El Producto Interno Bruto (PIB) pecuario creció 4,5% este año y aumentará otro 0,2% en 2015, según lo estableció la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (Opypa/MGAP) pero ya venía de un incremento de 4.6% en 2013.
La ganadería vive un momento clave, con un stock más joven y con el mayor rodeo de cría. ¿Es el momento de consolidar el proceso de cambio? ¿Llegó la oportunidad de que vacas, granos y árboles aprovechen las sinergías?.
No hay dudas que es hora de lograr una ganadería más eficiente que sume sinergías con la agricultura y aproveche las oportunidades que le ofrece el nuevo marco de manejo y uso de los suelos, con el incremento de los puentes verdes o la oportunidad de explotar bancos de forrajes.
También se puede lograr un potencial crecimiento de la ganadería con la forestación y ambas producciones pueden crecer armónicamente a través de un nuevo modelo. Ese es uno de los desafíos que tiene Uruguay para jugarse en el futuro. Hay investigaciones locales que prueban las ventajas que le aportan al ganado los montes de sombra y los montes corta vientos.
No menos importante son las oportunidades que ofrece el uso del riego en los sistemas ganaderos y eso todavía está en pañales.
“Seguimos con una visión de stock bovino dedicado al ciclo completo, acompañado de un aumento de la tasa de extracción en el período 2011/2014 que pasó de 17% a 20%”, afirmó el director del Programa Carne y Lana del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), Fabio Montossi a El País.
Cambios.
El stock ganadero viene creciendo desde 2009 a una velocidad de 0,4% en cabezas por año, pero si se toma 2011, la tasa de incremento es 2,6% por año.
Medido en Unidades Ganaderas, si se toma 2011 como base -año en que se registró el mayor crecimiento cualitativo- el ritmo de crecimiento es de 2,23% anual, pasando de 9,5 millones de Unidades Ganaderas en 2011 a 9,8 millones de Unidades Ganaderas en 2014.
Por otro lado, hoy la ganadería uruguaya cuenta con un número récord de vacas de cría. En 2011 había 4 millones de vacas de cría y ya existía un proceso de crecimiento, pero en 2014 el stock cerró con 4,3 millones de cabezas.
El crecimiento está muy cercano al 3% anual y es récord absoluto.
En ese mismo período, los novillos de 1 a 2 años, aumentaron a una tasa anual de 8,9% y las vaquillonas de 1 a 2 años a un ritmo de 5,8% de crecimiento anual.
A la vez, hubo una reducción en los novillos de mayor edad, tanto en la categoría de más de 3 años, como en la de 2 a 3 años.
Si bien la base forrajera no acompañó el crecimiento del stock vacuno -varió de 16% a 17%-, según el director del Programa Carne y Lana del INIA, se ve “un cambio hacia la interna, que esencialmente está asociado al aumento del uso de los verdeos anuales invernales y un menor uso de los campos mejorados, que evolucionaron a campos fertilizados”.
Pero la ganadería hace rato que comenzó a aprovechar las oportunidades de mayor uso de los granos cuando los precios acompañan. “Se ven algunas incorporaciones de la suplementación estratégica, particularmente a nivel de las categorías de recría, tanto de machos como de hembras, en el primer y segundo invierno de vida de los animales”, reconoció el investigador del INIA.
El mayor uso de la suplementación en las categorías más jóvenes y el aumento del uso de los verdeos, es lo que le permitió al sector seguir creciendo, aunque la forestación y los granos hayan corrido a las vacas a zonas geográficas con tierras de menor potencial productivo.
En este sentido, Montossi destacó entre los cambios importantes que los procesos de recría e invernada anteriormente desarrollados en la zona histórica del litoral oeste- ahora se concentran en la región norte y centro este del país.
Futuro.
La ganadería está bien parada y a futuro puede pisar más fuerte. Es más, Montossi adelantó que “si se mira hacia adelante y sobre la base de la carga animal, estamos frente a una situación donde perfectamente -proyectando eso a la próxima Declaración Jurada de Dicose (2015)- por primera vez vamos camino a un manejo de 0,8 Unidades Ganaderas por hectáreas. Ahí también se incluyen los ovinos”.
La luz amarilla está dada porque los predios están con cargas altas y esta situación puede ser peligrosa ante una eventual sequía.
“Seguimos con cargas altas y una base forrajera que no va acompañada de un crecimiento del área mejorada para realmente cubrir los requerimientos de una ganadería moderna y eficiente”, admitió el investigador de INIA.
Este es un problema que se viene arrastrando desde hace varios años, principalmente en la ganadería del norte del país, la que se hace sobre suelos de basalto, que tienen mayor escurrimiento y donde las pasturas más sufren durante el déficit hídrico.
Más allá de la alerta, es claro que cada establecimiento necesita una planificación muy ajustada desde el punto de vista tecnológico y económico, frente a los distintos escenarios que se podrían dar desde el punto de vista climático y eso los productores lo tienen muy claro.
La gran ventaja es que hoy, frente a un hipotético escenario de sequía, el mayor uso de los concentrados o subproductos de la agricultura pueden salvar a varios predios, cuando años atrás, en medio de la sequía, hubo que salir a apagar el incendio importando raciones de países limítrofes.
El otro salvavidas puede estar dado por las entre 600.000 y 700.000 hectáreas de “pasturas funcionales”, aquellas que nacen a través de las distintas rotaciones agrícolas que exige la Ley de Buen Uso y Manejo de los Suelos.
“Esas pasturas juegan distintos roles que pueden ser de cobertura, donde el objetivo principal es evitar la erosión y mantener el nivel de carbono orgánico en el suelo. Ese carbono es el corazón que le otorga vida al suelo. Sin embargo, también parte de esas pasturas pueden integrar una oferta forrajera adicional que podría ser usada por la ganadería”, recordó Montossi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.