La empresa defendió la iniciativa con el argumento de “ganar competitividad”, y la conducción del sindicato de lecheros, ATILRA, avaló la medida pese a dejar a muchos trabajadores por fuera del convenio colectivo.
Desde principio de año, Sancor atraviesa la mayor crisis económica de su historia. Tal es así que cerró 5 plantas en las provincias de Santa Fe y Córdoba, entre ellas, la de Brinkmann, la segunda fábrica que inauguró la empresa cooperativa en 1942, dejando a más de 120 familias sin su fuente de ingresos.
El gobierno le ofreció a la empresa en mayo un salvataje de $450 millones de pesos. A cambio, debía modificar, junto con el sindicato ATILRA, algunos puntos en el convenio colectivo de trabajo que permitan recortes en derechos a los trabajadores. A través del Ministerio de Agroindustria, se le entregó la mitad del monto acordado, y la otra mitad se depositará el lunes, después que se homologue la reforma en el Ministerio de Trabajo.
Sin embargo, el sindicato que nuclea a los lecheros está dividido. Pese a que en la asamblea de delegados congresales la mayoría votó a favor del acuerdo, y fue apoyado por su secretario general, Héctor Ponce, un sector encabezado por Heber Ríos, de la seccional General Rodríguez, ya había alertado anteriormente sobre los peligros de las modificaciones.
Ríos, en diálogo con P&M, caracterizó este acuerdo entre la patronal y la actual conducción del sindicato como “Flexibilización laboral pura”. Respecto a la excusa de mejorar la competitividad a la que había aludido la gerencia de la empresa, expresó que “son nulas” las perspectivas en este sentido, y que “no traería mejoras para ninguno de los eslabones que componen la cadena del sector lácteo. No le va a solucionar ni siquiera la situación a Sancor, no le va a solucionar el problema al sector, y si va a perjudicar a los trabajadores” puntualizó.
Además, se refirió a la estrategia del gobierno para avanzar con las reformas laborales: “Aprovecharon la situación de Sancor, tomaron de rehén a todos los trabajadores lecheros, para poder avanzar en esta política”, expresó el sindicalista, y agregó que “Esto lo arrancaron haciendo con vaca muerta, avanzaron con nuestro sector, y ya lo anunciaron de parte del gobierno: no van a tirar un paquete de leyes de reforma laboral, pero si van a ir avanzando por sector. Nosotros desgraciadamente ya lo padecimos. Y seguramente ese va a ser el objetivo, van a ir en ese rumbo”.
El entonces secretario de Coordinación de Políticas Públicas, Gustavo Lopetegui, había anunciado en mayo que “Sancor va a necesitar hacer cambios importantes y cuando eso vaya ocurriendo la vamos acompañar”, en referencia al recorte del convenio colectivo que serviría de ejemplo para el resto de los sectores productivos.
Los dos puntos centrales de la reforma son la incorporación de la figura del “franquista”, que sólo trabajaría los fines de semana cobrando lo mismo que quienes realizan sus labores de lunes a viernes y sin convenio colectivo que lo ampare. Hasta ahora, los trabajadores lecheros que trabajan esos días, está estipulado que cobren un 150% más por jornada que los días laborables.
Además, se incorpora la “polifuncionalidad”, es decir, que los trabajadores que tienen funciones específicas en un determinado puesto, pueden, a demanda de la empresa, rotar a cualquier otro tipo de tarea, sin abonar la diferencia entre uno y otro rol.
Estos avances son preocupantes, ya que pone en evidencia la desorganización sindical y el poco interés de algunas conducciones gremiales en defender las conquistas laborales que fueron ganadas a lo largo de la historia. Además, se expresa con claridad que el objetivo del gobierno mutó, y la reforma de flexibilización laboral ya no la propone “a la brasilera”, sino que inaugurará un modo criollo: la ruptura de las confederaciones, la desarticulación de las bases y el avance sector por sector, dejando sin efecto los convenios colectivos y garantizando, a paso de hormiga, la flexibilización liberal en su máxima expresión.
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