sábado, 29 de diciembre de 2012

Actor protagónico de 2012: el clima


Desde el punto de vista climático, el año 2012 fue uno de los más complejos de los que se tenga memoria. Se inició con la sequía que afectara al maíz y a la soja en Sudamérica; continúo con un evento similar que dañó al trigo y a la cebada en la ex Unión Soviética, y, como si eso fuese poco, EE.UU. terminó enfrentando uno de los veranos más secos y calurosos de la historia, con grave afectación a su cosechas de maíz y, en menor medida, de soja. Como despedida, el año se va con importantes recortes en las cosechas de trigo y de cebada en Sudamérica, producto de los excesos hídricos.
El recorte en la producción global agravó la escasez preexistente, jaqueando las reservas mundiales de forrajes. También se comprometió el balance de oferta y demanda estadounidense de maíz y de soja. Para muchos, los últimos datos del USDA de diciembre no se compadecen con la realidad. El organismo estimó mayores cosechas mundiales de maíz y de trigo, aunque la mayor parte de esa mejora se asigna a China, dato que es difícil de corroborar.
Ahora le llega nuevamente el turno a América del Sur. Desde inicios de la primavera, buena parte de la región viene experimentando lluvias excesivas que el mercado internacional juzga, mayoritariamente, como un dato favorable para la futura oferta. Sin embargo, las cosas no son tan simples y, lamentablemente, a nuestro país no le toca la mejor parte. Ya hemos destacado el perjuicio a la cosecha fina.
Tanto el trigo como la cebada han enfrentado localmente pérdidas considerables de calidad y volumen. La producción triguera se ubicaría por debajo de los 10 millones de toneladas y el Gobierno ya ha reaccionado limitando considerablemente las autorizaciones de exportación.
El problema es que el sector exportador ya ha adquirido en nuestra plaza casi 4,7 millones de toneladas. Por lo tanto, nuevamente esta plaza ve fuertemente condicionada la formación de sus precios en el período de cosecha. Además, la perspectiva tampoco pareciera auspiciosa. Por más que los fundamentos internacionales de este mercado tienden a brindarle sostén a los precios, en el nivel local la espera difícilmente sea recompensada, por cuanto afrontamos un año electoral y el sector molinero no muestra solidez ni condiciones favorables.

CIFRAS INCIERTAS

En cuanto al maíz, pareciera que el USDA aún no ha terminado de develar el fracaso de la producción en los Estados Unidos. Al respecto, en Chicago aguardan con mucha expectativa el reporte de enero del organismo. Adicionalmente, el racionamiento de la demanda debe continuar e incluso intensificarse en lo que resta del presente ciclo comercial. Se agrega a ello que en las próximas semanas comenzará a librarse la "batalla por el área" para la nueva siembra estadounidense, la cual se disputará vía precios entre el maíz y la soja. Dada la necesidad de superar la escasez predominante, los valores internacionales del forrajero deberían mantenerse sostenidos.
En el nivel local, la demora en las siembras generada por las lluvias y las inundaciones limita el panorama de oferta. Teniendo en cuenta la reciente reacción oficial respecto de las exportaciones trigueras, valores del maíz nuevo cercanos a los 200 dólares por tonelada son hoy una alternativa prudente.
En soja, la situación internacional es bastante diferente a la del maíz. Brasil mediante, late con fuerza la posibilidad de que Sudamérica genere en este ciclo una cosecha récord, aunque las demoras en las siembras en nuestro país limitarían tal resultado. No obstante, la demanda mundial busca reposicionarse ante la eventualidad de una mayor oferta futura y, por ello, las cotizaciones han mostrado recientemente altos grados de volatilidad. Las posibilidades de que el productor pueda lograr en este producto útiles "coberturas flexibles", se limitan al nerviosismo que aún puede aportar el "mercado climático sudamericano"

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