lunes, 19 de junio de 2017

¿Ricardo Buryaile se va o se queda?


Las elecciones legislativas de octubre están moviendo el tablero donde juegan los funcionarios y dirigentes del campo. Esta semana, el Ministerio de Agroindustria se convirtió en el ombligo de todo tipo de especulaciones. ¿Será Ricardo Buryaile candidato a senador en Formosa en las elecciones legislativas de octubre o continuará su gestión como ministro? ¿Quedará Agroindustria […]
Las elecciones legislativas de octubre están moviendo el tablero donde juegan los funcionarios y dirigentes del campo. Esta semana, el Ministerio de Agroindustria se convirtió en el ombligo de todo tipo de especulaciones. ¿Será Ricardo Buryaile candidato a senador en Formosa en las elecciones legislativas de octubre o continuará su gestión como ministro? ¿Quedará Agroindustria fusionado con el Ministerio de Producción y bajará al rango de Secretaría de Estado? Son sólo dos de unos cuantos interrogantes que levantaron una buena polvareda.
El primero se ocupará de develarlo en forma exclusiva el presidente Mauricio Macri antes del próximo sábado. No es una decisión fácil. Si pone a jugar un candidato competitivo, que tiene como sueño desbancar a Gildo Insfrán, que ocupa desde hace 22 años el sillón de gobernador de Formosa, pierde un ministro que es respetado en el sector, que conoce los problemas y que sabe contemporizar y limar a tiempo las asperezas. Buryaile cuenta con un formato que viene dando resultados: 70% de político y 30% de técnico, conocimiento avalado por sus años de trajinar como ganadero del Norte.
El segundo interrogante, si Agroindustria puede llegar a perder su categoría ministerial al quedar bajo el ala de Producción, fue generado en los pasillos de la Casa Rosada a partir de la decisión de Macri de evaluar alternativas para reducir el gasto para 2018 y el número de ministerios y secretarías. Hoy funcionan 23 ministerios, el mayor número de la historia.
La posibilidad de que Agroindustria pierda su estatus ministerial generó de inmediato las críticas de las entidades del campo. En todo el arco, desde la Federación Agraria (FAA) hasta Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), pasando por las economías regionales de la Confederación de la Mediana Empresa (CAME), se levantaron las voces de alerta.
La dirigencia está más que enterada de que el sector sufriría una fuerte pérdida de representatividad. Al fin y al cabo, un ministro habla directamente con el presidente, mientras que un secretario tiene que pedir permiso.
A lo largo de la historia, muchas de las políticas y medidas anticampo se pueden explicar por las diez cuadras de distancia que separan Agroindustria de la Casa Rosada. “Cambio los dos edificios de Paseo Colón por una oficinita en el Ministerio de Economía”, reflexionaba el ex secretario de Agricultura Gabriel Delgado, haciendo alusión al peso que tiene estar en el lugar donde se toman las decisiones.
Como un dato anecdótico, pero que sirve para pintar los vaivenes políticos y económicos que sufrió el país, vale recordar que el peso del campo en el organigrama de gobierno supo estar en el mismísimo sótano. En 2001, se le redujo el rango a Subsecretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, cuyo titular fue Eduardo Manciana.
Después del malestar exhibido por los productores y dirigentes quedó claro que el presidente Macri pagaría un fuerte costo político. La decisión de bajarle el rango a Agroindustria iría además a contramano de su discurso que apuesta que la producción de alimentos será el motor del desarrollo del país.
Aunque la iniciativa permanece aún latente, en las últimas horas perdió algo de su fuerza inicial, si se toman en serio los mensajes privados que envió el jefe de Gabinete, Marcos Peña, calmando las aguas. “No hay nada de eso”, escribió.

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