La agenda del Ministerio de Agroindustria no da respiro. Hay cuatro focos de atención que imponen respuestas urgentes. Son el acuerdo para la lechería, medidas de apoyo para la fruticultura, particularmente en el Alto Valle, donde este mes comienza la cosecha, y la vitivinicultura, próxima a la época de la vendimia. El cuarto punto es […]
La agenda del Ministerio de Agroindustria no da respiro. Hay cuatro focos de atención que imponen respuestas urgentes. Son el acuerdo para la lechería, medidas de apoyo para la fruticultura, particularmente en el Alto Valle, donde este mes comienza la cosecha, y la vitivinicultura, próxima a la época de la vendimia. El cuarto punto es la atención a las inundaciones que castigan al Litoral.
Mientras tanto, dicen en Agroindustria que el trabajo para el mediano plazo comenzará con la agenda internacional. A mediados de este mes el ministro Ricardo Buryaile viajará a Berlín para participar de la Semana Verde, una feria de alimentación en la que se organizan foros de debate sobre el estado de la agricultura en el mundo. Lo más importante allí es la participación de 70 ministros de agricultura de diferentes países. Nada mejor que los contactos directos para conocer a quienes tienen la posibilidad de permitir o trabar corrientes de comercio de las que dependen inversiones y puestos de trabajo. En la agenda de Buryaile, cuentan en Paseo Colón, tienen prioridad las reuniones que tendrá con los ministros de la Unión Europea para avanzar en la firma del postergado acuerdo con el Mercosur.
Ese cambio de clima lo perciben muchos productores. “Íbamos al quebranto seguro; en esta campaña todos los números estaban en rojo”, dice Santiago del Solar, que produce en el oeste bonaerense. “Hay dificultades todavía, de hecho la soja bajó de precio y persisten los derechos de exportación, pero estamos esperanzados”, reconoce. Un reflejo del cambio de tendencia, explica, es que comenzaron a aparecer ofertas de créditos en dólares.
Otra medida del Gobierno que ayudó al cambio de perspectivas es la decisión de las nuevas autoridades del Banco Nación de terminar con el cepo crediticio a productores que tenían soja sin vender. En el imaginario del kirchnerismo, almacenar soja en silobolsa se había convertido en una estrategia de especulación no sólo económica, sino también política.
La decisión clave que concretó el Gobierno esta semana fue la eliminación de los ROE, nacidos durante la primera presidencia de Cristina Kirchner con la supuesta intención de defender “la mesa de los argentinos”. Como se sabe, estuvieron lejos de protegerla. Eso sí, sirvieron para armar negocios con los empresarios amigos.
Al eliminarse la distorsión de los ROE, y a medida que la formación de precios en el mercado de granos se normalice, la posibilidad de planificar esquemas de siembra con rotación de cultivos, con más trigo y maíz, será más concreta. Así, la reversión del deterioro de los suelos por los planteos de monocultivo de soja también debería ser una realidad.
Muchos corredores y productores están intranquilos porque todavía persiste un diferencial de precios entre el FAS teórico y lo que paga la exportación. “Se tiene que formar el mercado, van pocos días desde que se levantó el cepo, se bajaron las retenciones y se eliminaron los ROE”, dijo una alta fuente de Agroindustria, que, no obstante, dijo que siguen “atentamente” el tema.
Habría que recordar que uno de los motivos por los cuales el mercado de trigo no tiene todo el vigor necesario es por el volumen de la cosecha, estimada en 9,5 millones de toneladas. Uno de los motivos hay que buscarlo en la indefinición del candidato del Frente para la Victoria Daniel Scioli en la época en que debía decidirse la siembra de trigo de la campaña 2015/16. Pese a que los hombres de su equipo decían que había que eliminar las retenciones, Scioli, que gobernaba la principal provincia triguera del país, guardó silencio. Por no incomodar a Cristina Kirchner, eludió el tema y sólo habló cuando se venía el ballottage y creía necesario contar con el “voto del campo”. Macri, en cambio, a través de la Fundación Pensar, prometió retenciones cero al trigo en marzo del año pasado. Son las diferencias sobre el valor de la palabra.
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