sábado, 12 de agosto de 2017

La garantía de las buenas prácticas en el agro


Soy técnica del INTA Anguil. En la actualidad la agricultura es señalada como fuente de daño ambiental, por un uso inapropiado de los recursos naturales, o bien por la contaminación por plaguicidas.  Décadas atrás, la degradación ambiental por la agricultura estaba relacionada con el manejo de los suelos en diversas regiones de la Argentina. La […]
Soy técnica del INTA Anguil. En la actualidad la agricultura es señalada como fuente de daño ambiental, por un uso inapropiado de los recursos naturales, o bien por la contaminación por plaguicidas.
Por otra parte, cultivos de diferentes regiones del país mostraban manifiestas disminuciones de rendimiento debido al deterioro físico químico de los suelos. Las palabras claves eran suelo y labranzas, erosión hídrica y eólica, degradación de los suelos. En este contexto, la siembra directa surgió como una alternativa válida para la conservación del recurso edáfico, y por ende, de los rendimientos.
Durante cerca de 20 años parecía que habíamos alcanzado la meta. Habíamos logrado conservar el suelo y aumentado su productividad significativamente. Sin embargo, se dieron profundos procesos de agriculturización. La escasa rotación de cultivos con cereales de invierno, la reducida participación del maíz y la mínima área destinada a girasol y sorgo, la remoción de gran parte de las pasturas perennes en el área agrícola y el predominio del cultivo de soja condujeron a nuevos procesos de deterioro de los agroecosistemas.
La intensificación de los sistemas vino aparejada del aumento en el uso de insumos de síntesis, representando los herbicidas el 87% del volumen de fitosanitarios comercializados.
Este contexto de simplificación de los agroecosistemas condujo a la aparición de nuevos problemas. Por un lado, la presencia de malezas resistentes a diferentes modos de acción de herbicidas, para lo cual, como medida paliativa, se recomienda el uso de mezclas de herbicidas de diferentes modos de acción y el empleo de herbicidas residuales.
Entre 2013 y 2016 disminuyó el uso de glifosato en un 5% mientras que aumentaron el uso de muchos otros y las mezclas de ellos. Claros ejemplos son los aumentos de mezclas de herbicidas residuales para el control de rama negra en 41,10% y para el control de yuyo colorado en 77,30%. Los herbicidas residuales son aquellos que controlan las malezas a través de la estación de crecimiento debido a su persistencia de residuos bioactivos en el suelo. Una larga persistencia de los herbicidas residuales implica un largo período libre de malezas lo cual para la producción es sumamente útil. Sin embargo, una larga persistencia implica también posible fitotoxicidad en la rotación de cultivos (carryover), acumulación de residuos en el suelo (stacking) y una permanente fuente de contaminación difusa de herbicidas.
Así se define a la contaminación de la cual no se puede identificar claramente una fuente de origen. Y en relación a la contaminación por agroquímicos (fertilizantes y fitosanitarios) esta situación está representada por aplicaciones frecuentes, reiteradas, con dosis relativamente bajas y en grandes superficies. Este tipo de contaminación puede alcanzar agua subterránea, cuerpos de agua superficial, etcétera. Definitivamente, es necesario que la producción agropecuaria argentina marque un rumbo hacia sistemas de producción más diversos, en contraposición a la excesiva simplificación. Donde las palabras clave sean compromiso ambiental, rotación de cultivos, buenas prácticas de manejo, inocuidad alimentaria, biodiversidad, capacitación y educación.
Desde el INTA generamos información para resolver problemas y conflictos productivos y/o ambientales. Propiciamos las buenas prácticas de manejo. Este será el desafío del 3° simposio de malezas y herbicidas en Santa Rosa, La Pampa, el 23 y el 24 del actual.

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