La resistencia a los agentes antimicrobianos es una preocupación para la salud humana y la sanidad animal que está influenciada por el uso de antimicrobianos en humanos, animales y medio ambiente. Los antimicrobianos constituyen medicamentos esenciales para la salud pública y para el bienestar y la sanidad animal, y la propagación de la resistencia pone en peligro la medicina moderna, tanto humana como veterinaria. Todos los sectores, el de la salud humana, la sanidad animal y la protección de los ecosistemas, tienen una responsabilidad compartida para preservar su eficacia.
La OIE y sus 181 Países Miembros han construido por más de 10 años un conjunto de normas y directrices internacionales que brindan un marco para el uso responsable y prudente de los agentes antimicrobianos en los animales, y para la vigilancia y el control de la resistencia a los antimicrobianos y las cantidades utilizadas. El debate desarrollado esta semana durante la Sesión General sirvió para establecer tres principales actualizaciones y adaptaciones de dichas normas.
En primer lugar, luchar contra el aumento esperado de la resistencia a los antimicrobianos, colocando su uso bajo la supervisión de profesionales médicos y veterinarios con una formación adecuada, constituye una de las prioridades de la comunidad internacional, en particular, de la Alianza Tripartita (FAO, OIE y OMS). Al adoptar nuevas definiciones que establecen un marco de trabajo claro para la recopilación de datos sobre su uso, los Países Miembros de la OIE dieron esta semana un paso significativo en el fortalecimiento de la supervisión veterinaria del uso de antimicrobianos en los animales terrestres.
Estas definiciones diferencian el uso médico-veterinario y el uso no médico-veterinario, este último incluye los promotores de crecimiento. De acuerdo con la nueva versión de las normas internacionales de la OIE adoptadas, en el Artículo 6.8.1.-bis del Código Terrestre (pronto disponible en www.oie.int/normasram), “uso médico-veterinario” designa la administración de un agente antimicrobiano a un individuo o a un grupo de animales con el fin de tratar, controlar o prevenir una enfermedad infecciosa.
Cada uno de los términos de la definición, “tratar, controlar y prevenir”, también se han definido claramente:
- “tratar” designa la administración de un agente antimicrobiano a un individuo o a un grupo de animales que muestran signos clínicos de una enfermedad infecciosa;
- “controlar” designa la administración de un agente antimicrobiano a un grupo de animales que contenga animales enfermos y sanos (que se presume que están infectados) para minimizar o eliminar signos clínicos y prevenir una mayor propagación de la enfermedad;
- “prevenir” designa la administración de un agente antimicrobiano a un individuo o a un grupo de animales con riesgo de adquirir una infección específica o que se encuentran en una situación en la que es posible la aparición de la enfermedad infecciosa si no se administra el medicamento.
Por otra parte, el “uso no médico-veterinario” designa la administración de agentes antimicrobianos a animales con una finalidad diferente a la de tratar, controlar o prevenir una enfermedad infecciosa. Esta definición incluye la promoción del crecimiento, definida como la administración de agentes antimicrobianos a animales solo para aumentar el índice de engorde o la eficiencia de la alimentación.
Asociados a las normas internacionales de la OIE sobre el uso prudente y responsable de los agentes antimicrobianos en los animales (ver www.oie.int/antibiorresistencia), estos nuevos textos adoptados constituirán un poderoso argumento para los Servicios Veterinarios nacionales a la hora de abogar por la adaptación de sus legislaciones nacionales y el refuerzo de la supervisión veterinario del uso de los agentes antimicrobianos en los animales. Los veterinarios, adecuadamente capacitados y supervisados por organismos veterinarios estatutarios, forman parte esencial de la solución para luchar contra la resistencia a los agentes antimicrobianos.
Otro tema considerado como prioritario por la Alianza Tripartita es la reducción progresiva del uso de los antimicrobianos más valiosos para la salud humana como promotores de crecimiento en los sistemas de producción ganadera. En 2017, 60 Países Miembros de la OIE todavía declaraban utilizar los antimicrobianos como promotores del crecimiento, ya sea con autorización directa de algunos componentes, o porque el país no contaba con un marco reglamentario sobre el tema.
Gracias a la adopción de una versión revisada de la Lista de la OIE de agentes antimicrobianos de importancia en medicina veterinaria (próximamente disponible en www.oie.int/normasram), la guía de la OIE ahora establece que el uso responsable y prudente de los agentes antimicrobianos no incluye el uso de los agentes antimicrobianos como promotores del crecimiento, a menos que se realice un análisis de riesgo. Las clases de agentes antimicrobianos que figuran en la categoría de la OMS como antimicrobianos de importancia crítica para la medicina humana también se consideran altamente prioritarios para los países que están reduciendo progresivamente el uso de antimicrobianos como promotores del crecimiento. Finalmente, la Lista de la OIE indica que debería prohibirse con urgencia el uso como promotores del crecimiento de fluoroquinolonas, colistina y la tercera y cuarta generación de cefalosporinas.
Finalmente, la adopción de las revisiones de las normas internacionales de la OIE sobre la armonización y los programas nacionales de vigilancia y seguimiento de la resistencia a los agentes antimicrobianos (Capítulo 6.7. del Código Terrestre, disponible pronto en www.oie.int/normasram) ha sido validada en el día de hoy. Dado que la vigilancia de la resistencia a los antimicrobianos es un desafío técnico significativo para los Países Miembros, estas revisiones ofrecen orientaciones científicas detalladas para sus sistemas nacionales de vigilancia.
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