Según datos oficiales, en el primer cuatrimestre los despachos al mercado interno cayeron 1,6%. En 2017 se alcanzó el menor nivel de consumo per cápita del que se tenga registro. La inflación y la expansión de la cerveza, las causas principales de esta tendencia.
La pelea entre la industria del vino y la cerveza por una cuota del mercado de bebidas con alcohol avanza a paso firme. Y, en esta rivalidad que se dirime en las góndolas, día tras día, el primero de los sectores es el que estaría saliendo más golpeado.
Así se desprende de un informe de la consultora Scentia, difundido por el Fondo Vitivinícola, que revela una particularidad: en el primer trimestre del año -y pese a que los precios de los vinos, en promedio, se movieron por debajo de los de la cerveza-, las ventas experimentaron una fuerte caída, mientras que los de la industria rival crecen a tasas elevadas.
De acuerdo con el reporte –realizado en base al análisis de 30 millones de tickets de súper y autoservicios- el valor promedio de los vinos embotellados se elevó un 23% en el primer trimestre del 2018 versus el mismo lapso del año anterior, mientras que aquellos envasados en tetrabrik -que explican cerca de la mitad del del consumo-, se encarecieron un 22%.
¿Qué sucedió con la comercialización en supermercados y autoservicios en ese período? En volúmenes, las ventas minoristas durante el primer trimestre de ambos envases se desplomaron un 10 y casi un 13%, respectivamente.
Como contrapartida, el precio de la cerveza –como consecuencia de la suba del impuesto interno y de la cebada, que es una commodity que explica parte de la estructura de costos- sufrió una suba promedio que bordeó el 31%, es decir, casi 8 puntos por encima de la variación del vino embotellado.
Desde el Fondo Vitivinícola señalaron que pese al traspaso parcial de la mayor mochila tributaria al valor de venta al público, las ventas de este sector se mostraron firmes, al menos durante el período que fue de enero a marzo, con un incremento en unidades del orden del 15%.
Frente a estas cifras, desde la entidad expresaron que se trata de “un escenario preocupante” y “poco favorable” para las bodegas, en un contexto en el que “otras bebidas alcohólicas continúan con números positivos”.
Las causas detrás de la tendencia
A la hora de indagar en las razones que llevaron a que el consumo interno de
vinos esté transitando un
período de crisis, los expertos señalan como una variable clave el
factor precios.
En diálogo con iProfesional, Sergio Villanueva, presidente de la Unión Vitivinícola Argentina, destacó que “entre 2016 y 2017, la Argentina registró dos de las peores vendimias de los últimos 50 años”.
Esto implicó un encarecimiento de la materia prima que, a su vez, terminó repercutiendo en el valor de venta al público.
“El precio es un factor determinante y esos dos años el vino quedó muy caro en relación con otras bebidas con alcohol. Y esto se sintió en los comercios y también en restaurantes. Este desequilibrio, por la variabilidad que tiene este sector, afectó a las bodegas“, acotó.
Juan Carlos Pina, gerente de Bodegas de Argentina, coincidió al señalar que “la escalada de precios pone al producto cada vez más lejos del bolsillo y de las posibilidades de la gente. Por ello ahora vemos caída en el consumo en todos los canales, principalmente en los supermercados, principal boca de expendio de los vinos”.
Al analizar el informe de Scentia se puede observar que, justamente, las categorías de vinos que más cayeron son las que más sufrieron por la suba de costos.
Al tomar todos los canales se puede observar que los vinos premium –que promedian los $140 y que son las etiquetas que más agresivamente están comunicando desde las bodegas- acumularon un alza del 32% durante el primer trimestre versus igual lapso de 2017.
Incluso más: si se centra la mirada en los comercios de Ciudad y Gran Buenos Aires, sus precios entonces se dispararon un 37%.
En paralelo, el volumen de comercialización de las etiquetas premium se desplomó un 15% a nivel general.
En tanto, los vinos denominados “standard” –que son los que exhiben un precio promedio de $83 en góndola-, sufrieron un aumento del 20%, mientras que el nivel de ventas de los mismos cayó un 13%.
