sábado, 15 de diciembre de 2012


Novillos pesados: el incierto futuro de la producción ganadera




Con un modelo orientado en forma excluyente al consumo interno, el negocio con este tipo de animales está en franco descenso.

Hubo tiempos en que en la Argentina se vedaba una o dos veces a la semana la venta interna de carne para poder abastecer la exportación. Cuesta creerlo cuando, desde 2006, ocurre lo opuesto, con el resultado paradójico de que se ha desbaratado la exportación sin que eso pudiera contener el precio local de la carne en las góndolas.
En 2011, este país exportó unas 250.000 toneladas de carne vacuna (equivalentes res con hueso), su peor performance desde 2001, cuando sintió el portazo en la cara de casi todos los mercados externos por la aftosa. Este año viene peor: hay dudas sobre si se llegarán a despachar 200.000 toneladas. Uruguay exportará 350.000.
Pero ahora no es por falta de permisos (o ROE, ese invento de 2008), que la desesperada necesidad de divisas lleva a otorgar generosamente, sino porque los números no les cierran a los frigoríficos. Salvo en el caso del rump & loin (lomo, bife angosto, cuadril, bife ancho) que se exporta como cuota Hilton (el cupo exento de ciertos aranceles que compra la Unión Europea), lo que ha aumentado la carne para la mesa de los argentinos poco justifica exportar, cosa que implica mayores costos de preparación de los cortes, envasado al vacío y logística, a cambio de dólares al cambio oficial menos el 15%, menos el costo de los cortes subsidiados de la Barata, actualmente equivalente a unos US$ 600 por tonelada exportada, según calcula el economista y consultor Miguel Gorelik.
El resultado, por decirlo de algún modo, es que la milanesa porteña es mejor candidata para el peceto que la bresaola italiana, a lo que contribuye la crisis económica europea y la abundante oferta de Brasil. Así, lo exportado durante 2012 equivale a un 7% de la carne producida, de acuerdo con las estimaciones de la cámara de frigoríficos Ciccra. Lo habitual en los últimos años era entre 15% y 20%.
Que el 93% de la faena quede en la plaza local implica varias transformaciones. El animal que abastece la exportación es el novillo pesado, que antes era mucho más pesado que ahora (algunos recuerdan todavía los estupendos cuartos pistola que brindaban novillos Charolais de 600 kilos). Pero los argentinos, sobre todo en las ciudades, no quieren cortes grandes, ni hablar en los asados.
Así se da lo que el especialista Ignacio Iriarte llama efecto Herodes: los machos no llegan a novillos. El frigorífico, pese a que tiene básicamente el mismo costo para faenar un ternero al que le saca 150 kilos o un novillo que le da 300, prefiere lo primero, porque coloca mejor esa mercadería. Luego, castiga en precio al animal más grande. Así, el productor, cuyo negocio consistía y debería consistir en repartir en muchos kilos el gran costo de hacer un animal nuevo, prefiere ir a lo más seguro: vender rápido y no inmovilizar capital.
Sobre la base de los datos del Senasa, el autor de Informe Ganadero encuentra que, respecto de 2005 -el último año sin medidas intervencionistas en el negocio de la carne-, en el país hay un 43% menos de novillos. La pérdida se agudiza en las provincias tradicionalmente ganaderas, donde se sumó la competencia de la agricultura. Así, detalló Iriarte, en Buenos Aires hay un 62% menos de novillos; en Córdoba, 64% menos; en La Pampa, 54% menos; en Santa Fe 35% menos y en Entre Ríos 21% menos que hace siete años. Solo en parte fueron reemplazados por animales del norte del país.
El experto Víctor Tonelli planteó que "hasta fin de 2005, los novillos representaban cerca del 60% del total de machos faenados. Luego de la intervención en la que se limitaron las exportaciones, la producción y faena de novillos cayó hasta llegar este año a cerca del 35%". A la vez, "la concentración de faena en los machos livianos generó una pérdida de casi 24 kilos por res faenada, equivalente a una pérdida anual de 160.000 toneladas sobre el total de machos faenados, y una sobreoferta de machos castrados que impulsó la baja de los precios", apuntó.

RETORNO

"Sin exportaciones, no hay manera de que vuelva el novillo pesado, porque el consumo tiene una preferencia por el animal más liviano", dijo Ignacio Gómez Álzaga, de la consignataria Álzaga Unzué. Suspender la Barata o retrotraer las retenciones al 5% (como hasta fin de 2005) son medidas que para el consignatario podrían mejorar la rentabilidad de la exportación, así como algunos estímulos más indirectos. Pero "incentivar directo al ganadero sería artificial y distorsionaría más el mercado", opinó.
Para Iriarte, "el estado de situación anterior no va a volver. Las zonas que hacían novillo están con agricultura. Además, el novillo necesita tiempo e inmovilización de capital operativo, y el Gobierno dio señales muy claras en contra de esa elección". Por otro lado, al correrse hacia el norte, también cambió el tipo de novillos, que deben ser más rústicos, es decir, con cruzas índica. "Va a sufrir mucho más la oferta de novillo mestizo", dijo el especialista.
"Al productor le conviene hacer un novillo consumo con 400 o 420 kilos: los últimos 100 kilos se hacen con suplementación, cuestan un montón. El Gobierno podría desgravar de Ganancias los kilos por encima de cierto peso para estimular la producción, porque si no, todo el discurso de incrementar los kilos de carne sin aumentar el rodeo cae en saco roto", dijeron desde un frigorífico pidiendo reserva de identidad.
Javier Martínez del Valle, ex director general de la Asociación de Productores Exportadores Argentinos (APEA), encontró dos factores optimistas, aun cuando reconoció que "en los últimos años la proporción de novillo pesado está bajando porque no hay demanda exportadora (a la inversa del período 2003-2007, cuando el pesado costaba más que el liviano)". Para el directivo, por un lado, el costo de reposición de terneros para el invernador lo obliga a cargar más kilos; por otro, los números del feedlot los llevan a incrementar los pesos promedio. "Son factores potenciales que podrían ser elementos alentadores en tanto se restablezcan las exportaciones y continúe alto el costo de reposición", indicó.
Para Tonelli, el Gobierno va entendiendo que la vuelta a las exportaciones es el factor que determinará el futuro del novillo pesado. "Con las exportaciones con buena dinámica, el precio del novillo pesado surge de la competencia entre los operadores del mercado interno y externo, y esto es lo que necesita el productor para volver a producirlo: precio y expectativas de mercados activos".

DIXIT

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    "Sin exportaciones no hay manera de que vuelva el novillo pesado"
    Ignacio Gómez Álzaga
    Consignatario
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    "La concentración de faena en los machos livianos generó una pérdida de 24 kilos por res faenada"
    Víctor Tonelli
    Productor y consultor
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    "Se da un efecto Herodes: los machos no llegan a novillos"
    Ignacio Iriarte
    consultor
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