Cada año con el inicio de la cosecha se renueva el reclamo de los bananeros argentinos para que se regulen las importaciones y de esa manera no exista una sobreoferta del producto que derribe los precios que reciben los productores. Sin embargo, este año la queja también se hace oír del lado de los importadores quienes ven afectada su rentabilidad con la corrida cambiaria y la consecuente devaluación de principios de mayo.
El director de la Federación Agraria Argentina (FAA) en la localidad formoseña de Laguna Naineck, Pánfilo Ayala, advirtió que “hay una sobreoferta del producto extranjero, con un precio bajo justo en tiempo de cosecha; y cuando no estamos cosechando se dan el lujo de traer cajas de banana extranjera a $ 500”.
En declaraciones públicas, el federado reiteró el pedido al Gobierno Nacional para que “regule el ingreso de banana extranjera en época de cosecha local. Pedimos que se importe lo que falta traer, no el 100% del consumo; si producimos 130 mil toneladas y la Argentina consume 500 mil, pedimos que traigan lo que falta”, afirmó.
Ayala advirtió que la cosecha se inicia “con señales de complicaciones por el ingreso de banana extranjera”, principalmente de Ecuador (país que abastece el 70% del mercado argentino), aunque también de Brasil, Bolivia y Paraguay. El dirigente resaltó que por esa causa “los precios están por debajo de los costos y tengamos inconvenientes comerciales como viene sucediendo desde hace 17 años”.
El hombre de FAA de Formosa detalló que el cajón de 22 kilos de banana importada se vende a $300 pesos en el mercado, mientras que el productor local lo ofrece en chacra a $50. “Esto hace que el kilo lo vendamos a dos pesos, mientras que en cualquier verdulería del país se vende nuestra banana a $20 pesos el kilogramo”, sostuvo.
Cabe recordar que este reclamo tuvo un hito en la opinión pública cuando en agosto del año pasado los productores formoseños, junto con los de Salta y Jujuy, realizaron el denominado “Bananazo” en el que, a modo de protesta, regalaron unas 30 toneladas del producto en Plaza de Mayo.
Devaluación que importa
Desde la Cámara de Importadores de Bananas y Afines (CAMABANA), su presidente Franco Sibilia manifestó que “la actividad comenzó a caer en marzo y los problemas se agudizaron con la corrida cambiaria de principios de mayo. Nosotros trabajamos con productos perecederos. No podemos conservar el producto hasta que mejoren las condiciones de mercado. Si no vendemos, la banana se pudre. Es oferta y demanda”.
En diálogo con Infobae, el empresario frutícola explicó que, en la mayoría de las compras, el sector utiliza dos modalidades: una denominada ex post, donde las cantidades y el precio se negocia semana a semana; y la otra es por contrato, donde comprador y vendedor fijan las toneladas y un valor que se mantendrá durante el período que dure el acuerdo.
“Algunos de nuestros 29 asociados están teniendo problemas con esta segunda modalidad de contrato, porque habían previsto colocar en el mercado una determinada cantidad que hoy va a ser imposible comercializar, porque el consumo sigue bajando”, se lamenta Sibilia y agrega: “el problema es que las empresas tienen que hacer frente igual a esos compromisos de importación hasta que finalice el acuerdo”. La diferencia es que en las últimas semanas el valor del dólar se disparó más del 30% con una cotización que pasó de los $19,50 a los $25 en lo que va de 2018.
“Desde abril, el bananero está trabajando a pérdida”, afirma el directivo de CAMABANA, “pero llega un momento en el que tenés que dejar de perder porque sino, se empiezan a incumplir con los pagos y te fundís”.
Sibilia sostiene que los importadores tienen un costo de $ 300 y pueden venderla a $400, “pero a eso hay que restarle todos los costos de climatización, transporte, ponerla en los puestos y los vendedores. El mercado no te paga más porque no hay poder adquisitivo y te terminan ofreciendo un precio con un margen de ganancia menor al que se necesita para operar”, sostiene.
Sibilia sostiene que los importadores tienen un costo de $ 300 y pueden venderla a $400, “pero a eso hay que restarle todos los costos de climatización, transporte, ponerla en los puestos y los vendedores. El mercado no te paga más porque no hay poder adquisitivo y te terminan ofreciendo un precio con un margen de ganancia menor al que se necesita para operar”, sostiene.
