Definitivamente tampoco será esta la “década ganada” para el corderito patagónico, el producto más emblemático de la provincia de los Kirchner. Las exportaciones del producto han caído a sus mínimos históricos y representan menos del 3% de una producción que permanece estancada. Los datos oficiales son categóricos. En 2013 los embarques de carne ovina fueron […]
Definitivamente tampoco será esta la “década ganada” para el corderito patagónico, el producto más emblemático de la provincia de los Kirchner. Las exportaciones del producto han caído a sus mínimos históricos y representan menos del 3% de una producción que permanece estancada.
Los datos oficiales son categóricos. En 2013 los embarques de carne ovina fueron de apenas 1.260 toneladas, los menores de los últimos quince años.
Ni siquiera en plena crisis de 2001 fueron tan bajos: se exportaron entonces 1.718 toneladas. En lo que va de 2014, el negocio tampoco levanta cabeza y los frigoríficos especializados de Santa Cruz, la principal provincia productora, apenas sobreviven.
En los primeros años del kirchnerismo se elevó la oferta a 90.000 toneladas y las exportaciones a niveles de entre 10 y 15 mil toneladas. La cosa pintaba tan bien que hasta el empresario kirchnerista Cristóbal López decidió en 2012 construir en Chubut su propia planta para faenar corderos para su marca Indalo.
El retraso cambiario, la sequía, la crisis en Europa, la erupción del volcán Puyehue y la falta de una política ganadera integral; son todos argumentos que sirven para explicar lo que sucedió a partir de 2010.
Los embarques anuales de cordero patagónico se redujeron primero a 5.000 toneladas, luego a 2.500 y en 2013 llegaron a 1.260 toneladas. La caída fue libre. Como contracara aparece Australia, que en 2014 batirá su récord de exportación, con 218.000 toneladas
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