miércoles, 30 de mayo de 2018

Problemas viejos, soluciones viejas


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El gobierno ante una corrida cambiaria grave... los precios los sinceró el mercado y no la estrategia del Ministerio de Economía ni del Banco Central de la República Argentina, poniendo en claro que sueldos deben ganar los argentinos y cuánto vale el peso en relación al dólar, buscó soluciones que se aplicaron en otros tiempos y que no resultaron de la mejor manera.
La decisión de financiar gasto público con endeudamiento fue la que nos llevó a  este sinceramiento, el mercado, y lo hace de la manera más dura, sin anestesia.

El FMI nos da un amparo financiero, pero no calificamos para 30.000 millones, nuestros números sólo alcanzan para 22.500 millones, entonces la sábana siempre queda corta.

Los errores propios provocan ahogamiento, el decreto que permite liquidar divisas en cualquier momento lo firmaron Dujovne, Peña y Macri, subestimaron la necesidad de dólares de los argentinos, subestimaron el impacto de poner impuestos a la renta financiera, subestimaron la sequía,  es un gobierno lleno de optimistas.

Todos sabemos lo que pasa cuando se dan manotazos de ahogado, nos aferramos a lo que tenemos más cerca, no siempre es la mejor opción, entonces recurrimos a soluciones viejas, en este paquete además del FMI debemos reunirnos con los empresarios referentes del país para pedirles que no trasladen la devaluación a precios.
Los economistas a coro dicen que el problema no es ya de la década perdida, sino de hace 70 años, obviamente los argentinos somos humanos y tropezamos con las mismas piedras una y otra vez.
Los combustibles en el surtidor por 60 días sin cambio, pero los distribuidores mayoristas con cupos y aumento del 10 %.

El sector primario argentino ha sido el soporte para la subsistencia de los argentinos, los recursos naturales son nuestra mayor riqueza, con manejo  adecuado por productores profesionales, la adopción sin predicamento de nuevas tecnologías motivaron que rápidamente pasemos de 60 millones de toneladas de granos a superar los 100 millones, haciendo atractivo a este sector para extraerle la rentabilidad que se sustenta en un sistema productivo de bajo costo.

Venimos dilapidando las ventajas competitivas de nuestro país para producir alimentos para mantener a diferentes gobiernos que prefieren ganar elecciones para conservar el poder a defender los intereses nacionales y hacer crecer a la Argentina.

El sector industrial argentino ha recibido subsidios directos e indirectos de parte del sector primario, en las reuniones mantenidas durante esta semana con el gobierno, el sector prefiere  que vuelvan estos subsidios a tener que competir en una economía abierta, dónde la eficiencia y la productividad definen los precios.

Se hacen cada vez más fuertes los rumores que vuelven las retenciones
, es el mal menor, un sector dividido y atomizado como el agropecuario es fácil de manejar. Seguir presionando a la clase media lleva a la derrota electoral y precipitan la caída de imagen del presidente, único activo que sostiene la credibilidad del gobierno.

No esperamos resultados diferentes si seguimos haciendo lo mismo, aplicar retenciones nuevamente no sólo es un atraso para los productores argentinos, es un atraso para la Argentina toda que no tiene otras opciones para generar riqueza.

El gobierno debe combatir el déficit fiscal aunque esto sea antipopular, la solución más rápida es confiscar parte de lo obtenido por los productores, a quienes le retienen el IVA y obligan a pago de  anticipos de ganancias por resultados futuros que ante la sequía en la mucha gente serán quebrantos, pero los embargos a las cuentas siguen y los procuradores de AFIP tienen la vaca atada.

El sector debe hacer lo imposible para que las retenciones no vuelvan y debe oponerse, a pesar de que la sociedad en su conjunto piense de manera diferente.

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