viernes, 1 de septiembre de 2017

Identifican un mecanismo de defensa que utiliza la papa



La gran hambruna irlandesa de mediados del siglo XIX provocó la muerte de un millón de habitantes y la migración de otro tanto a Estados Unidos al destruir los sembradíos de papas durante dos años consecutivos. Ahora, un equipo de científicos argentinos identificó un mecanismo de defensa con el que las plantas se “ponen en guardia” y se defienden del hongo patógeno que causó ese desastre y que, aun hoy, representa el principal responsable de enfermedades serias en los cultivos de papa.

“Nuestro trabajo abre caminos para el desarrollo futuro de plantas más tolerantes o resistentes. Esto impactaría favorablemente en el ambiente ya que se podría reducir el uso de fungicidas”, indicó la directora del estudio, la doctora Rita María Ulloa, investigadora del Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular “Dr. Héctor N. Torres” (INGEBI), que depende del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

El patógeno se llama Phytophthora infestans y produce una enfermedad conocida como tizón tardío, que puede destruir a los tubérculos en un lapso de dos semanas. Mediante el empleo de herramientas bioinformáticas, Ulloa y sus colegas identificaron en plantas de papa una proteína sensora (llamada StCDPK7) que se induce ante la presencia del hongo y, en ensayos in vitro, modifica la actividad de una enzima (StPAL) que participa en la respuesta defensiva. Es como si fuera el vigía que despierta al batallón cuando avista al enemigo.

A la luz de los resultados, “estamos haciendo ensayos de tolerancia in vitro a la infección por Phytophthora infestans en plantas control y otras en las que se sobreexpresa el gen de las proteínas sensoras que activan los mecanismos de defensa. Esperamos avanzar en el desarrollo de plantas de papa resistentes a esa plaga”, destacó Ulloa quien también es profesora en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

El trabajo fue publicado en la revista “Plant Cell Reports” y también lo firman Elisa Fantino (primera autora), Franco Santin y Federico Gabriel, del INGEBI, y María Eugenia Segretin, del INGEBI y de la UBA.

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