lunes, 1 de octubre de 2012


Un negocio grande, pero que va por más

Los embarques de la industria semillera ya suman 250 millones de dólares al año, dijo el INTA, que recordó que es estratégico invertir en un buen germoplasma.
Se vislumbra un panorama mundial favorable en cuanto a lo que es la demanda de semillas, por lo que el porvenir es muy alentador”, consideró Cristiano Casini, coordinador del Area Estratégica Agroindustria del INTA.
En este sector, el país tiene un horizonte próspero: actualmente la exportación de simientes ronda los 250 millones de dólares, principalmente en soja y maíz, aunque también en otros cultivos como sorgo, girasol y trigo.
El crecimiento de la población mundial para los próximos años, estimada en 8.000 millones para el 2025, supone un incremento proporcional en la demanda de la producción agrícola. Mayor superficie de tierra cultivable y más productividad, con la misma cantidad de agua disponible, son las claves para acompañar ese proceso.
Casini destacó que se prevé un escenario favorable en cuanto a la demanda de semillas. “Eso abre una gran posibilidad para consolidar una industria muy fuerte de agregado de valor, como es el caso de la exportación de semillas de alta calidad”, aseguró el referente del INTA.
En general -con variaciones de un cultivo a otro y en función de las circunstancias-, actualmente un 50% de los rindes se debe a la aplicación de tecnologías en las prácticas agrícolas como la siembra directa y el otro 50% es resultado de los avances genéticos que se obtienen y se incorporan a los cultivares mejorados.
“El desafío que tenemos ahora, desde el punto de vista de la producción de semilla, es aumentar en cantidad y calidad para proveer al mercado externo”, reconoció Casini.
Como paquete tecnológico, la semilla es portadora de una parte genética y otra fisiológica. Para asegurar su rendimiento no basta sólo con su calidad genética, sino que ésta debe expresarse en toda su dimensión. “La semilla tiene que tener una alta calidad fisiológica, que se traduce en sanidad, vigor y germinación”, planteó el especialista.
“Si bien hay un concepto de lo que es la calidad de semillas, muchas veces el productor no conoce bien el potencial que tiene en cuanto a la genética y la calidad fisiológica que tiene ese producto”, insistió Casini.
En este sentido, consideró que se debe valorizar la calidad de semilla en cuanto a su potencial genético, como incremento de los rendimientos de los cultivos. Por eso es muy importante fomentar el uso de semilla fiscalizada, que ofrece una seguridad de alto valor fisiológico, de calidad de germinación y vigor.
La genética juega un papel muy importante frente a la necesidad de aumentar la productividad agrícola, al transformar los cultivos en más eficientes en el uso de agua y en el aprovechamiento de la energía solar.
“La mejor inversión que puede hacer un productor agropecuario es la adquisición de semilla fiscalizada de alta calidad, ya que con esa actitud está invirtiendo indirectamente en genética y apostando a una mejora continua de su rentabilidad”, explicó el especialista.
Así, para la Argentina tiene una importancia estratégica fortificar los bancos de germoplasma, como reservorio de la diversidad genética de productos agropecuarios, y fomentar el mejoramiento de los cultivares de todas las especies agrícolas, indicó Casini.

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