Durante enero, de acuerdo al análisis de lo que se paga en el Mercado de Liniers por las distintas categorías de hacienda, se profundizó la baja del precio real del novillo destinado a consumo, ubicándose como el menor valor de los últimos ocho años.
Ya 2017 terminó con una caída interanual del 12% promedio -considerando todas las clasificaciones que se negocian en Liniers- como resultado de registros inferiores durante los doce meses del año, un proceso que comenzó su caída en noviembre de 2016. Una parte del problema es el gran volumen de faena que deriva, en alguna medida, de las mayores existencias actuales en relación a los últimos años.
Otra es la oferta de proteína animal que se le está brindando al consumidor argentino. Los poco más de 120 kilos por habitante por año que ingerimos no sólo superan los niveles de cuando se comían habitualmente 80 kilos en el mismo período sólo de carne vacuna, sino que son récord a nivel mundial. Consecuentemente, arrecian las voces que le reclaman a la exportación un rol más activo que ayude a revertir la situación.
El sitio Valor Carne, con la firma de su director Miguel Gorelik, analiza este fenómeno de la ganadería argentina y pide tener en cuenta a la hora de planificar la producción la brecha que existe entre el precio del novillo apto para comercializarse dentro de la cuota Hilton (que coloca cortes en Europa a precio diferencial), respecto del novillo pesado con destino a consumo doméstico, que hoy está en un 13% en promedio, con picos que durante el año pasado alcanzaron el 25%.
El impulso exportador
Con el cambio drástico en la política ganadera que tomó inicialmente el Gobierno, no faltaron quienes supusieron que rápidamente la Argentina iba a retomar posiciones históricas en los mercados mundiales. Sin embargo, cualquier regreso es trabajoso y requiere reconstruir canales comerciales dañados, con el agravante de que, durante el eclipse argentino, otros actores ocuparon posiciones que no están dispuestos a ceder fácilmente. Pero la cuestión más preocupante es que cambió la estructura productiva del país. Hoy hay un 40% menos de novillos que en 2008, cuando justamente es la categoría que alimenta la mayor parte del comercio mundial.
A pesar de estas adversidades, en 2016 las exportaciones argentinas aumentaron 15% -reubicando al país entre los diez primeros del mundo- y en 2017, otro 30%. Más aún, el USDA proyecta para 2018 un 25% más, colocándolas muy cerca del promedio histórico de 400 mil toneladas equivalente carcasa. No está nada mal. Pero la pregunta es: ¿Cómo se comportó mientras tanto el precio del novillo pesado apto para cuota Hilton, representativo de la categoría de exportación desde antes de la debacle que provocó el kirchnerismo?
Valor Carne viene consultando cada diez días a más de media docena de plantas emplazadas en diversas zonas ganaderas que compran mestizos y cruzas, con diversos plazos de pago. El promedio que se calcula para cada período puede no ser un número exacto pero es muy representativo de la realidad del mercado. A esos valores Gorelik los compara con los pagados en Liniers por las clasificaciones más pesadas de novillos, a partir de 460 kilos, de todas las razas y calidades. A su vez, estos precios los transforma en valor por kilo carcasa, con un rinde medio de 57,5%.
De las 36 comparaciones realizadas en el año, siempre el novillo apto para exportación recibió una mejor cotización, con un mínimo de 3% arriba, un máximo de 25% y un promedio anual 13% superior. A mediados de enero, al momento de cerrar los números del presente informe, el novillo Hilton se ubicaba en $61 y el pesado en Liniers en $49. En concreto, hay una brecha de $12 a favor de la exportación.
Desde la producción
“En reuniones con ganaderos campea la idea de que esto no es así. Quizás comparan con categorías que no corresponden”, analiza Gorelik. Más de la mitad de las entradas de novillos en Liniers se componen por las clasificaciones pesadas, a partir de los 460 kilos. “Lo llamativo es que esos mismos productores remitentes, de haber contado con los requisitos necesarios, podrían haber obtenido consistentemente un mayor precio destinándolos a exportación. ¿Trabajan así por la inercia de tantos años de limitaciones?”, se pregunta el director de Valor Carne, que no entiende por qué esos productores no apuntan al mercado externo dada la diferencia de precios.
Aun tomando el precio de los novillos especiales de 430 a 460 kilos, ellos también recibieron un pago superior al de los más pesados, pero inferior al de los aptos para exportación. Y la comparación es un poco engañosa, ya que se trata de novillos británicos (Hereford, Angus) versus el mix de razas que compra la industria exportadora.
Para Gorelik, no debería ser una sorpresa que se pague más afuera. “Desde que se liberó a la carne de los derechos de exportación y se unificó el tipo de cambio se esperaba una valorización de las categorías exportables, a causa de su escasez relativa y de la mayor capacidad de faena de la industria en relación a la oferta. Estos números comprueban esa situación”.
Es lógico que los productores se quejen de la baja del precio de la hacienda de consumo, como la que se vive en Liniers. “Pero también es necesario que se analicen las diversas alternativas que se ofrecen actualmente para orientar la actividad hacia los mercados más convenientes”, finalizó el especialista ganadero.-
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