sábado, 8 de diciembre de 2012


El relato, en una de sus peores disyuntivas: claudica si negocia con los buitres, agrava la crisis si se mantiene inflexible

El fallo del juez Griesa pone al kirchnerismo en una situación límite. Es que el discurso, que tanto rédito político le dio, puede súbitamente transformarse en un boomerang. ¿Un eventual default es funcional para ser “vendido a la tribuna”?. Analistas creen que sí. Mientras, el mercado teme lo peor
Pocas cosas parecen darle tanto placer a Cristina Kirchner como criticar a los fondos buitre, a lascalificadoras de riesgo crediticio y a todos los protagonistas de la “economía casino”.
Lo ha hecho en todos los ámbitos, desde las reuniones del G-20 frente a sus colegas de los países más poderosos del mundo, hasta en los actos del interior del país, rodeada por el público local para el cual el mercado de capitales es un tema “esotérico”.
Esta retórica de condena a la especulación ha ocupado una parte esencial del “relato” y, a juzgar por los resultados electorales, se trata de una postura que a la Presidenta le ha dado rédito político.
Los politólogos que analizaron los mensajes de la campaña electoral concluyeron que Cristina ha sabido manejar hábilmente el contraste entre los países que basan su economía en el endeudamiento -y finalmente terminan en crisis, víctimas de los especuladores- y aquellos que se mantienen alejados del mercado de capitales y prefieren “vivir con lo nuestro”.
Es cierto que a veces la realidad desafía ese discurso, como ocurrió cuando el presidente boliviano Evo Morales, no precisamente del “club neoliberal”, recurrió al mercado de deuda, con gran éxito (le ofrecieron 10 veces más dinero del que pidió y a una tasa inéditamente baja de 4,8 por ciento).
De todas formas, el kirchnerismo siempre se las ingenia para que el “relato” encuentre la forma de explicarestas contradicciones.
Como, por ejemplo, al señalar que hay quienes apuestan a que la Argentina pueda caer en un default técnico, porque de esa forma se beneficiarían con el cobro de un seguro.
¿Una crisis funcional al “relato”?
Pero hasta el más elaborado de los relatos siempre encuentra su límite. La Presidenta lo está descubriendo todos los días en temas como el transporte público y la energía.
Las acusaciones de funcionarios a misteriosas manos que “bajaron la palanca” resultan difíciles de sostener ante la cruda realidad de la falta de inversiones. 
Y todo apunta a que se está cerca del límite también en el tema de la relación con el mundo financiero.
La radicalización del discurso del Gobierno está llevando la situación a un extremo en el cual para el país sólo parece haber dos escenarios: caer en default técnico, con lo que ello implica para la economía, o pagarle a los “buitres”, asumiendo el costo político de un retroceso humillante.
“Lo que ocurrió con el fallo del juez Griesa no es un caso puntual, sino que forma parte de un estilo. Cada vez que explota un problema, el Gobierno lo transforma en una cruzada donde todo es blanco o negro”, afirma Alejandro Corbacho, docente de ciencias políticas de la Ucema.
En la misma línea opinan economistas que han seguido la saga de la reestructuración de la deuda pública en default, para quienes el Gobierno desechó una “vía del medio” -que podría haber resuelto el problema con la justicia estadounidense- y en cambio prefirió una postura radicalizada que arriesgaba un fallo en contra del país.
Uno de los más contundentes al respecto es Federico Sturzenegger, presidente del Banco Ciudad, para quien elGobierno prácticamente buscó un fallo negativo como forma de “tapar los problemas que tiene el modelo”.
“Lo único que tenía que hacer era decir que le iba a pagar proporcionalmente a lo que les abonará a las personas que entraron en el canje. Ante esa oportunidad única de cerrar el tema y abrir la posibilidad a nuestras empresas de financiarse afuera, hicieron enojar al juez y dijeron que no iban a acatar el fallo”, sostiene Sturzenegger.
En la misma línea, Gustavo Lazzari, economista de la fundación Libertad y Progreso, opina que “cuando se trata dedecisiones externas, el Gobierno las toma pensando en la tribuna local”.
Para este analista, se han cometido dos errores en el proceso de canje: “El primero es presentarse como un buen pagador cuando no estaba renegociado el 100% de la deuda; y el segundo es haber insultado y ninguneado por años a los acreedores“.
Lazzari cree que el fallo de Griesa puede interpretarse como un mensaje a la Presidenta. “Es como si le dijera: ‘señora, usted no puede tratar de esa manera a quien le debe dinero’”.
La sentencia del juez parece darle la razón a este argumento: en una situación extraña para la justicia anglosajona, que se basa más en hechos que en dichos o conjeturas, el magistrado estadounidense se apoyó en declaraciones públicas de la jefa de Estado y del ministro Hernán Lorenzino para apurar su decisión.
Según el juez, esas frases agresivas hacia los fondos buitre, donde se plantea como una cuestión de principios la negativa a pagar bajo ninguna modalidad, son las que justifican un fallo que obligue a la Argentina a abonar la totalidad de la deuda nominal y al contado.
