Expropiar La Rural, una página más de un “relato” que se quedó sin caja y apunta a otra épica nacionalista para la propia tropa
En momentos en que parecía que Cristina Kirchner estaba
orientada a generar confianza para ganar inversiones surgió este anuncio
imprevisto y el “vamos por todo” volvió a pisar fuerte. “Retomar la
iniciativa” tras el frustrado 7D y “polarizar”, entre las razones que
explican el porqué
El “relato” kirchnerista sumó una nueva página, esta vez, “escrita” en el predio ferial de Palermo.
En su capítulo dedicado a la lucha reivindicativa de la soberanía nacional, ahora el Gobierno puede exhibir la recuperación de un espacio que había sido parte del furor privatizador de los años ’90.
La medida sorprendió, no tanto por el tono de la misma, que sigue la línea del “vamos por todo“, sino por el momento, ya que parecía que Cristina Kirchner estaba orientada a generar confianza en un empresariado todavía reticente a subir la tasa de inversión.
De hecho, el anuncio de la expropiación ocurrió apenas un día antes de que YPF diera a conocer, por fin, su ansiado acuerdo con un jugador de peso en el mercado petrolero internacional, una noticia que el Gobierno presentó como una prueba de que el capital privado todavía encuentra ventajas en asociarse con el Estado.
De la misma manera, otros negocios venían ratificando esa línea, como los planes urbanísticos del grupo Irsa en el terreno de Isla Demarchi donde se desarrollará el proyecto del Polo Audiovisual.
El anuncio de la expropiación de la Rural, en cambio, no parece ir en línea con una política de recuperar confianza. Sobre todo cuando la explicación sobre por qué se tomó ahora esa decisión, a 21 años de la privatización, luce teñida de motivaciones ideológicas.
La confusión que siguió a la lectura del decreto por parte del jefe de gabinete, Juan Manuel Abal Medina, dio lugar a todo tipo de especulaciones.
¿Significaría esto el fin de la tradicional Exposición Rural, el evento más emblemático del campo argentino, al que Cristina Kirchner siempre se negó a ir?
¿Sería el objetivo la frustración del proceso de venta del Grupo De Narváez a Fénix Entertainment por el negocio de la explotación de los centros de convenciones y exposiciones?
¿Habrá un desconocido proyecto inmobiliario vinculado al predio? ¿O será que, desde allí, comenzará ahora una serie de actividades destinadas a difundir entre el público los logros de la gestión kirchnerista?
Todas estas cuestiones empezaron a ser barajadas apenas Abal Medina leyó el decreto. Y lo cierto es que todavía nadie tiene la respuesta a estos interrogantes. Sólo están los antecedentes de algunas sugestivas declaraciones de las últimas semanas, como la que realizara el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
En una reunión partidaria, el funcionario había invitado a los asistentes a responder una sugerente consigna: “¿Qué harías si un día soñaras que el predio ferial de Palermo es de dominio público y está disponible?”
Las respuestas habían dado una amplia gama de propuestas, desde la construcción de viviendas sociales hasta un museo sobre la historia del peronismo.
Retomando la iniciativa
Pero también hubo lecturas más atentas al “timing” político. Es que esta medida se da, además, en un momento muy especial, tras la frustrada epopeya del 7D en la que los militantes kirchneristas esperaban el desguace del grupo Clarín y debieron conformarse apenas con la foto de Martín Sabbatella comunicando a los abogados del multimedios una licitación que inmediatamente quedó sin efecto.
Es por eso que una lectura que comienza a ganar cuerpo entre los analistas es que la expropiación de La Rural tiene un fuerte componente de “consumo interno“. Es decir, que se trata de una medida destinada a dar la señal de que el Ejecutivo no pierde la iniciativa política.
Como recuerda Enrique Zuleta Puceira, experto en opinión pública, el kirchnerismo ha mostrado el mismo tipo de conducta en otros momentos de pérdida de apoyo popular.
“Lejos de achicarse, siempre mostró una gran capacidad para tomar la iniciativa en la agenda pública y así recuperarse de las derrotas políticas. Pasó tras las legislativas de 2009, cuando aparecieron iniciativas emblemáticas”, señala Zuleta.
