URUGUAY : El presidente electo de la Asociación Rural del Uruguay reconoció que el sector viene de una década de crecimiento en la cual el productor apostó e invirtió. No obstante dijo que basta recorrer el interior del país para ver que las inversiones en infraestructura no acompasaron el crecimiento productivo.
Consideró que el país no resiste más impuestos. “El agro está en un punto de quiebre porque a los altos costos, hay que sumarle la presión fiscal del sector que es elevada”.
Resaltó el buen diálogo de ARU el gobierno de Mujica y se puso a la orden “para colaborar en lo que sea” con el que asuma el próximo primero de marzo.
A continuación la entrevista que mantuvo con El País.
-¿Cómo ve al sector agropecuario?
-Venimos de una década de crecimiento sostenido, de grandes transformaciones productivas, en la cual el productor invirtió y apostó fuertemente al país. Esto se dio en un contexto externo favorable y reglas internas estables.
Hoy estamos frente a un escenario diferente. Por un lado los costos internos han subido a niveles extremadamente elevados, y por otro, los precios internacionales de varios productos que Uruguay exporta están dando señales de debilidad. Hay estudios técnicos que estiman que solo en el agro habrá una caída de 600 millones de dólares de ingresos en el ejercicio en curso debido al ajuste de los precios internacionales. Esto quiere decir, menos ingresos para el sector y para el propio Estado.
-¿Qué puede provocar eso?
-Hoy están en riesgo los márgenes y la rentabilidad de determinados rubros. No hay que olvidar que el campo y la agroindustria explican el 80% de las exportaciones del país y el 35% del PIB.
Por ejemplo la soja, que es la locomotora de la agricultura, y principal dinamizadora del sector, está en sus valores mínimos de los últimos cuatro años. Lo mismo sucede con el trigo. Los lácteos también enfrentan una caída significativa en los precios internacionales, están en valores mínimos de los últimos dos años, y de a poco se irán trasladando al productor.
-¿Y los costos?
-Si vamos a los costos, por ejemplo en el arroz, tenemos rendimientos que son récord mundial, pero sin embargo el costo por hectárea es una limitante, superando los 2.000 dólares. A medida que existe mayor intensificación, la estructura de costos se hace más insostenible y los sistemas más vulnerables. La situación empeora a medida que nos alejamos de los puertos. Tenemos los fletes, energía y combustibles más caros de la región.
Basta recorrer el interior del país para ver que las inversiones en infraestructura no acompasaron el crecimiento productivo.
-¿Qué se debería hacer?
-A esta altura de nada sirve seguir hablando de lo que no se hizo, hay que mirar hacia delante y encarar el tema, que será un punto clave para la próxima administración.
Para resolver estos problemas hace falta un plan estratégico. No solo habrá que invertir en caminería parte de lo recaudado gracias a este desarrollo productivo, de forma planificada y seria, sino que habrá que fomentar la participación e inversión privada. Si no atacamos este problema seremos un proveedor extremadamente caro de materias primas, lo que va en contra de la competitividad.
-Suena negativo…
-Las ineficiencias del sistema logístico las termina pagando el productor, porque no puede trasladar hacia atrás el aumento de costos. Entonces estamos en problemas cuando los precios bajan y los márgenes se achican o comienzan a cerrar en rojo.
-¿Qué elemento faltaría para mejorar?
-De pronto el ferrocarril sea uno de los grandes desafíos que deberá enfrentar la próxima administración. El ferrocarril evitaría romper caminos y a su vez alivianar las rutas nacionales, así como reducir los costos de los fletes. Esto será fundamental para el desarrollo productivo y logístico. También debemos adecuar la infraestructura a nivel puertos.
-¿Qué opina cuando se dice que el campo no aporta valor agregado?
