El norte santafesino fue, durante cinco días, el ombligo nacional de la producción algodonera. En el marco de la Semana Internacional del Algodón, organizada por la Asociación para la Promoción de la Producción Algodonera (APPA) el gobierno provincial y el nacional (a través de INTA e INTI), Reconquista y Avellaneda fueron escenario de una sucesión de acontecimientos de gran trascendencia para el sector. Unas 60 personas participaron del postrado en ecofisiología del cultivo, con una destacada presencia de estudiantes paraguayos. Decenas de funcionarios de Chaco, Santiago del Estero, Formosa y Córdoba (además de Santa Fe) concurrieron a la reunión de la Mesa Nacional Algodonera. Se inauguraron dos laboratorios que prometen cambiar paradigmas: uno de biotecnología en el INTA Reconquista, donde se trabajará en el desarrollo de variedades adaptadas a la región; y otro de análisis de fibra por HVI que permitirá transparentar el mercado del algodón. Finalmente, el cronograma concluyó con la 1º Jornada Internacional de Actualización Científica-Tecnológica de Algodón, en la que se destacaron disertantes como el australiano Stephen Yeats (Organización de Investigación Científica e Industrial del Commonwealth), los brasileños Fabio Echer (Universidad del Oeste Paulista) y Camilo Lelis Morelo (Embrapa), y la colombiana Ángela Galindo (Universidad de Tolima). Entre muchos funcionarios, jerarquizaron las actividades el vicegobernador santafesino Carlos Fascendini y el Director de Agricultura Nacional, Ignacio Garciarena.
Biotecnología propia
El punto álgido del cronograma se produjo el jueves 21 de septiembre, día de la reunión de la Mesa y la inauguración de los laboratorios.
El Dr. Marcelo Paytas, investigador del INTA Reconquista, miembro de APPA y recientemente designado por el Ministerio de Agroindustria de la Nación como representante argentino ante el Comité Consultivo Internacional del Algodón, explicó a Campolitoral que el laboratorio de biotecnología permitirá avanzar en la caracterización y selección de variedades. Hasta ahora trabajaron con el equipamiento de ecofisiología para medir “cómo algún fenómeno afecta al cultivo”. Por ejemplo, el impacto de períodos de altas temperaturas o anegamientos. Ahora, con las nuevas herramientas, avanzarán en la caracterización a nivel celular, mediante estudios de genética (con herramientas biotecnológicas), de propiedades puntuales que se quieren buscar en la plantas. “La propuesta es avanzar en variedades adaptadas al norte provincial”, dijo, y explicó que ya se evaluaron, en las últimas 3 campañas, diferentes germoplasmas y “algunas son un poco más promisorias que otras”.
En el flamante laboratorio se aplicarán técnicas como la mutagénesis, para generar variabilidad genética y optimizar la selección. También apelarán al uso de marcadores moleculares para detectar y seleccionar cierta tolerancia o resistencia a enfermedades. Y avanzarán en la evolución génica de las variedades del INTA para identificar posibles cruzamientos que generen cultivares de mayor potencial para la región.
La manipulación genética será una instancia posterior. “Ahora -sostuvo Paytas- queremos asegurarnos que las variedades seleccionadas no sólo sean buenas en términos fisiológicos, sino también en lo genético”.
Semillas, ese problema
La “cuestión genética” es un tema crucial para el sector, dada la escasez de variedades que hay en el mercado nacional. Paytas indicó que en Argentina “hace casi 20 años que trabajamos con el mismo BT (Cry1) y sin embargo no se hacen refugios; entonces hoy esto es una bomba de tiempo” por el riesgo de generar resistencias en las plagas. “Es urgente trabajar en la generación de nuevas variedades, porque si hasta hoy no se quebró la resistencia es porque hubo suerte”, advirtió. El experto explicó que existen nuevos desarrollos en el mundo (Australia tiene tres tipos de Bt), pero que no ingresan al país porque los obtentores no tienen garantías para el cobro de derechos de propiedad.
El tema se abordó en la Mesa Algodonera, a partir de la nueva resolución del INASE (579-E-2017) para combatir la informalidad en el mercado de semillas. Según datos oficiales, en el país se venden 30.000 bolsas de semilla fiscalizada al año, que sirven para 30.000 hectáreas mientras en el país se siembran 300.000. “Si vos querés sembrar algodón, cuando se acaban esas 30.000 bolsas tenés que salir a comprar bolsa blanca, no queda otra”, reconoció Mario Mondino, investigador del INTA Santiago del Estero.
El propio Director Nacional de Agricultura, Ignacio Garciarena, admitió que “si todos quisieran comprar semilla certificada no habría”, pero calificó la situación como un circulo vicioso que buscará revertirse con la nueva normativa, que se basa en la declaración jurada del origen de la semilla por parte de los productores y la convalidación de esa información en las deslintadoras. “Hay poca semilla certificada disponible porque no hay demanda, porque los productores están acostumbrados a la informalidad y sin demanda la oferta no acompaña”, relató. Y adelantó que ya se observan efectos sanitarios: “se quebró la resistencia de la lagarta rosada en Salta y eso es una pésima noticia”. Con la nueva resolución -afirmó- “se busca generar condiciones para inversores”.
Mientras tanto, Mondino comentó que el INTA desarrolló (en Sáenz Peña, Chaco) nuevas variedades transgénicas (Bt RR), que se encuentran en proceso de multiplicación y estarían disponibles en ciclo 2019/20. “Están adaptadas a cada uno de los ambientes”, anticipó, en referencia a las áreas de riego y zonas semiáridas.
