La ganadería de carne tiene suficientes tecnologías validadas para incrementar la productividad que no se aplican o se usan poco, sin tener la necesidad de apostar a otras alternativas.
Cada establecimiento agropecuario es un mundo y el productor sabe responder con incrementos de la productividad cuando se ve estimulado por los precios.
El director técnico de la Unidad de Producción Intensiva de Carne (UPIC) de la Facultad de Agronomía, Álvaro Simeone, aseguró a El País que las alternativas tecnológicas existentes “tienen suficiente información de respaldo como para que impacten en el resultado físico y económico de los sistemas ganaderos”.
El catedrático y productor, explicó que dentro de esas alternativas, hay unas pocas que desde UPIC se promueven como “certezas tecnológicas”, donde “el grado de previsibilidad y la correspondencia entre los resultados esperados y los observados posteriormente es muy alta”. En otras alternativas tecnológicas juegan otros factores que hacen que el resultado tenga mayor variabilidad.
“Pensamos que hay que apuntar a trabajar más con las certezas tecnológicas”, aseguró Simeone que también es experto en nutrición animal.
La buena noticia es que existen algunas alternativas que son verdaderas certezas tecnológicas. Simeone explicó que “el objetivo de esas certezas tecnológicas es tener los coeficientes técnicos para que el productor, con su asesor, pueda hacer las cuentas en diferentes escenarios de precios y productos”.
CERTEZAS. Simeone las dividió en: las certezas tecnológicas asociadas con la cría, la recría y las vinculadas con el engorde. A su vez, dentro de las “certezas tecnológicas” vinculadas con la cría, se pueden dividir en dos: las aplicadas para aumentar el número de terneros cada 100 vacas destetadas y las usadas para elevar el peso de los terneros a los seis meses de vida.
Si se quiere incrementar el número de terneros destetados, la clave en la cría pasa por la aplicación del destete precoz. Ahora, según el técnico, “no es aplicar destete precoz en forma indiscriminada, ni en cualquier escenario, ni en cualquier año, ni en cualquier nivel de nutrición de la vaca”, aseguró Simeone. Por eso explicó que esa herramienta pasa “por monitorear la condición corporal de la vaca y toda la que tenga una condición corporal inferior a 4 (tabla de condición corporal del Plan Agropecuario), aplicarle el destete precoz. De esa forma, las vacas que están al inicio del entore con una condición corporal superior a 4, ya van a tener un 80%-85% de destete. A las que están con un estado corporal inferior a 4, que iban a tener 50% o 55% de preñez, les aplico el destete precoz y también las hago llegar a 90% de destete”, sostuvo el director técnico de UPIC. Simeone sostiene que “el impacto que tiene el destete precoz en ese grupo, hace que todo el rodeo permanezca con alta eficiencia reproductiva”.
Económicamente esa técnica es rentable, porque ese 40% de aumento de preñez, desde el punto de vista de ingreso de producto bruto es superior al incremento en los gastos.
Cuando se quiere incrementar el peso al destete, una forma de hacer destete precoz es hacer el Destete Precoz a Corral (DPC), como se impulsa desde UPIC. El ternero destetado precozmente —técnica que se hace para aumentar la preñez en las vacas—, se maneja “con pasturas más suplemento”. Ese animal pesará lo mismo que si hubiera permanecido al pie de la vaca.
El DPC busca preñar la vaca, pero “el ternero se encierra durante cuatro meses y a los seis meses de edad llega a 220 o 230 kilos”. Esa tecnología permite llegar a un ternero mucho más pesado que pide mucho más ración. Es una tecnología de alto costo que tiene una doble ventaja: preña la vaca, pero a su vez mejora el peso del ternero destetado. “La conversión que se logra con ese ternero de destete precoz, los kilos de alimento que precisa en el corral para depositar un kilo de peso vivo es de 3,5 a 1. Si la ración sale US$ 300 la tonelada, el costo es de US$ 1 para producir un ternero que supera los US$ 2 por kilo”, explicó Simeone.
RECRÍA. En este segmento de la cadena productiva, las certezas tecnológicas están asociadas a dos tecnologías, explicó Simeone. Una está asociada a “minimizar pérdidas” cuando se tiene un ternero sobre campo natural y se evita que pierda peso en el invierno. “Si le doy un suplemento (afrechillo de arroz, raciones que valen US$ 240 la tonelada, etc.), dándole 1% de su peso, el ternero en lugar de perder 200 gramos en invierno y sobre campo natural, pasa a ganar 200 gramos diarios.
La conversión en este caso es de 4 kilos de alimento para ganar 1 kilo de peso vivo. Aunque la ración valga US$ 300 la tonelada, el costo es de US$ 1,20 por kilo para un ternero que vale US$ 2. La cuenta sirve”, argumentó el director técnico de UPIC.
