Mariana Chaves se vio afectada por los incendios en la Patagonia. En total, en la zona fueron destruidas más de 140 colmenas según cálculos de los productores
“La pérdida no la sufrimos sólo los que trabajamos con las colmenas y las abejas, sino también la biodiversidad y con ello la posibilidad de polinizar las flores”, asegura con la voz cortada Mariana Chaves, productora apícola de la provincia de Chubut, en diálogo con Infobae.
Es una de las tantas productoras y productores que lo perdieron todo, o casi, todo como consecuencia de los recientes incendios en esa región. Según los cálculos a los que accedió este medio, en la zona llevaban contabilizados más de 140 colmenas arrasadas por las llamas, cuyas pérdidas implican material inherente a las abejas y la infraestructura necesaria para producir miel.
“Ese día estaba llegando de Buenos Aires cuando empezó el incendio en El Bolsón y empezaron a caer cenizas en el techo, cuando quisimos salir del pueblo estaba cortada la ruta y lo único que veíamos era que se estaba juntando la gente. En ese momento no teníamos señal de los teléfonos, estaba cortada la luz y las líneas no andaban y no podíamos comunicarnos con nadie”, relató Mariana, que toda su vida se entrenó para este tipo de emergencias. De hecho, un incendio que hubo el año pasado en la zona había empezado a un kilómetro de su casa.
Los apiarios están a 20 y 30 kilómetros de su casa, en una zona verde de chacras y no sabía si el fuego ya había consumido el sustento familiar. “En el minuto uno me puse el mameluco, antiparras y siempre cargo algunas herramientas en el auto como motosierra, pero en ese momento no me dejaron salir. Sentí que todo era muy grave. Después, me dejaron pasar, me acerqué hasta el pueblo de Cholila y me pude comunicar y entender cómo veníamos. Hicimos guardia en la carretera y nos evacuaron con la gente del pueblo”, señaló la productora.PlayEl drama de José Mozi, presidente de la Asociación Apícola de la Comarca del Paralelo 42
Mariana vive en Epuyén, tiene 43 años y produce miel, propóleo, fruta fina y plantas aromáticas en la zona de la Comarca Andina. En el momento que se enteró de los incendios estaba llegando de Buenos Aires y todavía tenía que pasar a buscar a su hijo por la casa de su papá, a varios kilómetros de la suya. Si bien sabe que Natan, de 11 años, tiene instinto de supervivencia, porque lo entrenaron desde los dos años para estos casos, su primera reacción fue salir del pueblo, ir a su búsqueda, dejarlo a resguardo y acercarse a la zona de los apiarios y salvar la mayor cantidad posible.
“Todo el tiempo hablamos de lo que sucede con los incendios, es un niño que sabe cómo es la situación. Si yo le digo armá la mochila lo hace en minutos. Está entrenado para actuar en casos de emergencia. Hace 10 años, todos los veranos, sufrimos un incendio, y él preparó una mochila rápido ese día cuando se lo pedí. Él sabe lo que saben los brigadistas que están entrenando todo el año”, comentó.
Y agregó: “Si yo hoy tengo que salir por una emergencia similar tengo una mochila armada que tiene una carpa para 3 personas, bolsas de dormir, bolsas compactas, los documentos y mapas que están todos guardados en una bolsa impermeable, un botiquín compacto, sogas, linternas, purificador de agua y ropa térmica. En el auto, llevo una bolsa de trigo y artículos de supervivencia”.
Biodiversidad
La productora explicó que si bien los costos económicos sufridos por los materiales no son significativamente altos, lo más grave que dejaron los incendios para el sector apícola es la pérdida de la biodiversidad, que demora años en recomponerse. “Lo estamos sufriendo y viviendo como una catástrofe. Cada una de las pérdidas significa un montón, las abejas tienen que visitar 1.144.000 flores para producir un kilo de miel”, ejemplificó la productora.
Por los incendios, Mariana Chaves perdió gran parte de su producción de miel, pero aseguró que lo más grave es la destrucción de la biodiversidad
Los incendios provocaron destrozos a la biodiversidad y la economía de los apicultores y productores de la fruta fina como cereza, arándanos y frutillas. “La Comarca está sufriendo la emergencia de una catástrofe ígnea, de hacer que se pierda el bosque y que la biodiversidad esté en riesgo. Las quemas de las nacientes de agua en la Cordillera ha puesto en riesgo las producciones apícolas”, relató Mariana.