Para el politólogo, el efecto buscado por este tipo de decisiones es la polarización de la opinión pública. Y en esa estrategia persigue una división entre la oposición política, que se ve forzada a tomar partido.
“Para Cristina, gobernar es polarizar: es una dialéctica de extremos, de opuestos. Y ahora aparecerán quienes tengan una postura más nacionalista, frente a otros con una visión en defensa de la propiedad privada“, afirma.
Algo de eso ya empezó a verse. Por lo pronto, el ala más radicalizada del kirchnerismo celebró la expropiación de La Rural como un logro nacionalista.
“El pueblo argentino expropia la sede nacional de la puta oligarquía genocida y procolonial”, escribió, con su inconfundible estilo, el líder piquetero Luis D’Elía.
Y por cierto, para quienes cuestionan al Gobierno desde posturas de izquierda resultará difícil argumentar contra este decreto, algo que podría interpretarse como estar alineado con la Sociedad Rural y Francisco de Narváez.
Desde una óptica opositora, Gustavo Lazzari, analista de la Fundación Libertad y Progreso, coincide con la teoría sobre el intento polarizador, aunque lo ve como “un manotazo de ahogado”.
“Es una clara maniobra para fogonear a la propia tropa en un momento en el que el Gobierno sabe que se encuentra en un mal momento, de espaldas a la sociedad. Lo que se ve es que, ante la imposibilidad de ganarse la simpatía social mediante recursos financieros, porque se agotó la caja de pesos, se recurre a medidas más ideológicas, que permitan reavivar la militancia”, sostiene Lazzari.
¿Resultado electoral neutro?
Más allá de lo que ocurra concretamente con el predio ferial de Palermo, lo que parece evidente ante el sorpresivo decreto es que el mensaje del Ejecutivo es la ratificación de la línea, sin atisbo de cambio posible.
Para Zuleta Puceiro, el eslabón siguiente en la cadena será un gran festejo organizado con motivo del regreso de la fragata Libertad a las costas de Mar del Plata, en plena temporada turística.
La gran pregunta es si esta estrategia resultará relevante desde el punto de vista electoral, o si apenas son acciones destinadas a darles más argumentos a los ya convencidos.
La politóloga Graciela Römer se cuenta entre los escépticos sobre la relevancia electoral de estas medidas que llenan las páginas de los diarios y los minutos de los programas de TV por cable.
Refiriéndose al debate sobre la ley de medios, Römer había advertido que “es algo que le interesa sólo a los grupos más duros, tanto del oficialismo como de la oposición, mientras que el grueso de la población que está en el medio permanece más bien indiferente”.
Todavía es prematuro afirmar si la Rural de Palermo tiene un poder simbólico suficiente como para despertar el entusiasmo nacionalista de la misma forma en que ocurrió en su momento con YPF. En principio, parece difícil que eso pueda ser reeditado.
Igualmente, Zuleta advierte que el Gobierno no está tan equivocado al profundizar su discurso. La duda es si en este caso la balanza se inclinará hacia el nacionalismo o pesará más el temor por el avance sobre la propiedad privada.
“Es cierto que la pelea con Clarín despertó inquietudes, de manera que mucha gente que no está de acuerdo con la línea editorial del Grupo terminó poniéndose a favor de él porque quiere evitar un incursión sobre los intereses privados. Es, también, un efecto de la polarización que busca el Gobierno”, argumenta.
Otros no dudan en afirmar que la jugada le saldrá mal al kirchnerismo. Como Lazzari, para quien “quedó demostrado que medidas de este tipo asustan capitales y son rechazadas por la clase media”.
Su pronóstico es que la estrategia kirchnerista lleva a un escenario de conflictividad, en el que las manifestaciones de los “caceroleros” preocupados por los avances sobre las libertades civiles chocan contra un kirchnerismo que redobla la apuesta.
Por lo pronto, en los próximos días los militantes oficialistas encontrarán consuelo por las dilaciones que ocurren en la pelea con Clarín: podrán sumarse al concurso de iniciativas sobre qué hacer con ese predio donde durante décadas desfilaron los representantes más auténticos de la “oligarquía vacuna”.
