La ganadería entró en una fase franca de retención de vientres
Alberto Williams, de la Asociación de Propietarios de Carnicerías de la Capital Federal, señaló esta semana a la agencia Télam que, “si nos bajan el precio, nosotros lo bajamos, no somos formadores de precios”.
No obstante, mencionó como ejemplo que la semana pasada recibió el kilo de feedlot (vacunos alimentados en corral) con una baja de 1,50 pesos y que ese leve descenso se vio reflejado “en algunas carnicerías y en otras no, depende de sus costos”.
Por su parte, las asociaciones de consumidores atribuyen el aumento de la carne a las grandes cadenas supermercadistas y dieron a conocer cuadros comparativos de precios entre el 4 de diciembre último y ayer, que reflejan aumentos generalizados.
Pedro Bussetti, de Deuco, destacó a Télam que, según los relevamientos de la entidad, en las principales cadenas de distribución el kilo de nalga pasó de 70 a 118 pesos; el asado, de 95 a 124 pesos; cuadrada, de 75 a 124 pesos; vacío de 83 a 149 pesos, y bife ancho de 107 a 138 pesos.
Más allá de las diferencias del precio en el que se comercializa el novillo en el Mercado de Liniers y a cuánto lo venden las carnicerías y los supermercados, especialistas del sector ya habían pronosticado que este año sería un período de retención de vientres.
El analista ganadero Ignacio Iriarte pronosticó que cerca de un millón de vacas no irán a faena este año y que 150.000 toneladas de carne pasarán del mercado interno a la exportación. Por esa razón, dedujo que el consumo bajaría a 52/53 kilos por habitante por año, con precios más altos.
Iriarte pronosticó que el 2016 va a ser un año “de un importante faltante de carne” por varias razones.
“Lo primero es que la ganadería argentina entró en una fase franca de retención de vientres, en la cual los ganaderos van a quedarse con un millón de vacas, es decir que no las van a mandar a faena sino a parir al campo”, indicó.
La consecuencia de ello es que en el 2017 el país tendrá un millón de cabezas más. Mientras tanto, en el 2016 “vamos a tener una faena de un millón menos de cabezas. Esa cantidad que se le resta a la faena son alrededor de cinco kilos de carne per cápita menos de la producción que va al consumo interno”, indicó.
Agregó que la devaluación del peso y la quita de retenciones a las exportaciones resultaron dos medidas que beneficiaron a la exportación cárnica. Evaluó que, aunque a la industria exportadora argentina “le va resultar difícil competir con el mercado local en un marco de escasez, igualmente la exportación de carne va a aumentar en 150.000 toneladas, alcanzando las 300.000 toneladas. Y esas 150.000 toneladas adicionales también se van a retirar del consumo”.
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