Después de los incendios, los productores de miel de esa región de Chubut tendrán una recuperación muy prolongada debido a que en esa zona solamente hay dos cosechas anuales por el corto período primaveral. “La producción acá tiene una temporada muy corta de trabajo a diferencia de la Pampa Húmeda, Buenos Aires o el norte del país. Solo contamos con dos cosechas anuales y el promedio va de entre 6.000 a 7.000 kilos de miel entre el total de productores y productoras que pertenecemos a la Asociación Apícola de la Comarca”, explicó.
Dicha Asociación tiene 25 socios activos que van desde la localidad de El Bolsón hasta la localidad de Cholila, en el departamento de Cushamen. Es decir, desde el Sur de la provincia de Río Negro y el Noroeste del Chubut. Por la capacidad de producir en climas extremos, los productores se auto proclamaron como los apicultores del fin del mundo, ya que están en una de las últimas líneas donde se puede desarrollar la actividad.
“Esto no se dice en tono alarmista ni amarillista, pero es una situación muy grave (lo que se vive) con respecto a la actividad en la Cordillera chubutense. Si hablamos de costos de materiales para poder comprar pisos, alza, entretapas, techos, medias alzas, cuadros, clavos y alambre calculamos unos $5.000 más $3.000 para el núcleo de abejas”, especificó sobre las pérdidas que tienen que reponer por equipos.
El daño que dejó el fuego
En ese sentido aclaró que, si bien los números reales de costos no son altos producen biodiversidad. “Nuestro trabajo no se basa o no se asienta en el costo de ganancia en el rinde miel porque tendríamos que vender esos 6.000 kilos de miel cosechados a un precio que nadie podría pagar. Entendemos que en este nuevo paradigma de apicultura y por el que trabajamos en esta zona con abejas, es para favorecer la biodiversidad del bosque, de las plantas nativas, las producciones agroecológicas, las frutas finas y huertas”, precisó la productora.
Mariana perdió cuatro de las 20 colmenas que tenía en su propiedad, y aclaró que para alguien que está dentro La Pampa húmeda o de Buenos Aires este número podría no tener la misma dimensión que para ellos. “Les parecería muy poco en el contexto de producción en el que venimos desarrollando la actividad y, de esta manera, buscamos que se pueda entender la complejidad y la gravedad de los incendios al día de hoy; que fuimos afectados por el fuego”, señala.
Se cree que en esa región hay afectadas cerca de 15.000 hectáreas de bosques nativos. Y, la diferencia de este incendio de otros anteriores fue por el gran número de casas en las zonas urbanas que fueron alcanzadas por las lenguas de fuego. “Hay más de 400 casas y galpones destruidos parcialmente. Esto ha afectado de lleno a las frambuesas, frutillas, cerezas de la temporada”, indicó Juan Pablo Acosta, miembro de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) en la zona de El Hoyo.
La ayuda
La UTT encabezó una movida solidaria para ayudar a los productores que fueron afectados por las llamas para que puedan recomponerse. En pocos días destinaron dos toneladas de alimentos a disposición de la gente que sufrió el incendio.
“Al suspenderse el servicio eléctrico se hizo una convocatoria a los productores para ubicar la fruta fina en caso de que cuando se restablezca la luz colocar la fruta fresca en refers. La fruta fina que estaba cosechada se fue acomodando en los espacios que son mantenidos en los equipos que dio la provincia a través de un trabajo organizado con la cooperativa de la zona”, resaltó Acosta.
“Está muy dañado el sistema de agua en las chacras, los postes, varillas, alambres, delimitaciones perimetrales y hay familias vecinas que se han quedado sin herramientas para seguir. Es por eso que trabajamos en línea de acompañamiento con donaciones de alimentos sanos”, destacó el representante de la UTT en esa región de la provincia.
Por último, Acosta indicó que por el nivel de destrucción que se produjo en las áreas verdes, se tendría que pensar en una política pública de restauración de todo el bosque nativo que fue devorado por el fuego.
“Este es el desafío que tenemos como sociedad de hoy en más, pero para que se lleve adelante tiene que haber un proceso de políticas públicas”, concluyó.
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