-Hay que erradicar el paradigma de que los productos del agro no tienen valor agregado. Ese es un concepto erróneo, de otra época. En este período de crecimiento que atravesó el país, el agro ha sido de las actividades que más valor ha agregado. En 10 años, la producción aumentó más de un 60% con la misma superficie de tierra. Producir innovando, incorporando nuevas tecnologías, generando más trabajo, con incrementos de productividad en todas las cadenas de valor, con servicios de mayor calidad, esa es la forma en que se agregó valor.
Hay un estudio reciente de Cinve, que demuestra que dentro de los rubros que tienen mayor contenido tecnológico e incorporación de conocimiento luego de la informática, están el ganado y los granos. Explica cómo el conocimiento está metido dentro del propio grano de arroz o del animal que ingresa a faena. Es decir, la “fábrica” está antes de su procesamiento industrial. Reafirma aquello del país agrointeligente.
A veces confundimos los términos. Agregar valor no es lo mismo que agregar costos. Debemos agregar valor y conocimiento en aquello en donde tenemos ventajas competitivas, en donde se generan más efectos multiplicadores, y se distribuyan mejor los ingresos de forma genuina y sustentable. En eso al campo y sus actividades conexas no hay quien le gane.
-¿Cómo cree que será el escenario para el futuro gobierno?
-El próximo gobierno deberá enfrentar un escenario más desafiante al de los últimos años, con una tasa de crecimiento económico más moderada, déficit fiscal elevado y alta inflación. Esta combinación se agrava si le sumamos que la situación externa ya no es tan favorable. El Estado viene de una década de recaudación récord pero sin embargo sabemos que quedan muchos problemas de fondo por resolver. Sin duda habrá que mejorar la eficiencia en la gestión pública y ser muy cuidadosos en la calidad del gasto hacia el futuro.
-¿Y qué piensa cuando se habla de mayor carga tributaria?
-El país no resiste más impuestos. El agro en particular está en un punto de quiebre porque a los altos costos, hay que sumarle la presión fiscal del sector que es elevada. En el año 2013 el agro pagó más del doble de impuestos que en el año 2009.
-¿Qué riesgo ve si ello pasara?
-El crecimiento económico del país está directamente asociado al efecto multiplicador, de 6 veces, que genera el agro sobre el resto de la economía. Así lo demuestra el estudio elaborado por la Facultad de Ciencias Sociales (Udelar). Seguir aumentando la carga fiscal, implicaría sobre gravar al agro que es la actividad más determinante de la economía nacional, desestimulando la inversión y por lo tanto generando una caída de ingresos en todas sus actividades conexas.
-¿Qué opina sobre el Impuesto a Primaria al campo?
-Estamos en año electoral y el Impuesto a Primaria está siendo utilizado políticamente, por eso no tiene mucho sentido entrar en una discusión técnica del tema.
-¿Considera que ya lo pagan?
-La ley 16.736 del año 1996 es clara, y determina que el campo nunca dejó de pagar este impuesto, siendo el Ejecutivo el encargado de transferir el dinero al Consejo de Educación Primaria.
Pero más allá de eso, la discusión de fondo hacia el futuro, debería centrarse en respetar la reforma tributaria del año 2007, que tendió a una simplificación impositiva y a gravar la renta de distintas actividades. No se pueden inventar impuestos nuevos a cada rato, insistiendo con los impuestos ciegos a la tierra, que hay que pagarlos aunque el negocio arroje pérdidas. O los de rentas afectadas, con destinos específicos, cuya aplicación es ineficaz y costosa para el país.
-¿Qué le pediría al futuro gobierno?
-En tiempos electorales es bueno recordar que los períodos de mayor estancamiento del agro estuvieron asociados a la acumulación de impuestos ciegos a la tierra, gravando varias veces la misma fuente de generación de la riqueza. Con la reimplantación del impuesto al Patrimonio ya hicimos un gran retroceso en política tributaria para el campo.
