lunes, 21 de agosto de 2017

Cerdos por limones, o el difícil arte de comerciar


Estados Unidos anunció que nos venderá carne porcina por un monto cercano a los u$s 10 millones anuales, mientras que Argentina les enviaría cítricos por una cifra que rondaría los u$s 50 millones, equivalente a 20.000 toneladas de este fruto.
La visita del vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, tuvo un efecto comercial inmediato: a su regreso, la Casa Blanca confirmó que la Argentina importará carne de cerdo desde el país del norte. El impacto de la noticia llevó a que el Gobierno nacional saliera al cruce de la versión y replicara que, en realidad, como contrapartida se destrabará la exportación de limones argentinos a Norteamérica.
En el toma y daca, en lo que se refiere estrictamente al intercambio, tal vez no salga tan mal parada la Argentina. Estados Unidos anunció que nos venderá carne porcina por un monto cercano a los u$s 10 millones anuales, mientras que Argentina les enviaría cítricos por una cifra que rondaría los u$s 50 millones, equivalente a 20.000 toneladas de este fruto.
Pero la economía no es sólo la siempre ardua tarea de obtener dólares, sino también la creación de empleo, el apuntalamiento de sectores productivos, la generación de arraigo local en un país donde el campo es un motor que lo impulsa casi todo, pero donde mucha gente opta por irse a vivir a las ciudades.
En este contexto, tal vez no sea del todo inteligente el golpe por golpe con la máxima potencia mundial en el sector agropecuario. Queda claro que los vientos han cambiado desde la llegada de Donald Trump. El acuerdo logrado con la gestión Obama permitía el ingreso de limones argentinos sin explícita contrapartida, aunque se desconoce la letra chica del pacto.
En cambio, es sabido que Trump puso en el freezer la exportación de limones argentinos al mercado estadounidense, y sólo lo descongeló para exigir como condición el ingreso de carne de cerdo norteamericano al mercado local.
En las buenas prácticas del comercio internacional lo común es el intercambio, la relación de doble vía. Es decir, vendemos, pero también tenemos que comprar. Pero, en este marco, también existe el arte de defenderse, y el que mejor lo ejerce sale siempre ganando. Por eso es que no ingresan más productos agropecuarios al mercado estadounidense, y por eso es que tampoco avanza el pacto Mercosur-Unión Europea, trabado por los productores agropecuarios de Francia, que exigen vivir sin competencia.
Proteger, ese verbo que eriza la piel de los amantes de la libertad económica, es un deber de los gobiernos en determinados sectores. Podemos tomar como ejemplo el comunicado de la Casa Blanca, anunciando la noticia: “”Este anuncio es una gran victoria para los productores americanos de cerdos y prueba que el presidente Trump está obteniendo resultados reales para los agricultores y ganaderos americanos”, dijo el vicepresidente Pence. Luego de 25 años de discusión, los productores americanos de cerdo pronto serán capaces de exportar a la Argentina…””


ALTO IMPACTO
Asfixiar a un sector, en este caso el porcino, para darle vida a otro, el de los productores de limones, fundamentalmente en Tucumán, no parece ser una estrategia inteligente. “En esto no quiero comprometer a Agroindustria. El que impulsa la importación de cerdos es el ministro Francisco Cabrera (Producción). Esto lo arregló él cuando viajó en abril a los Estados Unidos. Cambió carne de cerdo por nada”, le explica a La Prensa el titular de la Asociación Argentina de Productores Porcinos, ingeniero Juan Uccelli.
Y agrega: “Estados Unidos presionó para que desde lo sanitario no levantemos ninguna barrera. Importar cerdos desde Norteamérica implica la posibilidad de traer una enfermedad muy peligrosa como el Síndrome Reproductivo Respiratorio Porcino. En Argentina no lo tenemos, pero sí está en Uruguay, Chile y Brasil. A través de la carne puede ingresar la enfermedad y eso sería desastroso”.
¿La apertura del mercado porcino realmente se da como contrapartida de la exportación de limones?
En abril anunciaron con bombos y platillos que abrían el mercado estadounidense para los limones argentinos, pero no mandamos ni una pastilla de limón. El mensaje que llega desde los Estados Unidos es que sus productores van a poder vender su producción en la Argentina.
¿Los productores locales pueden satisfacer la demanda doméstica?
Los productores argentinos pueden abastecer la demanda doméstica tranquilamente. Pero algunos encontraron la veta, porque lo que nos falta es mercadería para la industria. No tenemos problemas en que importen carne de cerdo para hacer chorizos, jamón cocido, jamón crudo o salchichón. Pero en el mercado fresco nos hacen jugadas vergonzosas. Importan cerdo congelado de Brasil y luego los supermercados lo descongelan y lo venden como carne fresca, que es lo que más busca el consumidor argentino. Eso es competencia desleal.
¿Bajarían los precios con la importación?
No, eso no ocurre. La bondiola que traen de afuera, congelada, se vende a 170 pesos el kilo, y la producida acá está a 105 pesos. Si cerraran la importación de carne de cerdo no subirían los precios, porque están calzados con los del mercado de carne vacuna.
¿Por qué no se produce más? ¿Acceden a fuentes de financiamiento?
Tenemos una tasa de crecimiento del 10%. La carne de cerdo es más barata y todo lo que producimos lo colocamos. Lo que vieron es que estamos creciendo y el mercado se vuelve muy atractivo. Pero la importación será en detrimento de la producción local y el empleo.

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