Otra de las alternativas es sacar el ternero del campo natural y encerrarlo en un corral de engorde. En este caso, en lugar de ganar 200 gramos, la ganancia es de 1 kilo por día y se tiene un ternero que al final del invierno pasa de 150 kilos a 250 kilos (gana 1 kilo durante los 100 días de invierno). Ese animal, además, tiene como ventaja que está pronto para aprovechar bien la primavera.
Simeone explicó que esta tecnología es promovida desde UPIC como Alimentación Diferencial del Ternero (ADT) y tiene un impacto muy importante porque la conversión es 5 a 1; igual cierra la cuenta. “Si la ración costara US$ 300 por tonelada el costo es de US$ 1,50 por kilo para un ternero que vale US$ 2 por kilo”, explicó.
ENGORDE. En este caso, desde la UPIC se impulsan dos “certezas tecnológicas” que tienen un impacto muy alto. La primera es la “suplementación de novillos sobre verdeos”. Simeone dijo que “si se suplementan pasan a ganar 1,3 kilos día. La conversión que se logra con esa suplementación es de 5 a 1 y ahí no tiene que ser una ración formulada, tiene que ser energía: sorgo, maíz, cebada”, explicó el investigador.
En cuanto a los números, hoy con un grano a US$ 200 puesto en la boca del animal da un costo de US$ 1 para un novillo gordo que puede valer eventualmente US$ 1,50 por kilo. UPIC tiene suficiente información para validar esa tecnología y se puede encontrar en www.upic.com.uy
La certeza tecnológica restante es el corral de engorde, donde los animales están con una dieta de 90% de concentrado y 10% de grano. En este caso tienen una ganancia de 1,4 kilos y precisan entre 8 y 9 kilos de alimento para producir 1 kilo de peso vivo. “Es una certeza tecnológica, la única duda es que obliga a estar siempre atento es la cuenta. Si la ración vale US$ 200 la tonelada, con 9 kilos de consumo por animal, la cuenta da US$ 1,80 por kilo y ahí en este escenario de precios no hay US$ 1,80 por kilo.
“Lo que es una certeza tecnológica es la performance animal, pero en este caso no se corresponde con la relación de precios actuales”, sostuvo.
Duplicar producción de carne y bajar la edad en el entore
El director del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y Master de la Universidad de Massey, Fabio Montossi, señaló al riego suplementario de cultivos y/o pasturas especializadas para aumentar la productividad y la estabilidad de los sistemas productivos ganaderos uruguayos, como una de las tecnologías que se vienen.
Montossi también coincidió con el director técnico de UPIC, Álvaro Simeone, en que existen tecnologías disponibles que le permitirían a la ganadería dar un salto cualitativo en la producción de carne y lana.
“Uruguay tiene un gran desafío que es incorporar integralmente la información que ha generado la investigación nacional para duplicar la producción de productos diferenciados a nivel de los sistemas ganaderos”, sostiene Montossi
En ese sentido, aclaró que “están las tecnologías de procesos y las de insumos”. Dentro de las primeras, fundamentalmente, están aquellas relacionadas con el manejo. “Si uno piensa de una manera realista lo que viene pasando en la ganadería, sabemos que hay una posibilidad, tanto del manejo del campo natural, como del manejo de las distintas categorías vacunas y ovinos de los sistemas ganaderos — junto con una suplementación estratégica—, que nos permite pegar un salto cualitativo para poder, incluso, duplicar la producción de carne diferenciada del Uruguay”, argumentó el actual director del INIA.
Montossi sostuvo que “si uno pensara en duplicar la producción ganadera del país lo haría de esta manera: conceptualmente tomando un sistema ganadero de ciclo completo, como que todo el país fuera un sistema ganadero de ciclo completo (haciendo invernada, cría, recría; todo el proceso)”, explicó Montossi.
En Uruguay es sabido que se puede duplicar o triplicar la producción y/ o los ingresos, a través de determinadas tecnologías. “Si tomáramos a la ganadería uruguaya como un ciclo completo global (sabiendo que hay diferencias), las alternativas para incrementar o duplicar la productividad, estarían asociadas a incrementar la eficiencia reproductiva —llegar con animales de 30 meses a la edad de faena—, a bajar la edad del entore (a los 2 años), al aceleramiento de los procesos de recría y/o terminación, así como a la invernada de las vacas de descarte”. Desde la óptica de Montossi “a eso le debemos sumar, si está el ovino en esos sistemas ganaderos, la producción de carne de cordero pesado y poder afinar la producción de lanas y mejorar la calidad”.
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