Hay factores que aumentan la incertidumbre propia de la producción agrícola que hacen que no se pueda definir si conviene sembrar trigo u otro cereal (o incluso la posibilidad de no sembrar ninguno).
Está a punto de comenzar una nueva campaña de siembra fina con muchas más dudas que certezas, con varios factores que aumentan la incertidumbre propia de la producción agrícola. La falta de transparencia en los mercados, en especial el de trigo, y el aumento de costos y la presión impositiva hacen que el productor demore la decisión sobre qué cultivo de fina sembrar e incluso se plantee la posibilidad de no sembrar ninguno y esperar a la gruesa
En el otro lado de la balanza hay diversos elementos que aconsejan la inclusión de cereales de invierno en la rotación, como la cada vez más frecuente presencia de malezas resistentes al glifosato, el incremento de enfermedades provocado por el monocultivo de soja y las ventajas financieras de un cultivo que se cosecha 5 o 6 meses antes sumado a un menor costo relativo de implantación.
Para mantener y potenciar las ventajas del trigo y la cebada el productor cuenta con algunas tecnologías de bajo costo y alto impacto como el uso de promotores de crecimiento, formulados a base de microorganismos benéficos para los cultivos.
La extensión de la siembra directa y de distintas modalidades de reducción de labranzas han hecho tomar una mayor conciencia de la importancia de los microorganismos del suelo en su productividad, ya sea por medio del aumento y disponibilidad de los distintos nutrientes, como de la mejora de la estructura y porosidad del mismo.
Micorrizas
Dentro de éstos, las micorrizas son hongos que establecen, a semejanza del rhizobium, una asociación (simbiosis) con las raíces de las plantas, donde obtienen energía (hidratos de carbono) del vegetal y éste se beneficia por la provisión de nutrientes que el hongo capta y traslada desde el suelo hacia la raíz. También se advierte una más rápida implantación, mayor crecimiento radicular y una mejor tolerancia a patógenos. Todo esto, se suma a otros efectos debidos a sustancias que segrega y que fomentan el crecimiento de la planta.
Estos insumos, también conocidos como biofertilizantes por la mejora que promueven en la absorción de fósforo y nitrógeno están ganando terreno en los cultivos de fina, están ampliamente difundidos en la soja y otras leguminosas.
Para la próxima siembra de trigo y cebada, que ya está por comenzar, el desafío más importante para productores y técnicos es tratar de que recupere el lugar que tuvieron, teniendo en cuenta su importancia estratégica dentro de una rotación balanceada, como requiere la intensificación de la agricultura.
Resumiendo, la inoculación es una tecnología de bajo costo que está alineada con los principios de la agricultura sustentable que preserva efectivamente la productividad de los suelos y es una de las herramientas más destacadas con las que cuenta el productor para potenciar los cereales de invierno
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