La excepción fueron los entry level –los llamados vinos comunes, sin mención varietal-, cuyos precios subieron apenas 11%, en tanto que sus ventas se incrementaron un 3%.
Sin embargo, el vocero de una de las grandes bodegas de la Argentina afirmó en diálogo con iProfesional que este tipo de estadísticas muestran una parte de la película: “En el primer semestre del 2017, el vino en cartón, que representa casi la mitad del consumo, ya se había encarecido un 80% frente al mismo período del año anterior, básicamente por la falta de materia prima. Es decir que ya partíamos de una base de precios muy elevada“.
“Esto significó un problema enorme para la industria en general, porque a partir de ahí, muchos consumidores migraron hacia la cerveza, que en ese mismo lapso se había encarecido un 11,3%, en el caso de las latas, y un 40% en el formato de botellas de litro”, amplió el directivo.
En paralelo, fuentes de la industria cervecera plantearon a iProfesional que “es verdad que arrancamos creciendo a muy buen ritmo en 2018, pero también es verdad que el ruido que hubo en la economía en los últimos dos meses generó una desaceleración. Hoy estamos teniendo un crecimiento del 2% respecto del año pasado”.
Además, el experto recordó que “veníamos de un período de cuatro años con una demanda prácticamente estancada“.
“Hoy estamos en un nivel de 40 litros de cerveza per cápita al año, cuando el promedio de América Latina es de 60 litros, con países como Brasil o Colombia que están por arriba de ese nivel. Por eso estamos convencidos de que hay terreno por crecer”, indicó.
Respecto de la evolución del negocio del vino, el directivo afirmó que “las causas de la baja del consumo de esta categoría no tienen nada que ver con el crecimiento de la cerveza, sino que están vinculadas con cambios de hábitos del consumidor, que viene provocando cambios en la demanda desde la década del `70″.
PerspectivasHacia adelante, desde la Unión Vitivinícola Argentina, Villanueva aseguró que será clave no castigar tributariamente al sector vitivinícolaque contribuye con un alto nivel de valor agregado a la economía y asegurarse de replicar la estrategia que aplican países productores del Viejo Mundo, como Francia, Italia o España.
La cadena de valor vitivinícola (que incluye vino, jugo concentrado de uva, pasas y uva de mesa) generó un valor agregado de más $38.000 millones el año pasado. Considerando el tipo de cambio promedio de 2017, esto implica cerca de u$s2.300 millones.
Si se considera exclusivamente el vino, entonces el sector comercializó casi 900 millones de litros en el mercado doméstico, lo que significó una facturación de más de 58.000 millones de pesos, equivalente a u$s3.500 millones (también al tipo de cambio de ese entonces).
Estas son algunas de las conclusiones a las que llegó un estudio realizado por el Observatorio Vitivinícola Argentino y la Corporación Vitivinícola Argentina, entre otras entidades, y que tuvo como objetivo exponer el impacto que esta industria aporta a la economía nacional.
Como contrapartida, desde el sector cervecero plantearon que tampoco es justo que este sector deba pagar un impuesto de 14 puntos a una industria que comprometió inversiones por más de u$s2.000 millones mientras otras categorías quedaron exceptuadas.
A la hora de delinear estrategias para hacer frente a la baja del consumo, en el sector vivitinícola coinciden en señalar que el hecho de que la cosecha 2018 haya mostrado una importante mejora –del orden del 30%- en volúmenes, marca un mejor panorama para el sector, de la mano de una perspectiva de precios mucho más estable.
“Los últimos dos años estuvimos más metidos en la cocina, en el tema productivo, para ver cómo resolvíamos la falta de materia prima. Esto requirió de un gran esfuerzo”, apuntó el gerente comercial de una de las bodegas top 10 del país.
“Ahora, luego de una vendimia más positiva, estamos más preparados para comenzar a enfocarnos más en el consumidor y en la góndola”, completó.
En paralelo, aseguró que será clave “innovar cada vez más en cuanto a productos y packaging, para atraer a los consumidores más jóvenes”, es decir, a los millennials.