Para Griesa, los discursos de los funcionarios argentinos imprimen, además, cierta premura en exigir un depósito, porque cuanto más tiempo pase, mayor será la probabilidad de que la Argentina encuentre una maniobra evasiva.
Siempre subiendo la apuesta
Más allá de si el Gobierno haya tensado la situación intencionalmente o si se siente víctima de una conspiración de los fondos buitre, lo cierto es que ahora se enfrenta a una disyuntiva incómoda.
El ministro Lorenzino se mostró confiado este jueves de que, finalmente, la Cámara de Apelaciones de la justicia estadounidense le dará la razón a la postura argentina.
Y que, en consecuencia, la fecha del “15D” perderá la aureola amenazante que hoy tiene para el país, cuyos bonos están sufriendo un fuerte castigo de los mercados.
Pero el ministro se negó de plano a considerar que pudiere existir otra posibilidad, que los expertos consideran más probable: la de que la justicia imponga algún tipo de pago, aunque no sea el 100% del valor nominal de la deuda que exige Griesa.
En ese caso, el Gobierno deberá tomar una decisión incómoda, porque cualquiera de los escenarios que se abren le implicará costos económicos y políticos.
“Es más probable que la Argentina no cumpla con el fallo a que sí lo haga, dado que la Presidenta aseguró que nunca negociaría con los buitres”, señala el politólogo Rosendo Fraga.
Este analista espera un fin de año complicado en lo político. Tras las manifestaciones callejeras de loscaceroleros y el paro de la CGT, el Gobierno se enfrenta a dos temas clave en su agenda: la confrontación con el multimedios Clarín y el fallo por la deuda con los “holdouts“.
Fraga no duda respecto de cuál será la reacción de Cristina: “Por personalidad e ideología, el Gobiernoredoblará la apuesta”.
Por su parte, el ex ministro Roque Fernández se muestra escéptico en cuanto a que, como espera Lorenzino, lajusticia estadounidense revierta el fallo de Griesa.
“Solamente con un criterio muy voluntarista se podía pensar que el juez iba a decir que aquellos que no entraron al canje no cobran nunca más. Se le puede poner un contenido emocional y hacer de esto un gran drama, o se puede ver cuál es la realidad de esta situación”, señala Fernández.
No todos opinan igual respecto de cuál sea la situación final. Por ejemplo, Domingo Cavallo cree que, en un marco internacional donde “las reestructuraciones de deuda soberana van a ser bastante más frecuentes en el futuro”, los jueces estarían dispuestos a promover un acuerdo en el que los acreedores puedan tener la misma condición de cobro que quienes ya adhirieron al canje.
“Yo creo que incluso el juez Griesa podría haber aceptado una postura semejante, pero las declaraciones de la Presidenta, en el sentido de que no se les pagará nada a los reclamantes, lo llevó a una postura extrema”, argumenta el polémico ex ministro.
Ser o no ser
Lo cierto es que, hoy por hoy, el escenario de un default técnico -o, peor aun, un efecto dominó hacia el resto de los bonistas que aceptaron el canje- aparece hoy como una posibilidad en el horizonte cercano.
Es claro que, en lo que respecta a la economía y a las finanzas, el Gobierno lamentará esa situación.
El consenso de los economistas es que, aun cuando el país esté marginado del mercado de crédito, nunca resulta gratis un agravamiento en el riesgo país: complica el crédito al sector privado e infringe un motivo adicional para ahuyentar a la inversión externa directa.
La duda que queda es la evaluación política que pueda hacer el Gobierno ante semejante situación.
¿Existirá la posibilidad de que se considere “funcional al relato” un default, justo en medio de un ambiente político enrarecido y en la antesala de una campaña electoral?
Algunos creen que será así.
“Encuentran en los fondos buitres y en la fragata Libertad algo que mediáticamente los hace quedar como librando una lucha épica“, opina Sturzenegger.
Es imposible saber hoy cuál será la valoración política que haga la Presidenta. Resultaría extraño que se llegara a justificar un pago a los “buitres“.
“Creo que el Gobierno preferiría enfrentarse a la situación de default. Pero si eso no fuera posible y tuviese que pagar, sería visto como una claudicación asombrosa“, señala Lazzari, de la fundación Libertad y Progreso.
Y agrega: “Pondría en juego la credibilidad del relato, al punto que hasta afectaría la gobernabilidad, porque la Presidenta perdería legitimidad ante su propia tropa”.
En tanto, Corbacho, de Ucema, apunta: “Desde lo discursivo sería un giro difícil de justificar. Aunque siempre cabe la posibilidad de victimizarse y decir que ´nos obligaron´”.
Y agrega: “A fin de cuentas, para el Gobierno siempre la culpa la tiene el mundo, que conspira contra nosotros. Es lo que da la pauta de que la Argentina sigue siendo un país adolescente”.
El mercado, mientras tanto, sigue opinando de la manera más elocuente: el índice de riesgo país recibió otro empujón de 163 puntos básicos y llegó a 1.263.
Es que resolver el problema de la deuda requiere alejarse de posiciones cerradas y de tonos discursivos eufóricos que, finalmente, pueden jugar en contra.
Es ahí donde el país corre el riesgo de encontrarse con un punto límite en el que, tal como sostiene el economista Alfonso Prat Gay, “el relato termina chocándose con la realidad”.

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