La oferta aumentó, en particular la presencia de lotes alemanes creció considerablemente, pero también se acumularon los envíos españoles, italianos y turcos. En algunos lugares, la demanda no pudo seguir el ritmo de una mayor oferta.
Además, la calidad no siempre fue óptima: la Ferrovia italiana no tuvo buen sabor en Berlín, la pequeña Bigarreau francesa sufrió de mosca de la fruta en Múnich, la fruta búlgara estaba demasiado blanda en Hamburgo, y en Colonia las propiedades organolépticas de la oferta del sur de Europa no complació a los clientes. Como resultado del aumento de la oferta, la atención se centró en productos más grandes, de 30 mm +.
Los calibres más pequeños a menudo vieron bajar sus precios. En el sur de Alemania, solo se encontraron algunos productos nacionales atractivos, pues las intensas lluvias hicieron que la fruta se abriera en los árboles después de un periodo prolongado de calor. El interés fue bastante bueno, pero la caída de los precios raramente se pudo evitar. Sin embargo, en Berlín, las cotizaciones de los lotes de la fruta crujiente y de color rojo intenso de Baden se elevaron a casi 8 euros por kilo.
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