Por eso insistimos en que el campo hoy más que nunca necesita certezas de parte de los gobernantes, ya que los mercados y el clima son factores que no se pueden controlar, y son cada vez más impredecibles. Lo que quiero decir con esto, es que será importante tomar medidas a nivel país para preservar la competitividad del sector agroexportador, y a nivel de las empresas agropecuarias habrá que hacer un uso cada vez más eficiente y estratégico de los recursos económicos y productivos.
-El tipo de cambio se ha corregido…
-Somos un país exportador, y la devaluación de estos meses era necesaria porque contribuye a mejorar la competitividad. En estos últimos años la evolución del tipo de cambio venía desfasado de la tasa de inflación, lo que jugó en contra del sector productivo, favoreciendo las importaciones y encareciendo los servicios. El atraso cambiario es un impuesto encubierto, de los más altos que paga el sector exportador.
-¿Qué balance hace del gobierno que finaliza?
-Más allá de algunas diferencias que tuvimos en determinados temas, prefiero centrarme en las coincidencias, y con este gobierno tuvimos puntos en común. Hemos dialogado mucho, intercambiado ideas y eso hay que destacarlo. Quizás el mérito más importante haya sido el de mantener políticas macroeconómicas y agropecuarias estables. Estos grandes lineamientos fueron vitales para el buen desempeño que tuvo el agro y el país en general, generando un marco adecuado para la inversión. Ojalá estas líneas se mantengan independientemente de cuál sea el próximo gobierno.
-¿Y qué espera del gobierno que vendrá?
-ARU junto con la Federación Rural le entregaron a los candidatos, un documento en el cual está por escrito la visión que tienen estas la dos gremiales sobre diferentes puntos, que entendemos son de relevancia para el país. Allí se abordan temas en el área económica, ambiental, fiscal, social, logística, entre otras. Más allá de eso ARU siempre estará a disposición del próximo equipo de gobierno para colaborar en lo que sea, como lo ha hecho siempre. Creo que fue muy positivo que los cuatro principales candidatos estuvieran presentes en el evento organizado por las Cámaras Empresariales en la Expo Prado. En un año electoral, es saludable generar ámbitos para el intercambio de propuestas sobre temas trascendentes para el futuro del país. Para ARU fue un gran honor haber oficiado de anfitriona.
-¿Es optimista?
-Sí. Soy optimista con respecto al futuro. Las perspectivas son positivas, somos un país que depende del campo y su producción, y habrá demanda de alimentos, porque la población mundial seguirá creciendo, lo harán sus ingresos, y se acentuarán los procesos de urbanización. Además China seguirá occidentalizando sus gustos, y eso nos favorece.
Pero somos tomadores de precios y siempre habrán reacomodos en los precios internacionales, porque todo es cíclico, por eso insisto en que debemos mantener equilibrios a nivel interno, para no perder competitividad y ser menos vulnerables ante los vaivenes de los mercados internacionales. Esto será lo que nos permita seguir creciendo desde el punto de vista económico y social. El futuro del país depende de cada uno de nosotros.
-¿Cómo visualiza el mercado de la carne?
-Contrariamente a lo que sucede con los granos y lácteos, el mercado mundial de la carne está firme. Uruguay está entre los mayores exportadores de carne del mundo con acceso a varios mercados, y es el primer consumidor mundial de carne per cápita. Estos logros son fruto del esfuerzo de todos los actores involucrados y del país en su conjunto. Hay que destacar la labor de INAC impulsando y promoviendo nuestras carnes. Contar con trazabilidad, políticas sanitarias confiables, y la forma de proceder en momentos difíciles, nos han hecho un país creíble y hoy lo estamos capitalizando. Lo mismo sucede con las reglas de juego en materia de libre mercado, que tendrá sus imperfecciones y requerirá de un seguimiento, pero que entiendo debemos preservar.
-¿Cómo ve la zafra de toros?
