sábado, 10 de junio de 2017

Maíz 2018: el nuevo boom


Sólo un factor climático adverso en alguno de los meses clave (julio y agosto), que afecte negativamente la cosecha de soja en los Estados Unidos -también afectará al maíz-, podría provocar una suba en el precio de la oleaginosa que, así, se acercaría a los mejores márgenes brutos del forrajero. Pero la soja siempre seguirá […]
Sólo un factor climático adverso en alguno de los meses clave (julio y agosto), que afecte negativamente la cosecha de soja en los Estados Unidos -también afectará al maíz-, podría provocar una suba en el precio de la oleaginosa que, así, se acercaría a los mejores márgenes brutos del forrajero.
Pero la soja siempre seguirá corriendo de atrás y el maíz continuará siendo el cultivo más rentable proyectando los precios a 2018. Para que quede claro, con clima normal en los Estados Unidos el mercado de maíz seguirá sostenido a firme, mientras que el de la soja podrá comenzar un rally bajista cuyo piso será de difícil predicción.
Pero si el clima afecta negativamente a la soja, también hará lo mismo con el maíz y los dos cultivos entraran en un rally alcista en el que no se puede asegurar en qué nivel de precios estará el techo.
Hablando en concreto, hoy el maíz de la nueva cosecha, marzo 2018, ya se está cotizando a 160 dólares por tonelada, mientras que la soja nueva, mayo 2018, se cotiza a 249 dólares. La relación de precios soja/maíz hoy se ubica en 1,55/1, una de las más favorables al maíz de los últimos tiempos.
En la zona núcleo para igualar el margen bruto de un maíz con un rinde de 120 quintales por hectárea el productor debe cosechar 60 quintales de soja. Hoy es mucho más probable sacar 120 quintales de maíz que 60 quintales de soja, asumiendo condiciones climáticas normales para ambos cultivos.
En la hipótesis de clima normal en EE.UU. y de una cosecha de soja 2018 estadounidense en el súper récord de 120 millones de toneladas, el rinde de soja necesario para igualar el margen bruto de maíz es de 70 quintales por hectárea.
Lo que sucede es que el balance de oferta y demanda mundial de maíz y dentro de los Estados Unidos es estructuralmente muy ajustado. Por primera vez en estos últimos años, el consumo global supera a la producción mundial. A pesar de la cosmética que utiliza el USDA reduciendo sensiblemente las existencias finales de maíz en EE.UU., para no poner nerviosos a los fondos, lo concreto es que los estadounidenses sacrifican casi 10 millones de toneladas de sus exportaciones, ante un mercado interno que mantiene firme demanda. Y esto sin considerar todavía la caída adicional en la superficie de siembra de maíz que muchos analistas ya consideran mayor a la estimada por el USDA en su informe del pasado 31 de marzo. Y aún no considera la desmejora en la condición de los cultivos, muy por debajo de la situación de un año atrás, cuando se lograron rindes récord de maíz.
Los tiburones de Chicago comenzaron a oler sangre, y todos los caminos conducen a que la Argentina tendrá una oportunidad única para poder reemplazar las menores exportaciones de maíz estadounidense. Por este motivo los exportadores de nuestro país ya están pagando importantes primas por el maíz con entrega en enero y en febrero de 2018, en pleno invierno de EE.UU., donde la logística del Mississippi se ve afectada por factores climáticos.
Ante este escenario de precios, alcista para el maíz y bajista para la soja, dependiendo del mercado climático como factor de variable en los precios relativos, y de continuar la actual relación de precios soja/maíz, es muy probable que la superficie de maíz en la Argentina pueda aumentar en un millón de hectáreas. Y si se confirma esta tendencia, la producción del cereal en 2018 podrá llegar al récord de 50 millones de toneladas. Sólo resta saber si habrá suficiente semilla de maíz para poder abastecer esta mayor demanda de superficie de siembra.

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