Consumo cuidado
Según Sibilia, “hasta fines de 2015 teníamos un mercado muy fuerte porque los consumidores tenían un mayor poder adquisitivo y compraban más; pero teníamos el mercado desabastecido porque nos prohibían importar la banana que el mercado buscaba. Al mismo tiempo no alcanzaban los dólares para poder pagar, por el cepo cambiario” que impuso de 2011 a 2015 el gobierno de Cristina Fernández.
Además de titular de CAMABANA, Sibilia es ejecutivo de una de las principales firmas frutícolas que abastece al Mercado Central. Sobre la situación macroeconómica actual consideró que “antes de que se produzca la corrida cambiaria de principios de mayo, al Gobierno le daban bien los números, pero a la gente no le está yendo bien; la expectativa para los próximos meses no es buena y entonces son menos los que cambia el auto, se cuidan los gastos haciendo menos salidas, y se frena el consumo”.
Desde el sector importador afirman que “ante la caída del consumo, las cantidades que importamos son mayores a las que el consumidor está demandando porque en sólo tres semanas nos cambiaron las condiciones económicas. Hoy el mercado es otro y nos obliga a barajar y dar de nuevo”.
En el último Índice de Precios al Consumidor (IPC) de abril elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), la banana fue el segundo producto de la canasta de alimentos y bebidas medidos por el organismo que más había bajado su precio con una caída del 12,7% (de $37,14 a $32,41 el kilo en Capital y Gran Buenos Aires), detrás del tomate redondo que cayó el 18,2%. Sin embargo, luego de la corrida cambiaria de principio de mes, el precio del kilo de la fruta amarilla se disparó por arriba de los $40, es decir, recuperó más de lo que había perdido y lo hizo al ritmo de la devaluación.
Producción nacional
La banana es la fruta que más se consume en la Argentina con un promedio de 12 kilos por habitante por año, muy por arriba de los 8,5 kilos a nivel mundial. Poco se conoce sobre la producción nacional que vuelve a estar en la mesa de debate con cada comienzo de cosecha.
Ayala de FAA estimó que en esta campaña “se cosecharán una 130 mil toneladas de banana, y de ese total 40 mil correspondería a Formosa”; con unos 560 productores en la provincia que cosechan unas mil hectáreas. El federado precisó que en el país unas 5.000 familias viven en forma directa de este cultivo.
La Argentina cuenta con dos regiones de clima adecuado para esa fruta: Formosa y el tándem Salta-Jujuy. En total suman unas 5.400 hectáreas de donde se obtienen alrededor de 100 mil toneladas de banana nacional. Pero esa oferta alcanza a cubrir apenas 20% o menos de la demanda. Además, sólo abastece a zonas próximas, como Corrientes, Chaco, Córdoba y Tucumán. A Buenos Aires esa producción prácticamente no llegan, ya que en el Mercado Central las bananas importadas pasaron de representar 86% de la oferta en 2001 al 95% o más en la actualidad. Es decir, solo 5% es de producción nacional.
Sibilia consideró que “no es negocio plantar bananas en la Argentina. Antes había unas 30.000 hectáreas de producción y hoy sólo quedan unas 5.000. Además, se logran menores rendimientos por hectárea. Por otra parte, la calidad de la fruta es diferente, y el consumidor no termina de convalidar el producto”, define el ejecutivo.
“Nosotros preferiríamos trabajar con el producto nacional porque sería más sencillo por la cercanía de las zonas de producción. Una vez que se cosecha en Formosa o Salta, a las 24 o 48 horas tendríamos el producto para ser comercializado; mientras que la fruta de Ecuador tarda unos 10 días en arribar al puerto, lo que genera gastos adicionales en la operatoria del importador”, sostiene el número uno de la Cámara.
Sibilia hace hincapié en la idea que “la mayoría de los bananeros preferirían la fruta nacional porque de esa manera evita el riesgo de endeudarse en dólares, de perder los cargamentos por la demora en el transporte, y tampoco tendría que lidiar con las empresas navieras” que traen la fruta de Ecuador.
Por su parte, Ayala reclamó “un estatus fitosanitario para la región NOA y NEA (Noroeste y Noreste, respectivamente), un compre nacional, y darle valor agregado a la producción para que se dejen de importar los derivados de la banana”.
Parafraseando el poema “Buenos Aires”, de Jorge Luis Borges, por motivos distintos, hoy a los productores y a los importadores, no los une el amor, sino el espanto.
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