La economía sigue con dificultades para arrancar y la caja ya no será la misma. Pero el relato intenta, con todas estas iniciativas, seguir ganando un poco más de oxígeno.
En su capítulo dedicado a la lucha reivindicativa de la soberanía nacional, ahora el Gobierno puede exhibir la recuperación de un espacio que había sido parte del furor privatizador de los años ’90.
La medida sorprendió, no tanto por el tono de la misma, que sigue la línea del “vamos por todo“, sino por el momento, ya que parecía que Cristina Kirchner estaba orientada a generar confianza en un empresariado todavía reticente a subir la tasa de inversión.
De hecho, el anuncio de la expropiación ocurrió apenas un día antes de que YPF diera a conocer, por fin, su ansiado acuerdo con un jugador de peso en el mercado petrolero internacional, una noticia que el Gobierno presentó como una prueba de que el capital privado todavía encuentra ventajas en asociarse con el Estado.
De la misma manera, otros negocios venían ratificando esa línea, como los planes urbanísticos del grupo Irsa en el terreno de Isla Demarchi donde se desarrollará el proyecto del Polo Audiovisual.
El anuncio de la expropiación de la Rural, en cambio, no parece ir en línea con una política de recuperar confianza. Sobre todo cuando la explicación sobre por qué se tomó ahora esa decisión, a 21 años de la privatización, luce teñida de motivaciones ideológicas.
La confusión que siguió a la lectura del decreto por parte del jefe de gabinete, Juan Manuel Abal Medina, dio lugar a todo tipo de especulaciones.
¿Significaría esto el fin de la tradicional Exposición Rural, el evento más emblemático del campo argentino, al que Cristina Kirchner siempre se negó a ir?
¿Sería el objetivo la frustración del proceso de venta del Grupo De Narváez a Fénix Entertainment por el negocio de la explotación de los centros de convenciones y exposiciones?
¿Habrá un desconocido proyecto inmobiliario vinculado al predio? ¿O será que, desde allí, comenzará ahora una serie de actividades destinadas a difundir entre el público los logros de la gestión kirchnerista?
Todas estas cuestiones empezaron a ser barajadas apenas Abal Medina leyó el decreto. Y lo cierto es que todavía nadie tiene la respuesta a estos interrogantes. Sólo están los antecedentes de algunas sugestivas declaraciones de las últimas semanas, como la que realizara el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
En una reunión partidaria, el funcionario había invitado a los asistentes a responder una sugerente consigna: “¿Qué harías si un día soñaras que el predio ferial de Palermo es de dominio público y está disponible?”
Las respuestas habían dado una amplia gama de propuestas, desde la construcción de viviendas sociales hasta un museo sobre la historia del peronismo.
Retomando la iniciativa
Pero también hubo lecturas más atentas al “timing” político. Es que esta medida se da, además, en un momento muy especial, tras la frustrada epopeya del 7D en la que los militantes kirchneristas esperaban el desguace del grupo Clarín y debieron conformarse apenas con la foto de Martín Sabbatella comunicando a los abogados del multimedios una licitación que inmediatamente quedó sin efecto.
Es por eso que una lectura que comienza a ganar cuerpo entre los analistas es que la expropiación de La Rural tiene un fuerte componente de “consumo interno“. Es decir, que se trata de una medida destinada a dar la señal de que el Ejecutivo no pierde la iniciativa política.
Como recuerda Enrique Zuleta Puceira, experto en opinión pública, el kirchnerismo ha mostrado el mismo tipo de conducta en otros momentos de pérdida de apoyo popular.
“Lejos de achicarse, siempre mostró una gran capacidad para tomar la iniciativa en la agenda pública y así recuperarse de las derrotas políticas. Pasó tras las legislativas de 2009, cuando aparecieron iniciativas emblemáticas”, señala Zuleta.
Para el politólogo, el efecto buscado por este tipo de decisiones es la polarización de la opinión pública. Y en esa estrategia persigue una división entre la oposición política, que se ve forzada a tomar partido.
