El campo habla . . .
… que ni las tormentas ni las reuniones de fin de año parecen tener fin esta temporada y, aunque ya se está casi sobre la Navidad, siguen los encuentros de último momento. El Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), la Mesa de Enlace y hasta la presentación de un libro sobre la [...]
… que ni las tormentas ni las reuniones de fin de año parecen tener fin esta temporada y, aunque ya se está casi sobre la Navidad, siguen los encuentros de último momento. El Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), la Mesa de Enlace y hasta la presentación de un libro sobre la soja, en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, se contaron entre las reuniones con mayor asistencia de los últimos días, aunque la cena del sindicato de los técnicos (que de media docena ya asciende a cerca de 50 miembros), que nuclea a las segundas líneas de las entidades, Bolsas, etc., se está convirtiendo en uno de los muy pocos lugares donde se puede encontrar muy buena información del sector (lástima que después no se haga pública). Por supuesto que en todos lados, el tema excluyente siguió siendo el clima, y la resistencia de algunos a aceptar lo que técnicamente es indiscutible: con agua (falta de piso) no se puede sembrar. De ahí que hasta los analistas internacionales comenzaron a bajar las cifras de la futura cosecha argentina, aunque aún son cautos respecto a la verdadera baja que se prevé con el clima actual (todavía mantienen a la soja en 53 millones de toneladas y al maíz en 24 millones). Por si acaso, el multifacético secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, tomó cartas en el asunto y ya recortó un porcentaje importante de los permisos de exportación que se habían adjudicado. Fue la tormenta perfecta, y mientras se alargaba la fila de barcos detenidos sobre el río que no lograban la autorización final para salir, la reacción, tanto dentro como fuera del país no se hizo esperar. Naturalmente el Brasil de Dilma Rousseff, uno de los principales afectados por las veleidades de las ventas argentinas, estuvo entre los primeros en protestar por la restricción. También lo hicieron los exportadores, la Sociedad Rural, CRA, y varios operadores aunque, en realidad, casi nadie tiene expectativas ciertas de que se vayan a dejar los mercados en paz.
… que, a pesar de los recortes de siembra por el mantenimiento de las lluvias, igual el cálculo de inversión agrícola de esta campaña (debido al fuerte incremento de los costos) arrojó una cifra escalofriante. Según la Mesa de Enlace, con cifras de AACREA, en el ejercicio que cerró a fines de junio pasado, el sector había invertido más de u$s 50.000 millones para producir 150,5 millones de toneladas de productos, básicamente alimentos. Según los datos de AACREA, sólo los cultivos anuales extensivos (granos) superaron los $ 90.000 millones de inversión. Entre los presentes, sin embargo, las reacciones ante estos datos fueron divergentes. Por caso, algunos exdirigentes que asistieron a la convocatoria destacaban que las cifras pueden llevar a engaño. El sector invierte, pero es a costa de su propio endeudamiento, y eso no se está diciendo, se alarmaban, mientras otros destacaban que si se repiten las pérdidas de cosecha de la campaña pasada, en febrero-marzo de 2013 ya se va a estar asistiendo a una crisis sectorial cuya primera manifestación va a ser el corte de la cadena de pagos. Nadie aguanta dos cosechas malas seguidas, reconocían. En concordancia con esto, un productor fuerte de la zona centro destacaba que en su grupo CREA, el nivel de endeudamiento ya es del doble del año pasado. Por supuesto que todo esto ocurría mientras el servicio GEA de la Bolsa de Rosario, daba a conocer que en esa región habían caído más de 300 milímetros en dos días, y que el clima sigue muy inestable, con mangas de piedra y tornados frecuentes, aunque en el norte del país continúa la seca. Casi nada de todo esto se escuchó de boca de los máximos dirigentes del campo. También fue bastante comentado el costo de la Canasta Navideña que hizo CRA días atrás, y no tanto por el incremento global en los precios de los productos (alrededor de 25 por ciento), sino por el hecho de que ratificó que los productores de alimentos apenas reciben un 16 por ciento del costo total de esa canasta lo que, prácticamente, les licúa toda responsabilidad a la hora de justificar la inflación. El caso más extremo es el de los duraznos al natural pues, por la materia prima de una lata los fruticultores reciben $ 0,97 mientras que el consumidor paga $ 16 la lata, es decir, 1.550 por ciento más.
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