical Society’s Chemical Abstracts Service”). Aproximadamente un tercio de estas sustancias (sobre 7 millones) estaban disponibles comercialmente. En contraste, solamente alrededor de un cuarto de millón (230.000) de estos compuestos está inventariado o regulado por algunos países a nivel mundial.
Cuando el consumo enferma y mata
El alto potencial en la proliferación continua de fármacos y productos de uso personal, medicamentos veterinarios y de otros productos químicos antropogénicos, plantea desafíos substanciales y quizá insuperables para su regulación y control, desde el punto de vista de su evolución y diseño de sistemas viables para su aplicación. Por otra parte, la investigación y el desarrollo de drogas y compuestos bioactivos evoluciona rápidamente y, en muchos casos, los mecanismos de acción son nuevos para los sistemas biológicos, por lo que las consecuencias en el ambiente son inciertas.
Entre los contaminantes encontramos algunos que pueden presentar alteraciones endocrinas, llamados disruptores endócrinos (DEs), debido a que pueden imitar o impedir la acción de una o varias hormonas en el organismo. Éstos incluyen: pesticidas, productos químicos industriales, productos farmacéuticos y fitoquímicos. Además de estar presentes en el agua, también se encuentran ampliamente distribuidos en los alimentos, en el suelo y en muchos objetos que utilizamos a diario.
Los disruptores endocrinos (DEs) en la mira
Los insecticidas clorados, tales como kepona; DDT; dieldrin y metoxicloro, los compuestos usados en los plásticos y en la industria de los detergentes, tales como el bisfenol A, los ftalatos y los alquilfenoles, tienen actividad estrogénica; es decir, similar a la hormona sexual femenina.
El DDE (un derivado del DDT) y el agente antihongos vinclozolin; entre otros, así como algunos insecticidas, bloquean la acción de la hormona sexual masculina (acción anti-androgénica).
Algunos PCBs, además de la actividad estrogénica, impiden el funcionamiento normal de la glándula tiroides (acción anti-tiroidea).
Además, una serie de surfactantes como los alquilfenoles etoxilados, utilizados en detergentes, pesticidas y productos industriales, se descargan directamente al ambiente a través de los sistemas de tratamiento de aguas residuales. Una vez allí, la degradación primaria de estos compuestos genera subproductos de cadenas cortas, que son más persistentes que la sustancia original (nonilfenoles, octilfenoles y alquilfenoles). Algunos estudios demostraron que éstas poseen la capacidad de imitar las hormonas naturales por interacción con el receptor estrogénico.
Consecuencias de los DEs en la salud humana
Las consecuencias en la salud humana a la exposición crónica de los DEs pueden ser potencialmente muy graves. Algunas de ellas son:
• Cáncer testicular: La incidencia del cáncer testicular en el hombre se ha incrementado significativamente en las últimas décadas en la mayoría de las  zonas industrializadas, con llamativas diferencias entre países, e incluso regiones vecinas (7,8).
• Cáncer de próstata: Esta entidad constituye la segunda causa de muerte por cáncer en los EE.UU. El incremento de mortalidad por esta condición registró un 17 por ciento en los últimos 30 años, a pesar de la mejoría lograda en el diagnóstico. Un meta análisis encontró  una relación positiva entre este tipo de cáncer y la dedicación a la agricultura.
• Cáncer de mama: Se ha sugerido la existencia de una relación entre el incremento del riesgo de padecer cáncer de mama y la exposición a los agentes químicos estrogénicos como plaguicidas organoclorados tales como el DDT y ciertos PCBs (10).
• Disminución de la calidad del esperma: Varios estudios reportaron una disminución  significativa en la concentración del esperma, mientras que otros no mostraron cambios significativos.
• Efectos sobre la fertilidad: Se estableció que la exposición al DEs in útero condiciona una incidencia más elevada  de abortos, de embarazos ectópicos, mortinatalidad y prematuridad.
• Efectos sobre el tiroides. Las hormonas tiroideas son necesarias a lo largo de la vida para mantener un adecuado nivel metabólico. Son fundamentales durante la etapa del crecimiento y desarrollo, especialmente para la maduración del cerebro. Diferentes agentes presentes en el medio ambiente pueden alterar su producción, tanto en animales como en humanos.
• Obesidad: La epidemia actual de obesidad podría no explicarse sólo por un cambio en el incremento del aporte calórico y/o disminución de la actividad física; existen algunos datos que hacen pensar en la posibilidad de que los agentes químicos pueden estar desempeñando algún papel en  tal sentido.
Posibles soluciones al problema del agua potable
Como hemos visto en ambos artículos (Parte 1 y 2), el problema del agua potable parece ser bastante serio. Hasta tanto no existan procedimientos efectivos para eliminar estas sustancias tóxicas en el agua corriente por parte de las plantas potabilizadoras, ésta seguirá siendo causa importante de contaminación por tóxicos químicos ambientales con potenciales efectos negativos en la salud. ¿Cuál es la solución entonces?
Las aguas minerales naturales son una buena alternativa para evitar la contaminación química al beber a diario y cocinar nuestros alimentos con agua corriente. Se debe evitar consumir el agua mineral contenida en envases de PVC o policarbonato (ya que liberan sustancias tóxicas como el bisfenol-A). El agua debe estar contenida, preferentemente, en envases de PET (tereftalato de polietileno) o HDP (polietileno de alta densidad). Los envases contienen la sigla que estipula el procedimiento de elaboración con PET y HDP.
Otra alternativa son los filtros especiales de agua que, además de obtener una mejor calidad del elemento para beber sirve para cocinar los alimentos. Pero, ¿qué tan eficaces son?
Recomendaciones
Si bien los estudios de los efectos nocivos para las sustancias cloradas y los subproductos presentes en el agua aún no son concluyentes (ver: Parte 1); si lo son cada vez más para los pesticidas y demás químicos tóxicos, producto de la actividad humana.
De no contar con ningún tipo de filtro, lo mejor es no beber agua de la canilla ni utilizarla para cocinar los alimentos. También, es conveniente evitar bañarse en las primeras horas de la mañana, que es donde generalmente se observa una mayor concentración de cloro en el agua, y evitar respirar los vapores del agua caliente de la ducha, manteniendo bien ventilado el baño.
El agua más saludable para beber es aquella que es verdaderamente mineral de fuente natural, como el agua del deshielo de las altas montañas. Hay que tener presente que muchas aguas que se comercializan como minerales, son en realidad aguas mineralizadas; es decir, agua corriente a las cuales se le agregan minerales.
Por el Dr. Sergio E. Schlimovich.

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