“Para Cristina, gobernar es polarizar: es una dialéctica de extremos, de opuestos. Y ahora aparecerán quienes tengan una postura más nacionalista, frente a otros con una visión en defensa de la propiedad privada“, afirma.
Algo de eso ya empezó a verse. Por lo pronto, el ala más radicalizada del kirchnerismo celebró la expropiación de La Rural como un logro nacionalista.
“El pueblo argentino expropia la sede nacional de la puta oligarquía genocida y procolonial”, escribió, con su inconfundible estilo, el líder piquetero Luis D’Elía.
Y por cierto, para quienes cuestionan al Gobierno desde posturas de izquierda resultará difícil argumentar contra este decreto, algo que podría interpretarse como estar alineado con la Sociedad Rural y Francisco de Narváez.
Desde una óptica opositora, Gustavo Lazzari, analista de la Fundación Libertad y Progreso, coincide con la teoría sobre el intento polarizador, aunque lo ve como “un manotazo de ahogado”.
“Es una clara maniobra para fogonear a la propia tropa en un momento en el que el Gobierno sabe que se encuentra en un mal momento, de espaldas a la sociedad. Lo que se ve es que, ante la imposibilidad de ganarse la simpatía social mediante recursos financieros, porque se agotó la caja de pesos, se recurre a medidas más ideológicas, que permitan reavivar la militancia”, sostiene Lazzari.
¿Resultado electoral neutro?
Más allá de lo que ocurra concretamente con el predio ferial de Palermo, lo que parece evidente ante el sorpresivo decreto es que el mensaje del Ejecutivo es la ratificación de la línea, sin atisbo de cambio posible.
Para Zuleta Puceiro, el eslabón siguiente en la cadena será un gran festejo organizado con motivo del regreso de la fragata Libertad a las costas de Mar del Plata, en plena temporada turística.
La gran pregunta es si esta estrategia resultará relevante desde el punto de vista electoral, o si apenas son acciones destinadas a darles más argumentos a los ya convencidos.
La politóloga Graciela Römer se cuenta entre los escépticos sobre la relevancia electoral de estas medidas que llenan las páginas de los diarios y los minutos de los programas de TV por cable.
Refiriéndose al debate sobre la ley de medios, Römer había advertido que “es algo que le interesa sólo a los grupos más duros, tanto del oficialismo como de la oposición, mientras que el grueso de la población que está en el medio permanece más bien indiferente”.
Todavía es prematuro afirmar si la Rural de Palermo tiene un poder simbólico suficiente como para despertar el entusiasmo nacionalista de la misma forma en que ocurrió en su momento con YPF. En principio, parece difícil que eso pueda ser reeditado.
Igualmente, Zuleta advierte que el Gobierno no está tan equivocado al profundizar su discurso. La duda es si en este caso la balanza se inclinará hacia el nacionalismo o pesará más el temor por el avance sobre la propiedad privada.
“Es cierto que la pelea con Clarín despertó inquietudes, de manera que mucha gente que no está de acuerdo con la línea editorial del Grupo terminó poniéndose a favor de él porque quiere evitar un incursión sobre los intereses privados. Es, también, un efecto de la polarización que busca el Gobierno”, argumenta.
Otros no dudan en afirmar que la jugada le saldrá mal al kirchnerismo. Como Lazzari, para quien “quedó demostrado que medidas de este tipo asustan capitales y son rechazadas por la clase media”.
Su pronóstico es que la estrategia kirchnerista lleva a un escenario de conflictividad, en el que las manifestaciones de los “caceroleros” preocupados por los avances sobre las libertades civiles chocan contra un kirchnerismo que redobla la apuesta.
Por lo pronto, en los próximos días los militantes oficialistas encontrarán consuelo por las dilaciones que ocurren en la pelea con Clarín: podrán sumarse al concurso de iniciativas sobre qué hacer con ese predio donde durante décadas desfilaron los representantes más auténticos de la “oligarquía vacuna”.
La economía sigue con dificultades para arrancar y la caja ya no será la misma. Pero el relato intenta, con todas estas iniciativas, seguir ganando un poco más de oxígeno.
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