martes, 30 de mayo de 2017

Inundaciones y manejo del agua: por qué las obras son insuficientes


Especialistas aseguran que la infraestructura social y la colaboración entre productores son los aspectos principales a la hora de abordar la problemática del exceso hídrico.


Las inundaciones que afectan a buena parte del país, y mantienen en vilo a provincias como Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y La Pampa, volvieron a instaurar el debate sobre el manejo del agua en Argentina.

En medio del daño que ocasionan los fenómenos meteorológicos –según cálculos oficiales, se perdieron un millón de hectáreas en lo que va del año-, llueven  acusaciones políticas y cruces entre funcionarios por obras que debieron pero no llegaron a concretarse. Tal es el caso de las lagunas de Melincué o La Picasa, al sur de Santa Fe. Sin embargo, especialistas advierten que las mejoras en infraestructura no bastan o, al menos, son sólo una parte del conjunto de soluciones integrales necesarias para mitigar los efectos del avance del agua en zonas llanas, donde las consecuencias del exceso hídrico son más devastadoras.

“Los agrosistemas son complejos y lo que pasa en ellos depende de múltiples factores: arrancando por el clima y su variabilidad, las obras hídricas y el uso del suelo en la producción del campo y en la construcción de ciudades. Todo influye en la dinámica del agua”, explicó Federico Bert, líder de Investigación y Desarrollo de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación (AACREA).

Aunque los tres elementos mencionados por Bert interactúan, a la variabilidad meteorológica que existió desde siempre (es decir, períodos más o menos lluviosos e inundaciones) se le suma el cambio climático de las últimas décadas, que hace que los fenómenos se tornen más extremos.

Si bien es evidentemente que parte de los excedentes de agua se puede manejar con obras, existen limitaciones, principalmente en áreas llanas. “La región pampeana es una de las más planas del mundo, no hay pendientes definidas y el agua corre lentamente. La red de canales que se necesitarían para evacuar el agua sería muy grande y costosa. Aquí, lo más importante son los diseños del sistema de producción, porque los distintos cultivos impactan sobre la dinámica del agua”, detalló el doctor en Ciencias Agropecuarias, quien además fue becario del CONICET.

Para Bert, éste último punto es donde debe ponerse mayor atención: “Lluvias por encima de lo normal con un sistema de producción –o cultivos- que consume menor cantidad de agua hicieron que las napas se eleven. En algunos casos, eso implica más cantidad de anegamientos. Una parte se podría evacuar si tuviésemos todas las obras que quisiéramos tener. Y otra parte, quizás, no. Porque hay lugares que son tan planos que por más que exista un canal el agua solo sale si se evapora o si la evapotranspira algún cultivo”, aseguró.

LA IMPORTANCIA DE LA “INFRAESTRUCTURA SOCIAL”

Un caso paradigmático sobre el manejo del agua es el de Holanda: de los 41.500 km2  que tiene el país, 7.700 km2 son agua, y una cuarta parte de la superficie se encuentra bajo el nivel del mar. “Uno de los conceptos más importantes que yo me traje de allí fue: la infraestructura física es importante, pero lo más importante es la infraestructura social: la capacidad que puede tener una comunidad de acordar prácticas para manejar el agua”, reveló Federico Bert, quien en marzo estuvo en el país europeo invitado por el Ministerio de Asuntos Exteriores, en vísperas a la posterior visita del presidente Mauricio Macri.

“Tiene relación a las investigaciones que realizamos acá: si pretendemos sacar el agua vía canales, que es infraestructura física, sería imposible. En cambio,  podríamos complementar eso tratando de coordinar acciones para, en conjunto, manejar el agua con una visión única”, continuó Bert.

Por eso, para el especialista la clave del éxito está en la colaboración: “Un productor puede elegir sembrar cultivos que consumen más o menos agua. Si hay riesgos de anegamiento, es probable que se decida por el que consume más. Pero si es el único que toma esa decisión, la situación no va a mejorar”.

En relación a la infraestructura física, el líder de I+D de AACREA destacó la tecnología de drine tile, que desde la década del 30 se utiliza en el cinturón maicero de Estados Unidos –centro oeste del país. Se trata de pequeños conductos subsuperficiales que evacúan el excedente de agua de los campos hacia cursos de agua naturales. En Argentina, se está implementando como alternativa en algunas áreas, para conectar redes de canales primarias con secundarias.

PARTICULARIDADES DE LA REGIÓN

Consultado por Agrofy New, el investigador del CONICET y docente de la Universidad de San Luis Marcelo Nosetto dio más precisiones sobre lo que sucede en las regiones más afectadas por el exceso hídrico.

“Una cosa interesante es que en otras partes del mundo a la agricultura la vinculan con un consumo excesivo del agua; en Argentina ocurre justamente lo opuesto. Acá no hay riego y en los lugares donde se instala la agricultura, que tiene menos evapotranspiración que los pastizales o los bosque, y hay seguidillas de precipitaciones pasan las cosas (anegamientos) que vemos en la región pampeana”, puntualizó el doctor en Ciencias Agrarias.

Y destacó: “Por más que se haga toda la infraestructura  planificadas, el problema no se va a solucionar: el efecto de los canales es muy limitado. La única forma de manejar el balance hídrico es con la vegetación. En esta región (la Pampeana), es lo que más efecto puede tener sobre las inundaciones”.

En esta dirección apunta el acuerdo que, a fines de abril, firmó la provincia de Córdoba para reforestar 150 mil hectáreas de bosques nativos, en colaboración con Misiones. El objetivo de la medida apunta a prevenir tanto incendios como inundaciones.

Para finalizar, Nosetto también subrayó la importancia de tomar medidas en conjunto. “La estructura social es fundamental en el manejo del agua. Para tener un impacto importante son necesarias políticas de mayor escala que a nivel de lote o un establecimiento”.

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