La colistina es una de los pocos antibióticos disponibles para el tratamiento de las infecciones asociadas a enterobacterias resistentes a las carbapenemas. Por ello, la propagación mundial del gen mcr-1 mediante plásmidos supone un riesgo importante para la salud pública que requiere de una monitorización a nivel global.
En estudios anteriores, ya se había demostrado que el gen mcr-1 se originó granjas chinas asociado al uso desmedido de colistina en cerdos.
Ahora, un grupo de investigadores ha realizado un estudio sobre la distribución mundial del gen mcr-1, empleando los datos de 475 muestras secuenciadas positivas para dicho gen, encontrándolo en varios tipos de plásmidos pero con un origen común asociado al trasposón ISApl1.
El profesor Francois Balloux, señala que actualmente no hay un consenso sobre el el papel del ganado en el desarrollo de las resistencias antimicrobianas, y que el uso de antibióticos en este sector no es el único foco sobre el que se deban centrar las investigaciones, sino que se trata de un problema con repercusiones sociales y económicas que deben ser abordadas de forma conjunta.
Añade que, teniendo en cuenta la escasez de nuevos antibióticos, las esperanzas están puestas en implementar medidas destinadas a realizar un uso racional de los antibióticos ya disponibles, aprovechando el gran potencial de la secuenciación del genoma bacteriano para mejorar la vigilancia y diagnóstico de los procesos infecciosos, administrando en cada caso, el antibiótico específico más efectivo.
Este estudio pone de manifiesto la importancia de comprender cómo se produce la propagación de genes de resistencia
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