Parafrasear el título de la película de Oliver Hirschbiegel nos parece una buena opción para describir el estado del mercado de porcino europeo. Doce sesiones consecutivas de nuestra lonja de referencia (Mercolleida, España) han sido bajistas; las dos últimas con descensos rozando el máximo permitido (seis céntimos en vivo). Desde el máximo de este […]
Parafrasear el título de la película de Oliver Hirschbiegel nos parece una buena opción para describir el estado del mercado de porcino europeo.
Doce sesiones consecutivas de nuestra lonja de referencia (Mercolleida, España) han sido bajistas; las dos últimas con descensos rozando el máximo permitido (seis céntimos en vivo). Desde el máximo de este año del 3 de julio (1,48 € / kg vivo) hasta el precio actual se han esfumado 26,80 céntimos por kilo… ¡Nos hundimos, nos hundimos y todavía no hemos tocado fondo!
Alemania, Francia, Holanda, Bélgica, inclusive Dinamarca usualmente más ponderada, bajan el precio del cerdo a todo correr, en una especie de carrera desenfrenada para posicionar su carne lo mejor posible respecto a la competencia.
Diversos factores de peso explican la situación:
- Alemania no consigue encontrar alternativas a la pérdida del mercado ruso: sus excedentes los está colocando dentro de la Unión Europea y para ello sacrifica en precio lo que haga falta.
- Europa en general no encuentra solución a la falta de su primer destino exterior; meses sin exportar a Rusia han generado atascos de carne por doquier y en orígenes tan distintos como España o Dinamarca. Las cámaras están a rebosar.
- El consumo europeo sigue bajo mínimos; parece que las pautas históricas van cambiando poco a poco y la carne de porcino pierde terreno en las dietas de nuestros conciudadanos.
- El aumento de la productividad del sector en su conjunto más un pequeño crecimiento estructural se ha traducido en un aumento de la cabaña. Hay que sacrificar estos cerdos “de más” en un momento de cerrazón del mercado.
- Los países asiáticos, a la vista de la espiral bajista, practican el diletantismo: retrasan la confirmación de sus pedidos esperando comprar mucho más barato un poco más tarde.
El impacto de las sucesivas bajadas del cerdo ha sido enorme en algunas piezas (jamones, paletas, lomos); cabe esperar que los nuevos precios sean lo suficientemente atractivos –o casi– para reactivar por si solos el consumo. Ésta y casi sólo ésta debería ser la solución.
La búsqueda de mercados alternativos (Sudamérica no está suficientemente explorada) se revela imprescindible para diversificar destinos y riesgos futuros. Sería deseable que la Administración acordara con el sector acciones concretas en esta dirección.
EEUU y Canadá rebotan sus precios desde hace dos semanas. Las previsiones apuntan a una revalorización importante del cerdo en China y en Asia en general. De un modo u otro el mercado europeo encontrará un agarradero en algún lugar en el planeta. Esperemos que sea más pronto que tarde.
Triste consuelo, pero consuelo al fin, el constatado descenso de los precios del alimento.
Del refranero español: alegrías y pesares te vendrán sin que los buscares.
Guillem Burset
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