-Somos y seguiremos siendo un país ganadero. La ganadería demostró que tiene un gran potencial. En los últimos años, cuando las condiciones estuvieron dadas, en menos área, pasamos de procreos del 60% al 75%. Se bajó la edad de faena y entore, y se destetaron 3 millones de terneros. Hoy tenemos el mayor stock ganadero de la historia. La primavera arrancó bien climáticamente y la máquina se sigue moviendo, por lo que habrá que entorar, apostar a la genética, para producir más terneros, y continuar capitalizando esta oportunidad que nos está dando el mundo en el mercado de la carne.
-¿Qué piensa cuando se cuestiona la representatividad de las gremiales agropecuarias?
-ARU cuenta con unos 2.000 asociados de todo el país, y unas 50 gremiales afiliadas. Pero más allá de eso, entiendo que la representatividad de una gremial está asociada la defensa de principios fundamentales. Por la coherencia con que se manejan los diferentes temas en el tiempo. Los argumentos consistentes son los que hace que determinadas propuestas sean creíbles o no. Pero lo importante es ir a los hechos, y ARU siempre ha tenido una visión constructiva del país, y así es que siempre ha colaborado en la elaboración de políticas agropecuarias conceptualmente sólidas y sustentables, junto a gobiernos de todos los partidos. Y es gracias a esas grandes políticas, que el país ha podido capitalizar tiempos de bonanza, pero sobre todas las cosas, no hay que olvidar que el país ha salido de las crisis más profundas de la mano del campo.
-¿Qué cambiaría?
-El agro ha sufrido transformaciones significativas en los últimos 10 o 15 años, porque el mundo cambió, y los sistemas de producción han evolucionado de forma sustancial. Por eso entiendo que es una obligación para las gremiales de productores estar actualizándose de forma constante, esto implica no solo adaptarse, sino adelantarse a los cambios, porque en definitiva el país y el mundo cambian todos los días, y en los tiempos modernos todo cambia más rápido. Y en esa línea siempre ha trabajado la ARU, con una visión de largo plazo.
-¿Qué le estaría faltando por ejemplo?
-La gestión gremial debe procurar profesionalizarse en ciertas áreas. Un ejemplo es el trabajo que realiza la sección de Dirección de Exposiciones de ARU. En otro orden, ARU cuenta, por ejemplo, con un departamento de estudios agroeconómicos que se encarga de procesar semanalmente toda la información más relevante en materia económica, que luego sirve de insumo a la junta directiva para saber dónde estamos parados a nivel nacional e internacional, y así poder elaborar diferentes estrategias de acción. En el mundo actual, la comunicación es otro punto en el cual hay que trabajar. Uno como productor, como dirigente gremial o como institución a veces siente que hace mucho, genera propuestas, pero de pronto el mensaje no llega de la forma que uno quisiera.
-¿Y hacia afuera, cómo será su gestión en ARU?
-Parte de nuestra misión será trabajar en reducir la dicotomía campo-ciudad que siempre ha existido y que a veces algunos se encargan de potenciar. Tendríamos que preguntarnos ¿Por qué en un país pequeño y de pocos habitantes, que depende del campo, nos cuesta tanto como ciudadanos lograr una comunión campo-ciudad?
-¿Cómo lo piensa hacer?
-Tenemos que cambiar la identidad, es algo que lleva tiempo. De pronto haya que transformar los procesos educativos, modernizarlos, y comenzar a enseñar desde un comienzo que somos un país agropecuario. Es una deuda que tenemos como sociedad, y que hay que encarar.
-¿Falta educación?
-Es imposible que un país crezca sin inversión desde el punto de vista económico, pero por sobre todo, para tener un agronegocio competitivo hay que invertir en incentivar el desarrollo del conocimiento. Debemos fomentar la innovación para capitalizar ese conocimiento y transformarlo en rentabilidad y prosperidad para el país. Porque el sector es relevante para todos los estractos.
“¿Por qué en un país pequeño, que depende tanto del campo, cuesta tanto como ciudadanos lograr comunión entre el campo y la ciudad?”.
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