jueves, 1 de mayo de 2014

Trigo: la importancia del uso de inoculantes


El cultivo del trigo es el más importante a nivel mundial, tanto si se lo considera desde la superficie sembrada y la producción, como en su significación en la alimentación humana.
La siembra de trigo va a comenzar en las próximas semanas en la región pampeana. El cultivo de este cereal es el más importante a nivel mundial, tanto si se lo considera desde la superficie sembrada y la producción como en su significación en la alimentación humana.
La Argentina está en los primeros lugares en cuanto a la producción y exportación de este cereal, aunque en los últimos años es un cultivo que ha perdido competitividad frente a otros, en especial la soja. El desafío actual para productores y técnicos es tratar de recuperar el lugar que tuvo, sobre todo teniendo en cuenta su importancia estratégica dentro de una rotación balanceada como requiere la intensificación de la agricultura que hoy estamos viviendo.
El monocultivo de soja, además de implicar pérdidas progresivas en el rendimiento, está causando la multiplicación de malezas resistentes a los herbicidas más usados, aumentando entonces los costos del productor. La extensión de la siembra directa y de distintas modalidades de reducción de labranzas ha hecho tomar una mayor conciencia de la importancia de los microorganismos del suelo en su productividad, ya sea por medio del aumento y disponibilidad de los distintos nutrientes como de la mejora de la estructura y porosidad del mismo.
Estos microorganismos se conocen en forma genérica como PGPR (en inglés, rizobacterias promotoras del crecimiento vegetal), aunque el término correcto debería ser microorganismos promotores del crecimiento vegetal (MPCV, Frioni 2006).
Dentro de éstos, las micorrizas son hongos que establecen, a semejanza del Bradyrhizobium, una asociación (simbiosis) con las raíces de las plantas donde obtienen energía (hidratos de carbono) del vegetal y éste se beneficia por la provisión de nutrientes que el hongo capta y traslada desde el suelo hacia la raíz. También se advierte una más rápida implantación, mayor crecimiento radicular y una mejor tolerancia a patógenos. Todo esto se suma a otros efectos debidos a sustancias que segrega y que fomentan el crecimiento de la planta.
Aplicar la tecnología
Es importante para el productor que la aplicación de esta tecnología, como la de cualquier otra, sea compatible con el resto de su planteo para el cultivo, además de ser sustentable en el tiempo. La variabilidad del clima más el aumento de costos fijos y variables de las últimas campañas obligan al productor a “afinar el lápiz” a la hora de encarar el nuevo ciclo productivo
Dentro de este contexto, el uso de insumos de bajo costo y de alta respuesta relativa se vislumbra como una estrategia acorde a los tiempos que corren. El uso de los inoculantes o biofertilizantes, que son ampliamente difundidos para el cultivo de soja, está ganando terreno en trigo y otros cultivos de invierno.
El motivo del uso de la inoculación en trigo es sencillo y contundente: un aumento de los rendimientos que está en el orden del 10% promedio, logrado con un insumo de bajo costo (aproximadamente u$s 6 por hectárea) y fácil aplicación, lo que en definitiva redunda en un incremento de la rentabilidad para el productor que puede recuperar hasta 10 veces más de lo que invirtió en inoculante.
Hay varios microorganismos que se pueden usar en la inoculación de trigo. Una opción es la de utilizar las micorrizas que promueven un mayor crecimiento de la raíz (que es lo que hace Crinigan), lo que facilita a la planta una mejor absorción de agua, fósforo y otros nutrientes. Otro efecto no menos importante es la “barrera fitosanitaria” que se logra en la raíz al inocular el trigo con microorganismos benéficos.
Resumiendo, la inoculación es una tecnología de bajo costo que está alineada con los principios de la agricultura sustentable, que preserva efectivamente la productividad de los suelos y es una de las herramientas más destacadas con las que cuenta el productor para potenciar el cultivo de trigo, haciendo que vuelva a ocupar el lugar que nunca debió haber dejado.

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