El mundo cambió un poco el miércoles pasado, cuando Obama tendió el primer puente con Cuba después de 50 años, con el objetivo de afianzar su peso en la región. Se sabe: China y Rusia ejercen hace años una diplomacia activa en América latina y la están transformando en nuevos negocios. Con este movimiento, los […]
El mundo cambió un poco el miércoles pasado, cuando Obama tendió el primer puente con Cuba después de 50 años, con el objetivo de afianzar su peso en la región. Se sabe: China y Rusia ejercen hace años una diplomacia activa en América latina y la están transformando en nuevos negocios. Con este movimiento, los EE.UU. buscan reactivar la OEA y diluir el Unasur y defender su área de influencia. Bienvenida Cuba al capitalismo de este hemisferio, con sus 11 millones de habitantes y sus más de tres millones de turistas anuales.
Las necesidades de alimentos de Cuba son totales: carecen de cantidad, calidad y variedad. La dieta cubana típica descansa excesivamente en porotos, arroz y vegetales con bajo valor calórico. El consumo de proteínas animales se reduce a muy poco pescado y cantidades mínimas de pollo o cerdo. Apenas un poco de grasa para aderezar y sentir sabor. Los huevos son una delicatesen y la harina un mito urbano. De acuerdo a los informes de la FAO, mientras que el argentino come en promedio 300 gramos de cualquier carne por día, el cubano araña los 160. La Argentina más que duplica a los cubanos en el consumo de lácteos. No obstante, el cubano medio consume un 50% más de gramos de alimentos que el indio o el chino.
Sin embargo, el programa de huertas urbanas, jaqueado por la ineficiencia técnica y el descontrol organizativo es mucho más parecido a la jardinería decorativa que a una fábrica de frutas y verduras. La ruinosa política ganadera implementada por los técnicos rusos, que talaron la “savana cubana” para asimilarla a la estepa ucraniana, eliminó al rodeo vacuno. Hoy matar una vaca en Cuba es un acto criminal contra el Estado, similar a agredir a una persona. Los suelos cubanos están exhaustos por más de 100 años de monocultivo de caña de azúcar, sin recibir ni un kilo de nutrientes por hectárea. Los rindes, que podrían asimilarse a los brasileños, son pobres debido a la incapacidad de importar fertilizantes y agroquímicos. Eso sin contar que la agricultura para desarrollar su potencial requiere de “flexibilidad descentralizada” en la toma de decisiones, cosa que es imposible en un sistema centralmente planificado como el socialismo cubano. Muchos alimentos son importados, sobre todo los elaborados.
¿Es importante esto para la Argentina? Muchos dirán que después de siete años de ROE verdes, rojos y blancos es algo simbólico. El país ya no encabeza los rankings de exportación de carne vacuna y las ventas de pollo y cerdo al mundo son inexistentes. Brasil ya no tiene como principal vendedor de trigo a la Argentina, se cuela Estados Unidos y hasta Canadá.
El sistema de agronegocios argentino es el gigante dormido, pero este ciclo se termina. Capturar mercados no sólo demanda de muy buena productividad individual; como ya sabemos, los agronegocios tienen pocos gigantes y la unión junto a la coordinación hacen la fuerza. El Estado es un socio estratégico en este sentido. Además de aportar con políticas horizontales para liberar y fomentar la exportación, puede desarrollar relaciones estratégicas, donde las embajadas y la pericia diplomática juegan un rol primordial. Cada embajador podrá ser lanzado como perro de caza a abrir mercados para los alimentos (y biocombustibles) argentinos. El Estado no es el gobierno, este último pasará en menos de un año, pero el Estado quedará. Las compañías norteamericanas de agronegocios lo entienden y se apuraron a saludar la decisión de Obama, ven allí un mercado. Telecomunicaciones y agro fueron las primeras exportaciones habilitadas.
Por otro lado, Cuba tiene dificultades para financiar esas compras, pero paciencia. Ese país fue antes de la Revolución Cubana el cuarto PBI de América latina y las acciones están baratas. Cuando se puedan hacer negocios libremente con la isla, capitales de todo el mundo la inundarán para financiar su reconstrucción. ¿Será como China o como Rusia? Lo importante es que Argentina esté lista para gritar “con los alimentos, hasta la victoria siempre”.
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