El riesgo de enfermedad de origen alimentario aumenta en verano, principalmente por dos razones. Por una parte, las elevadas temperaturas favorecen la proliferación de las bacterias que causan estas enfermedades; en segundo lugar, el verano favorece las actividades y el ocio al aire libre, generalmente sin acceso a las ventajas de una cocina limpia, al frigorífico, al lavavajillas o a un abastecimiento de agua de calidad.
El Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra (ISPLN) realizó en 2016 un total de 4.298 inspecciones en establecimientos e industrias alimentarias. No obstante, el consumidor es el principal protagonista de las prácticas correctas de higiene en la fase terminal de la cadena alimentaria y resulta de gran importancia que, en su opción de compra y en sus hábitos alimentarios contribuya a mantener el nivel y las garantías de inocuidad alcanzados en las fases previas de la cadena alimentaria.
Las siguientes normas, sencillas de aplicar, permiten limitar los riesgos derivados de los alimentos en verano:
- Adaptar el menú al equipamiento disponible. Si no se tiene un frigorífico, se trata de adquirir los alimentos menos perecederos. Por ejemplo, alimentos en conserva, y otros alimentos que pueden conservarse a la temperatura ambiente.
- Vigilar las temperaturas de transporte y conservación de los alimentos sensibles
- Controlar las fechas de caducidad
- Los lugares y superficies en los que se manipulan los alimentos deben estar limpios
- Lavarse las manos con frecuencia
- Lavar abundantemente y con agua potable las frutas y verduras de consumo en crudo
- Evitar el contacto de alimentos crudos con los cocinados
- Los alimentos que deben conservarse en frío, deben estar a temperaturas inferiores a 7ºC. No interrumpir la cadena del frío
- Los alimentos que se conservan en caliente, deben estar a temperaturas por encima de 65ºC
- Descongelar los alimentos en el frigorífico
- Cocinar bien las carnes y el pescado, en todo su espesor
- Cuando el alimento esté preparado, comerlo lo antes posible. El tiempo entre la preparación del alimento y su consumo debe ser lo mas corto que sea posible.
También es frecuente en verano el desplazamiento a países poco desarrollados o tropicales en los que no siempre se respetan las normas de higiene. Se deben tomar las siguientes precauciones para evitar los riesgos derivados de las condiciones de los alimentos:
- Beber solamente agua embotellada adquirida en puntos de venta seguros y comprobar que el precinto del tapón está integro. No utilizar el agua del grifo para bebida.
- Utilizar agua embotellada para lavar los dientes o las frutas y verduras de consumo en crudo
- Desconfiar del hielo ya que suele prepararse con agua del grifo
- Escoger los alimentos más frescos que sea posible
- Limitar las compras en los puestos de venta ambulantes o en los que haya evidencia de falta de higiene
- Comer la carne y los pescados bien cocinados y conservados a temperaturas que impidan la proliferación de microorganismos peligrosos para la salud.
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