Partidos como Junín, Chacabuco, Azul, Lobería, Salto, Brandasen, Maipú han reportado, en total, más de 300 personas afectadas por triquinosis en lo que va del año. A este número se le suman 11 casos en Azul, diagnosticados por consumo de chorizos secos producidos de manera ilegal.-
En agosto, el Senasa envió a faena preventiva a 73 cerdos de un predio ubicado en la localidad de Saavedra tras detectar que uno de los animales estaba enfermo de triquinosis.
Mucho hemos hablado de que la aparición de los brotes de esta enfermedad deja de manifiesto la dificultad y debilidad de los controles bromatológicos, de la desinformación y negligencia de quienes comercializan sin los recaudos sanitarios correspondientes. Una vez detectada la triquinosis en pacientes, comienza la cadena de responsabilidades, los discursos sobre las limitaciones del Senasa en la fiscalización sanitaria, la cobertura deficitaria a nivel nacional y municipal de inspectores zonales y la falta de decisiones políticas.
En la provincia de Buenos Aires, los responsables de la salud pública conocemos el origen y las causas de la enfermedad, la frecuencia de los brotes y las zonas de mayor riesgo. El ciclo es el mismo de siempre, carne cruda sin diagnóstico previo y distribución irresponsable de un producto no apto para el consumo. Y aun así se intensifican las faenas “no oficiales” o familiares y los mini emprendimientos artesanales potenciados por un mercado que garantiza el funcionamiento de estos emprendimientos, una demanda cada vez más grande y la distribución de chacinados a nivel nacional.
Ante esta situación, cabe preguntarse qué es lo que hay que hacer para lograr establecer un control eficaz de la triquinosis. Cómo resolver las contradicciones entre la necesidad de reforzar y respetar los controles bromatológicos en todo el proceso de elaboración de los chacinados y el aliento inconsciente, por ejemplo, de las fiestas regionales que incentivan el consumo de estos productos. El trabajo es arduo pero tiene que ser entre todos: sociedad, gobierno, veterinarios y todos los responsables de garantizar la salud pública y la sanidad animal.
Como punto de partida, se debe cobrar real conciencia de la importancia de la Salud Pública, de que existe la posibilidad de evitar esta enfermedad, cada uno desde su lugar. Desde las políticas nacionales, provinciales y municipales para concientizar a la comunidad y hacer efectivas estas medidas de prevención y control. Es decir, evitar los controles aislados y lograr homologar las normas que permitan una vigilancia alimenticia más eficaz, además de continuar trabajando sobre la capacitación de profesionales responsables dentro de los municipios para cada proceso de vigilancia en la cadena del cerdo y, reforzar las inspecciones bromatológicas correspondientes.
Los profesionales tiene la obligación de entender la importancia de su rol, la necesidad de capacitarse y tener siempre presente la noción de la responsabilidad que implica la toma de decisiones en la tarea que desarrollan. Y más importante aún, la decisión política de llevar a cabo este mandato básico de su función. Como sociedad, tenemos que comprender que de mínimas acciones depende nuestra salud. El consumidor previene la triquinosis no consumiendo productos con el rotulo de casero y el elaborador, haciendo el análisis correspondiente, respetando los controles y exigiéndolos para saber si sus animales tienen infección o no.
Mientras sigan apareciendo casos de pacientes diagnosticados con triquinosis, todos habremos fallado. Hasta que se tome la Salud Publica en serio y se parta de ella para generar políticas y toma de conciencia efectiva, hasta que entendamos que tenemos el conocimiento y las herramientas pero no, al parecer, la voluntad para controlarla, la enfermedad nos va a seguir venciendo. En este punto, hay que dejar las palabras, los discursos y los lamentos y comenzar a trabajar entre todos y muy en serio.
Mucho hemos hablado de que la aparición de los brotes de esta enfermedad deja de manifiesto la dificultad y debilidad de los controles bromatológicos, de la desinformación y negligencia de quienes comercializan sin los recaudos sanitarios correspondientes. Una vez detectada la triquinosis en pacientes, comienza la cadena de responsabilidades, los discursos sobre las limitaciones del Senasa en la fiscalización sanitaria, la cobertura deficitaria a nivel nacional y municipal de inspectores zonales y la falta de decisiones políticas.
En la provincia de Buenos Aires, los responsables de la salud pública conocemos el origen y las causas de la enfermedad, la frecuencia de los brotes y las zonas de mayor riesgo. El ciclo es el mismo de siempre, carne cruda sin diagnóstico previo y distribución irresponsable de un producto no apto para el consumo. Y aun así se intensifican las faenas “no oficiales” o familiares y los mini emprendimientos artesanales potenciados por un mercado que garantiza el funcionamiento de estos emprendimientos, una demanda cada vez más grande y la distribución de chacinados a nivel nacional.
Ante esta situación, cabe preguntarse qué es lo que hay que hacer para lograr establecer un control eficaz de la triquinosis. Cómo resolver las contradicciones entre la necesidad de reforzar y respetar los controles bromatológicos en todo el proceso de elaboración de los chacinados y el aliento inconsciente, por ejemplo, de las fiestas regionales que incentivan el consumo de estos productos. El trabajo es arduo pero tiene que ser entre todos: sociedad, gobierno, veterinarios y todos los responsables de garantizar la salud pública y la sanidad animal.
Como punto de partida, se debe cobrar real conciencia de la importancia de la Salud Pública, de que existe la posibilidad de evitar esta enfermedad, cada uno desde su lugar. Desde las políticas nacionales, provinciales y municipales para concientizar a la comunidad y hacer efectivas estas medidas de prevención y control. Es decir, evitar los controles aislados y lograr homologar las normas que permitan una vigilancia alimenticia más eficaz, además de continuar trabajando sobre la capacitación de profesionales responsables dentro de los municipios para cada proceso de vigilancia en la cadena del cerdo y, reforzar las inspecciones bromatológicas correspondientes.
Los profesionales tiene la obligación de entender la importancia de su rol, la necesidad de capacitarse y tener siempre presente la noción de la responsabilidad que implica la toma de decisiones en la tarea que desarrollan. Y más importante aún, la decisión política de llevar a cabo este mandato básico de su función. Como sociedad, tenemos que comprender que de mínimas acciones depende nuestra salud. El consumidor previene la triquinosis no consumiendo productos con el rotulo de casero y el elaborador, haciendo el análisis correspondiente, respetando los controles y exigiéndolos para saber si sus animales tienen infección o no.
Mientras sigan apareciendo casos de pacientes diagnosticados con triquinosis, todos habremos fallado. Hasta que se tome la Salud Publica en serio y se parta de ella para generar políticas y toma de conciencia efectiva, hasta que entendamos que tenemos el conocimiento y las herramientas pero no, al parecer, la voluntad para controlarla, la enfermedad nos va a seguir venciendo. En este punto, hay que dejar las palabras, los discursos y los lamentos y comenzar a trabajar entre todos y muy en serio.
Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires
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