lunes, 12 de junio de 2017

Insectos, el último arma para luchar contra las plagas que atacan los cultivos


"El principal enemigo de los insectos siempre han sido los propios insectos"
El campo vive una etapa de incertidumbre debido a una cada vez mayor apuesta medioambiental. Europa ha iniciado una cruzada contra las sustancias fitosanitarias que ha dejado en muchas ocasiones a los agricultores con pocas soluciones o alternativas. La reducción de productos, la mayor resistencia de las malas hierbas y plagas a las materias activas habituales y una creciente demanda por los alimentos ecológicos han hecho despegar a la lucha biológica y microbiológica en nuestro país.
Presente en el mundo de manera empresarial desde 1967 gracias a la puesta en marcha de Koppert Biological Systems, esta alternativa al uso de los químicos tradicionales vive un momento dulce. Desarrollada ampliamente en el mundo de los invernaderos principalmente, cada vez más está presente en los cultivos al aire libre y extensivos.
“El principal enemigo de los insectos siempre han sido los propios insectos, no los químicos”, explica Javier Villegas, director comercial para la zona centro de Koppert España. Según este ingeniero agrónomo, la cantidad de soluciones químicas que hay ahora, cada vez va ser menor, más específicas y menos generalistas. “Al ser menos las soluciones para combatir las plagas es donde está adquiriendo más protagonismo la lucha biológica que ha tenido y tiene la naturaleza. Nosotros simplemente utilizamos los enemigos naturales que tienen esas plagas para combatirlas”.

Lucha biológica

La lucha biológica extensiva se puede utilizar de dos formas. Primero con la suelta de insectos en los focos donde está esta plaga o mediante una acción preventiva y conservativa. “Introduciendo en los bordes perimetrales y linderos insectos beneficiosos que devoran a las plagas que atacan a los cultivos, podemos ir realizando un trabajo preventivo”, explica Villegas.
La lucha biológica está ofreciendo soluciones en muchos cultivos donde las soluciones químicas no terminaba de dar una respuesta. En cítricos hay una gran experiencia gracias a insectos y ácaros que funcionan como enemigos naturales en estos cultivos. En la cebolla, ha ofrecido una respuesta para combatir el Trips, una de sus principales amenazas. Otros ejemplos de éxito son el ajo y cómo se está combatiendo el taladro en países como Italia, todo es un problema para este cultivo, con un parásito que combate esta plaga. En frutales también ha tenido un gran desarrollo especialmente en almendro, a la vez que ha crecido el auge y demanda en este cultivo. También está creciendo en lechugas, zanahorias y espinacas, donde cada vez hay más soluciones para sus distintas plagas.
El agricultor necesita que el cuajado de su futuro producto se realice en tiempo y forma, ya que es un periodo breve. La contaminación, el uso de pesticidas y el monocultivo han diezmado la población de abejas y la solución ha sido la apuesta por los abejorros. La abeja común es sensible al viento, los nubarrones y es capaz de comunicarse entre sí para decir dónde está el polen más apetecible. En cambio, el abejorro es un polinizador más profesional que está dando grandes resultados. Es capaz de trabajar con menos luz, a temperaturas que no lo hace la abeja, es más trabajador y es incapaz de comunicarse con sus semejantes, por lo que si detecta una zona de polen apetecible fuera de la zona de trabajo no va a hacer que el resto de la colmena se desplace hasta allí. Las ventajas de los abejorros es que son más mansos que las abejas y se manejan mejor; “solo hay que dejarles en un sitio con sombra y a salvo de las hormigas y, pasado un tiempo y realizada su función, mueren”, afirma.

La lucha microbiológica también en auge

Otro pilar de la lucha biológica es la microbiología que también vive un auge importante. Esta área está centrada en mejorar la fertilidad del suelo y proteger de enfermedades a las semillas en la nascencia del cultivo aumentando su productividad mediante el uso de microorganismos beneficiosos -hongos y bacterias- que protegen las raíces y recuperan el equilibrio biológico del suelo. La semilla es inoculada con estos microorganismos que empiezan a funcionar desde los primeros estadios de la planta mejorando la nutrición y combatiendo las enfermedades e incluso el estrés hídrico, ya que facilitan la absorción de agua y nutrientes a la planta.
La lucha microbiológica se utiliza en cultivos tanto intensivos -como tomate, pepino, melón o fresas- como en extensivos -como cereales, leguminosas, proteaginosas o ajo-. “En el caso de cultivos extensivos, uno o dos meses antes o unos días antes de la siembra se aplica el producto en una mezcladora, quedando la semilla con una capa protectora y lista para su uso”, explica Javier Villegas. El beneficio inmediato es un mayor rendimiento de las cosechas gracias a su mejor desarrollo y protección a enfermedades.
“El paso definitivo es ejercer un control integrado que aúna soluciones biológicas y químicas respetuosas con el medio ambiente, entendiendo estas últimas como aquéllas que sólo ejercen control contra las plagas, respetando la vida y biodiversidad del resto de elementos”, concluye.

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