El control biológico ha sido uno de los grandes avances del campo almeriense en las últimas décadas. La introducción de los "insectos buenos que se comen a los bichos malos", como explica la agricultora Lola Gómez Ferrón en sus famosas visitas turísticas, ha permitido que los productos de la huerta de Europa gocen de un reconocimiento global debido a su calidad y salubridad, pero también ha planteado nuevos y exigentes retos a los agricultores que necesitan proteger sus plantas de los virus y enfermedades que las amenazan.
La mosca blanca es uno de los 'bichos' que han puesto en jaque permanente a los productores almerienses en los últimos años. Se trata de un insecto diminuto, que apenas supera el milímetro de longitud, pero que es capaz de transmitir hasta cerca de diez enfermedades distintas a las plantas que habita, entre los que se encuentra el virus de Nueva Delhi, uno de los más virulentos para los cultivos hortícolas de Almería.
Virosis
El virus de Nueva Delhi produce un rizamiento de las hojas de la planta que afecta al desarrollo y al crecimiento de la planta, que llega a detenerse y no dar frutos o darlos de mala calidad.
Cuando la infección se ha iniciado de forma temprana, no hay más remedio que arrancar su producción y comenzar una nueva, lo cual se traduce en ingentes pérdidas económicas para el agricultor. Uno de los cultivos más afectados por el virus que transmite la mosca blanca es el de calabacín, que contrasta con el éxito alcanzado con lucha biológica en tomate o pimiento. Sin embargo, algunos de expertos del centro de investigación andaluz Ifapa han dado con una solución de alcance global para este problema.
Investigación
La revista estadounidense Biological Control ha publicado un estudio de cuatro investigadores del Ifapa sobre un pionero método de control biológico del virus de Nueva Delhi en calabacín. Uno de estos autores es Dirk Janssen, que habla sobre la relevancia de este artículo para la comunidad científica mundial. "Es la primera vez que se describe con tanta precisión como se puede controlar un virus de mosca blanca mediante control biológico", explica el investigador especializado en Protección Vegetal Sostenible.
El trabajo realizado parte del swirskii, un insecto depredador de mosca blanca. El objetivo del estudio era determinar los parámetros en los que este ácaro consigue reducir de forma significativa la incidencia de mosca blanca en el cultivo de calabacín, evitando la propagación del virus de Nueva Delhi. En este sentido, uno de los hallazgos más interesantes fue que la instalación del swirskii en el semillero, el paso previo al invernadero, permite crear poblaciones suficientemente grandes para controlar de forma eficaz la mosca blanca. Aunque el impacto de este descubrimiento es global, la agricultura almeriense es una de las principales beneficiadas por la investigación.
El polen, el arma secreta para el éxito del swirskii
Uno de los problemas que han tenido que plantearse los investigadores para introducir al insecto depredador de forma prematura es su alimentación. El Amblyseius swirskii es entomófago; es decir, se alimenta de otros insectos. Sin embargo, cuando se produce la suelta en semillero y aún no se han dado brotes de mosca blanca, algo más común en explotaciones agrarias, el ácaro pierde su principal fuente de alimento. Como el objetivo de los investigadores es aumentar la población de swirskii antes de su entrada en el invernadero para combatir en ventaja a la mosca blanca, su éxito depende de buscar una fuente de alimentación alternativa, algo que han conseguido introduciendo un polen que sirve de fuente de proteínas al insecto entomófago. La empresa de control biológico Koppert Biological Systems expone que la suelta de polen para alimentar al swirskii debe realizarse de forma preventiva y siempre que haya flores en el cultivo. Una vez que se han introducido los nutrientes necesarios, solo queda monitorizar el éxito de esta novedosa técnica.
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