Recorrida. Autoridades locales, provinciales y nacionales conocieron las modernas instalaciones del laboratorio HVI en el parque industrial de Reconquista. Foto: Juan Manuel Fernández
Cuestión de calidad
Otra arista clave del sector, como la calidad de la fibra, pudo abordarse a partir de la concreción de un anhelo de APPA -que le demandó cuatro años de trabajo- y fue la inauguración del laboratorio de análisis de fibra por HVI (“High Volume Instrument”). En la inauguración, la ingeniera Patricia Marino, directora del Centro de Investigación y Desarrollo de Textiles del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), recordó que en 2004 -cuando se inició el Programa Procalgodón- se pensó que toda mejora en la producción tenía que ser medida y evaluada con equipos precisos. “Fuimos quedando con un parque de equipamiento bastante reducido”, dijo, por falta de inversiones. Uno de los objetivos era constituir una red de laboratorios HVI, como tienen en países competidores como China, EE.UU., Australia o Brasil.
En la ceremonia, el presidente de APPA, Osvaldo Previale, destacó que el equipamiento es el primero en Argentina de carácter público-privado, por lo tanto será neutral y servirá como laboratorio de referencia. “Va a estar a disposición de hilanderos, productores, desmotadores, para que puedan determinar los valores de calidad que tiene su fibra”, anunció, y señaló que el próximo paso será avanzar en esquemas comerciales que permitan negociar precio en base a esos valores de calidad. “Hoy trabajamos con clasificaciones de hace 80 años y hay que modernizarnos y agilizar todo el sistema de comercialización con valores y estándares internacionales”, reclamó.
El laboratorio trabajará bajo normas de USDA (Departamento de Agricultura de EE.UU.) e INTI y se controlará bajo sus normas. Y una vez estabilizado el funcionamiento y sus valores homologados “la vez que queramos negociar fibra con nuestra clasificación de APPA vamos a tener muchas puertas abiertas en el mundo”, señaló el directivo. “Llevará un tiempo, pero se logrará como fue con este primer paso”.
El secretario de la institución, Celso Muchut, estimó: “somos conscientes que tendremos que subsidiarlo durante uno o dos años hasta que los usuarios confíen en un sistema nuevo y que la parte comercial empiece a aceptarlo”.
Desmotadores también
En torno a la calidad, Muchut también abogó por un mayor compromiso de los desmotadores. “Es el eslabón más crítico para resolver”, dijo, y explicó que precisan hacer una mejor limpieza de la fibra. En tal sentido adelantó que avanzarán con un nuevo proyecto para obtener más fondos del PROSAP (Programa de Servicios Agrícolas Provinciales, que se ejecuta a través de UCAR, la Unidad para el Cambio Rural) con un proyecto de ANR (Aportes No Reintegrables) para mejorar este aspecto, además de buscar financiamiento de los bancos.
“Es necesario que haya una inversión muy fuerte, no vamos a cambiar el sistema de cosecha, seguiremos con el stripper porque estamos convencidos que haciendo bien el trabajo en el campo no es un problema en la industria, que tiene que estar preparada y haber hecho las inversiones correspondientes”, dijo en su alocución durante la inauguración del laboratorio de biotecnología.
El directivo consideró que ahora es necesario -así como se hizo con los productores- asistir a los desmotadores. “Debemos trabajar en todos los sentidos y no para un sólo eslabón”, dijo, y consideró que la labor no debe terminar en el productor sino llegar hasta la confección. “Necesitamos -insistió- que nuestras desmotadoras tengan sistemas de limpieza superiores para sacar un mejor producto”.
Habiendo concretado proyectos del calibre de los laboratorios, Muchut aseguró que en la institución tienen otros objetivos, como trabajar con la banca y lo proveedores de insumos “para que con menos plata podamos financiar más”. Por ejemplo para que los algodoneros puedan financiarse con anticipos de la fibra almacenada.
Y a los productores les dijo “tienen que entender que los beneficios por los que trabajamos pueden ser directos o indirectos, pueden estar mañana o dentro de diez años, pero van a estar; por eso hay que esforzarse en producir cada vez mejor”.
Nuevo satélite
Uno de los temas expuestos en la Mesa Nacional Algodonera fue la utilización de un nuevo satélite que trabaja por radares y, a diferencia de los ópticos, puede tomar registros de noche o con nubes. “La idea es determinar cuanto de rastrojo destruido hay en el momento; y combinado con el óptico, determinar, además de la superficie de cultivo, el estado vegetativo y quién no cumple con el vacío sanitario (destrucción de rastrojo)”, explicó el especialista de INTA Mario Mondino. Además, servirá para un reparto más prolijo del Fondo Algodonero. “Hay que recordar que los fondos de la Ley 20.060 se distribuyen a las provincias según la superficie sembrada”, dijo. En su opinión, tardaría “unos años” en aplicarse.
Flamante. El laboratorio de biotecnología facilitará el desarrollo de nuevas variedades en el norte santafesino.
APPA será ente sanitario contra el picudo
Con firma de un convenio con la provincia y la Nación, APPA se constituirá como un ente sanitario de lucha contra el picudo del algodonero. La normativa establece que el productor deberá combatir la plaga y si no lo hace APPA (junto a Senasa y Ministerio de la Producción provincial) será responsable de sancionarlo; lo mismo que -en caso de ser necesario- ejecutar alguna destrucción de rastrojos (que se cobrarán la dueño del campo). El proceso está avanzado y sólo resta la inscripción en Senasa.
“Esto es importante porque mientras lo manejaba el Senasa todo el mundo esperaba que el Estado haga las cosas; ahora lo tienen que hacer ellos y lo auditamos nosotros”, explicó el secretario de la entidad Celso Muchut.
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