Un estudio muestra que es factible el reciclado de los residuos pecuarios. Un desarrollo del IPAF Patagonia y el INTI.-
La energía derivada de biomasa es aquella que surge a partir de los seres vivos o sus desechos, y representa un interesante potencial de aprovechamiento para su conversión en biocombustible, que puede mitigar el uso de combustibles fósiles no renovables como el petróleo.
En el marco del Programa para la Promoción de la Energía Derivada de Biomasa -Probiomasa- , impulsado por FAO y el Ministerio de Agroindustria de la Nación, se promueve diversificar la matriz energética nacional mediante el aprovechamiento de la energía química, contenida en la biomasa vegetal y animal.
En la misma línea, se lleva adelante un relevamiento de biomasa generada en el corredor Plottier Senillosa, donde se concentra un importante número de producciones pecuarias. El trabajo apunta a medir la cantidad de residuos proveniente del sector y los problemas que ocasionan, a partir de lo cual se procederá a la elaboración de una estrategia de abordaje, en función de la disponibilidad del recurso y de su grado de concentración. El desarrollo está a cargo del INTA mediante el Instituto Para la Agricultura Familiar de Patagonia (IPAF) y la Agencia de Extensión Rural Centenario.
Los biodigestores son instalaciones en la que un determinado residuo orgánico se descompone por la acción de poblaciones de bacterias anaeróbicas, en ausencia de oxígeno y producen como resultado de ese proceso gases con alto porcentaje de metano y por ende una buena capacidad de generación de energía.
El IPAF fue partícipe, junto al Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) del relevamiento nacional iniciado en 2015, sobre el programa nacional Pro Biomasa para la Patagonia. Existe un total de 67 biodigestores registrados en todo el país de los cuales 7 están en la Patagonia.
Los dispositivos de menor tamaño que funcionan en Patagonia responden a fines educativos, tratamiento de efluentes y emprendimientos familiares. Otros, de mayor capacidad, se vinculan a producciones grandes de bovinos, porcinos o avícolas, con una gran generación de efluentes para el procesamiento. Solo con fines energéticos se relevaron dos iniciativas. La primera en El Maitén, Chubut, sobre viviendas que hacen aprovechamiento de energías alternativas desde invernaderos integrados a la casa, con cocinas y termotanques solares, o cocinas económicas asociadas a la calefacción del agua. En una de estas viviendas se hizo un biodigestor piloto de 5000 litros, con un tanque enterrado, alimentado con residuos provenientes de abonos de chivo, vaca y aves. El biogás producido se destina a la cocina.
El segundo radicado en Puerto Madryn, llevado a cabo por la Universidad de El Litoral, junto a las fundaciones Ceferino Namuncurá y Patagonia, en un establecimiento orientado a la educación agrotécnica. Este biodigestor está diseñado para el reaprovechamiento de residuos de la producción animal con que cuenta la institución; la energía producida se destina a calefaccionar una incubadora de aves.
Entre otros emprendimientos relevados, existe además un biodigestor de una empresa privada que funciona a partir del relleno sanitario generando biogás para la producción de energía eléctrica como insumo de la misma planta. Otro sistema observado en la planta de tratamiento de efluentes de la ciudad de Cipolletti, que opera con la adecuación a tal fin de una de sus piletas.
Por último, se registró un dispositivo familiar en China Muerta, uno experimental del IPAF y uno perteneciente a un productor de porcinos, de Valle Medio.
El trabajo permitió verificar qué tipologías son las más viables para la escala de productores de la región y fue de utilidad para la construcción de una estrategia común entre universidades, laboratorios, proveedores e instaladores a fin de garantizar las condiciones de red de soporte, para la resolución de los problemas que puedan asegurar su funcionamiento.
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